A quién nos pareceremos más, ¿a Chile o a Haití?
Un terremoto de gran magnitud podría ser catastrófico para el Perú en las condiciones actuales, no sólo en términos humanos y económicos sino incluso políticos.
En este sentido, los recientes desastres en Chile y Haití son urgentes señales de alerta. Para un país mal preparado, como el nuestro, tras un gran sismo incluso puede dejar de funcionar el Estado y generarse una dependencia de la ayuda externa.
Este último ha sido el caso de Haití, donde un sismo de 7 grados provocó la muerte de 200.000 personas, principalmente en la capital, y la parálisis del Estado. Considerado uno de los países más corruptos del mundo por Transparencia Internacional (puesto 168 de 180), en Haití había sido imposible hacer cumplir las regulaciones de construcción para minimizar daños sísmicos y prácticamente no existían sistemas de prevención o reacción ante desastres de gran magnitud. Hoy, los sobrevivientes reclaman que las autoridades den la cara pero desde hace casi dos meses el gobierno parece no existir. Por otra parte, miles de tropas norteamericanas se encuentran en “misión humanitaria” y no tienen fecha de salida. Ante la ausencia del Estado, asegurar un futuro para la población parece estar en manos extranjeras.
En Chile, un sismo de 8,8 grados (500 veces más fuerte que el de Haití) ha sido de los mayores en la historia y también tuvo consecuencias lamentables. Afectó a varias ciudades pero las muertes se cuentan en los cientos, y no cientos de miles, y la mayor parte de viviendas caídas son aquellas construidas antes de que existieran las normas de construcción actuales (que, al parecer, sí se hacen cumplir, mayormente). Las pérdidas económicas son de casi el 15% del PBI pero la economía y el Estado siguen funcionando y las autoridades están en permanente comunicación con la ciudadanía. No todo ha estado bajo control (hay saqueos y robos) y hubo también graves errores, como no considerar seriamente la amenaza de un tsunami. Pero, en términos generales, Chile sí ha podido manejar un evento cataclísmico.
Si la capacidad de enfrentar desastres fuera reflejo de los niveles de riqueza de un país, el Perú debería estar más cerca a la situación de Chile que a la de Haití. Pero, lamentablemente, esto no parece ser así, y las consecuencias para la gobernabilidad del país podrían también ser nefastas si un gran sismo cogiera desprevenida a la capital peruana y centro de gobierno. El Estado ya demostró su incapacidad de reaccionar adecuadamente tras el último sismo significativo, el de Ica en 2007. Hubo descoordinación en la reacción inicial (recordemos las declaraciones desubicadas de García inmediatamente después) y la reconstrucción, sencillamente, nunca se dio.
Tenemos motivos de preocupación relacionados con infraestructura y con capacidad institucional en la capital. Según Hernando Tavera del Instituto Geofísico del Perú1, si en Lima ocurriera un sismo similar al de Chile gran parte de nuestras edificaciones no podrían soportarlo por ser de quincha y adobe. A esto agregaríamos que, dado el nivel de corrupción e informalidad de nuestro país y la alarmante tendencia oficial hacia la “autoregulación”, es dudoso que la mayor parte de los edificios aparecidos en el reciente boom de la construcción se adhieran a las regulaciones de seguridad anti-sísmicas.
Asimismo, es fundamental que tanto las autoridades como la población estén listos para reaccionar adecuadamente en la eventualidad de un terremoto, pero al iniciar 2010 no estábamos mejor preparados que en 2007. Según Ronald Woodman, presidente del IGP, un tsunami tras un sismo poderoso podría inundar el Callao en quince minutos. Sin embargo, el actual sistema de alertas de tsunamis no funciona y el Ministerio de Economía y Finanzas se negó por mucho tiempo a financiar el proyecto de tres millones de soles hasta que, bajo presión de la opinión pública, el mismo García recién tomó cartas en el asunto el 3 de marzo último.
En realidad, ser un país más rico o más pobre no es lo más importante para el manejo de los eventos naturales. Por ejemplo, en 2005 el huracán Katrina tuvo consecuencias mucho peores en Estados Unidos, por efectos de la pésima prevención y lenta reacción, que en Cuba. Por eso en el Perú, sobre todo si Lima es afectada, corremos el riesgo de parecernos más a Haití que a Chile cuando enfrentemos un sismo de gran magnitud.
1 La República, 1 de marzo de 2010
Añadir nuevo comentario