Perú, Drogas y América Latina: y… ¿cuál es la diferencia?*

A continuación, el análisis del proyecto de la Declaración de Lima que resultará de la Conferencia Internacional de Ministros de Relaciones Exteriores y de Jefes de Organismos Nacionales Especializados contra el Problema Mundial de las Drogas, este 25 y 26 de junio en Lima. Como se recuerda fue un ofrecimiento del Presidente Humala, ante el Congreso de la República en julio 2011.
 
Existen pocas expectativas respecto del resultado que arrojaría la Conferencia Internacional de Ministros de Relaciones Exteriores y Jefes de Organismos Nacionales Especializados contra el Problema Mundial de las Drogas. Primero, porque mientras América Latinas se encuentra evaluando y revisando lo ocurrido en los últimos 30 años, el Perú, DEVIDA y CEDRO, promueven mantener el sistema, las instituciones y los procedimientos que ya han fracasado.
 
En principio, esta Conferencia debería, en teoría, servir a la comunidad internacional como mecanismo para proceder a la evaluación de políticas en materia de tráfico ilícito de drogas. Es ya conocido que la política mundial actual de control de drogas, ha sido un fracaso con bastantes efectos colaterales (corrupción, violencia, conflicto). Varios mandatarios y ex gobernantes (Cedillo, Cardozo, Lagos), han solicitado una exhaustiva y objetiva revisión. Este pedido adquiere oficialización con el mandato impuesto en la VI Cumbre de las Américas (Cartagena, 14 y 15 de abril de 2012), en el cual se estableció la revisión de las políticas de drogas y sus impactos a nivel regional.
 
En segundo lugar, se busca que la Conferencia que Torre Tagle y DEVIDA organizan, aterrice en medidas y planes de acción concretos respecto de la Declaración Política y Plan de Acción sobre Cooperación Internacional en Favor de una Estrategia Integral y Equilibrada para Contrarrestar el Problema Mundial de las Drogas (Viena, 2009) en la que los Estados nos comprometimos a lograr objetivos que hoy parecen inalcanzables.
 
El punto 36 de la mencionada Declaración de Viena especifica el compromiso de fijar el año 2019 como objetivo para que los Estados eliminen o reduzcan considerable y mensurablemente a) el cultivo de (…) arbusto de coca, b) la demanda ilícita de estupefacientes y sustancias sicotrópicas (…), c) la producción, la fabricación, la distribución y el tráfico ilícitos de sustancias sicotrópicas (…), d) la desviación y el tráfico ilícito de precursores y e) el blanqueo de dinero relacionado con las drogas ilícitas. Sin embargo, considerando el hecho que nos encontramos muy lejos de alcanzar estos objetivos, la Conferencia Internacional del 25 y 26 de junio hace muy poco para, por lo menos, cambiar la dirección creciente del fenómeno del tráfico ilícito de drogas.
 
Y es así que la Declaración de Lima (resultante de la Conferencia Internacional) debería ser un compromiso obligado para todos los Estados firmantes, sin embargo, partimos de un error de título. Siendo el resultado de una serie de reuniones técnicas preparatorias y de esta Conferencia Internacional, el documento constituye una “Declaración Política” que no tiene carácter vinculante ante los Estados. Es decir, no existen incentivos y mucho menos sanciones para aquellos países que se muestren reticentes a cumplirla.
 
Por otro lado, el proyecto de Declaración de Lima al que tuvimos acceso es muy laxo en los términos de sus apartados. No se pueden apreciar medidas concretas más que reconocimientos de esfuerzos realizados, ánimos a cooperar en virtud del concepto de Responsabilidad Compartida, compromisos a identificar, congelar e incautar activos relacionados a drogas ilícitas, entre otros. En otras palabras, si con la realización de la Conferencia Internacional de Ministros de Relaciones Exteriores y Jefes de Organismos Nacionales Especializados contra el Problema Mundial de las Drogas pretendíamos establecer medidas concretas y mensurables que nos permitirían aterrizar los compromisos establecidos en la Declaración Política de Viena 2009, hemos fallado burdamente. Habremos sido anfitriones de un magno evento, pero este solo trajo bajo la manga la misma carta con la que se ha jugado por más de treinta años. ¿Es esa la gran transformación?.
* Columnista Invitado
Juan Manuel Torres y Ricardo Soberón

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