Toledo, una traición democrática

Por: 

Rudecindo Vega Carreazo

La recuperación democrática de la dictadura fujimorista de los 90 fue un proceso largo y complejo, hubo una ciudadanía que empezó, lentamente, a hartarse del abuso y prepotencia gubernamental y dudar de otra reelección, un gobierno que empezaba a desgastarse socialmente y, la simbiosis entre Fujimori y Montesinos se había convertido en un antibiosis o cisma a muerte entre ellos. Muchos intentos democráticos, con o sin elecciones, habían sido perseguidos y aplastados mediáticamente y sus líderes eran diariamente triturados a través de una prensa comprada y controlada, personalidades de la talla de Pérez de Cuellar fueron aislados y liderazgos emergentes como Andrade y Castañeda fueron perversamente agredidos y aislados. La aparición de Toledo fue menospreciada por el fujimorismo, cuando intento combatirlo con las mismas malas artes provoco una mayor identificación del ciudadano. Toledo encarno el 2000 y 2001 la lucha contra la dictadura, supo subirse a una ola formada, en la lucha, por otros políticos y una ciudadanía cada vez más deseosa de recuperar su democracia. La marcha de los cuatro suyos fue un momento cumbre de recuperación democrática y Toledo llegó a la cima del poder nacional.

En democracia Toledo hizo ajustes al modelo económico heredado, pocos resaltan que los 2 últimos años del Fujimorismo la economía estaba estancada y fue en democracia que se recuperó y consolidó la senda del crecimiento económico, reducción de la pobreza, reducción de la deuda nacional e importante crecimiento de las reservas internacionales; inició un proceso de descentralización bastante dialogado sobre la desactivación del Ministerio de la Presidencia y los Consejos Transitorios de Administración Regional; creó un espacio de dialogo nacional entre la sociedad civil, los partidos políticos y el gobierno a través del Acuerdo Nacional que permitió prevenir y resolver muchas crisis; reorganizó los programas sociales de lucha contra la pobreza mejorando su focalización y estableciendo las transferencias directas condicionadas a través del programa JUNTOS; impulso un proceso sostenido de modernización de la gestión gubernamental mediante los sistemas de presupuesto participativo, sistema nacional de inversión pública, sistema nacional de administración financiera y la recreación de un centro de planeamiento estratégico nacional; reintrodujo al Perú, mediante los tratados de libre comercio e incremento de exportaciones y la promoción del turismo, al mundo; en infraestructura creo los exitosos programas de vivienda social a  través del nuevo Ministerio de Vivienda y realizo grandes proyectos como el de la interoceánica cuestionado en la gigantesca corrupción del “lava jato”. Su gobierno culminó en un importante proceso de aceptación ciudadana. Entrego el gobierno a su sucesor Alan García en “azul” y un país en franco desarrollo.

10 años después de dejar el gobierno, exactamente el 2016, en EEUU Marcelo Odebrecht declara que su empresa ha entregado coimas a diferentes gobiernos en Perú y, 20 millones de dólares en el caso particular Toledo, Las investigaciones fiscales y mediáticas posteriores solo ha documentado mayores montos y más actores nacionales y extranjeros envueltos en esta gigantesca corrupción. Que terrible y dolorosa decepción, aquel que encabezo la recuperación democrática y lucho contra la corrupción fujimorista había incurrido en esos mismos actos criminales en contra del Perú y los peruanos. La imagen del demócrata triunfador se convertía en la de un corrupto embustero; su gobierno de transición democrática, desde la ciudadanía, puede ser visto también como un gobierno de traición democrática. Toledo había llegado a la cima del poder y a la sima de la corrupción.

No es un perseguido político, aunque él lo diga y muchos adversarios saquen en contra su peor versión de odio y rencor, es un procesado por corrupción de alta y gran escala. Acompañará en el Penal Presidencial de Barbadillo a Fujimori y Castillo y quizás espere a otros cuatro más; todos de diferentes tendencias y partidos, desde la derecha hasta la izquierda. Tenemos, además, procesados y encarceladas decenas de líderes políticos; ministros, viceministros y funcionarios; empresarios grandes, medianos y pequeños; militares y policías de diferente rango. Insisto, más que la judicialización de la política que las políticas remarcan o la politización de la justicia que otras procuran resaltar, en el Perú vivimos y padecemos la criminalización de la política; el crimen y los criminales adueñados de la política, de los gobiernos para usar el poder en beneficio propio, para protegerse y seguir delinquiendo. La judicialización de la política o la politización de la justicia son expresiones de la criminalización de la política.

Hay que agradecer a la justicia internacional de Brasil y EEUU que descubrieron el proceso más grande de corrupción en América Latina, la lava jato; gracias a ella conocemos la expansión de esa corrupción en el Perú y como ha involucrado a nuestras más altas autoridades. Nuestra justicia ciega, sin visión, no descubrió estos escandalosos, grandes y masivos actos de corrupción; dos presidentes deben su prisión a la extradición.  Ojalá, ahora, las autoridades y justicia peruana hagan su tarea y “administren justicia”, muchos celebran sus avances y decisiones, yo vuelvo con mi preocupación de siempre, pasar años de años, solo investigando o juzgando sin sentenciar y castigar es contribuir a que todas las cosas más que igual, vayan peor. Las prisiones preliminares y provisionales parecen instrumentos de venganza antes que medios de justicia, espacios de ineficiencia antes que de profesionalismo y eficiencia. La justicia, debe administra justicias no prácticas de venganza judicial.

Hoy corresponde a Toledo rendir cuentas ante la justicia peruana, ojalá colabore y ayude a esclarecer ese fango de corrupción en que navegamos, él que salió de la cima de la pobreza y llego a la cima del poder nacional, de la cual cayó a la cima de la corrupción, pueda con espíritu de colaboración salir a la cima identidad y dignidad. Ya perdió 6 años eludiendo la justicia nacional ojalá tenga la entereza para colaborar con la justicia. Millones de ciudadanos que apostamos por su personalización de la esperanza y los miles que participamos con dedicación y transparencia en su gobierno queremos recuperar esa fe de volver apostar, siempre, por un Perú mejor.  La epicaricacia, el regodeo, o la celebración de las desgracias ajenas seguro serán deporte nacional, se vislumbran los insultos y confrontaciones en las redes ojalá no perdamos de vista, que, en el fondo de todo, siempre existirá esa esperanza de construir un Perú mejor.