Obama jugando con fuego en Damasco

Por: 

José F. Cornejo

El mundo entero está paralizado esperando una intervención armada de los Estados Unidos en Siria. Arrogándose el rol de policía mundial, con total desprecio por la legalidad internacional y por las Naciones Unidas, el presidente de los EE.UU., premio Nobel de la Paz, se apresta a iniciar una agresión contra un pequeño país árabe, que no es una amenaza y tampoco ha atacado a los EEUU.

Su sorpresiva decisión de buscar la autorización del Congreso para llevar adelante esta agresión, no le otorga legitimidad, dado que esta sólo podría provenir del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Basados en informes errados de la inteligencia turca, que sostenían que el régimen de Assad estaba en sus horas finales, los países occidentales, con el apoyo de las petromonarquías del Golfo e Israel, apuestan por la insurrección armada y transforman las protestas callejeras en una abierta guerra civil. Lo que se preveía como una rápida victoria para entronizar a un gobierno sirio sumiso a los dictados de occidente, se ha convertido, dos años después, en un verdadero fiasco político-militar del que no saben cómo salir.

Por ello la urgencia en justificar una agresión armada la que, en verdad, no tiene otro objetivo que el de buscar mejores condiciones para una inevitable salida negociada del conflicto. Apoyados en las informaciones equivocadas sobre la real base social del gobierno de Assad y sobrevalorando las fuerzas de la rebelión, EEUU se metió en un callejón sin salida. Primero, al rechazar toda negociación política, poniendo como condición previa a unas conversaciones de paz la salida del gobierno de Assad. Segundo, al proferir repetidas amenazas de intervención si se cruzaba la línea roja del uso de armas químicas. Dos años y medio después de este sangriento conflicto, el gobierno sirio aparece militarmente victorioso y la rebelión, dividida en varias fracciones enfrentadas entre sí, está al borde de la debacle.

Las mentiras de los países occidentales para justificar la pasada intervención en Irak, afectaron duramente la actual propaganda sobre la utilización de armas químicas por el gobierno de Assad. Más aún cuando, sospechosamente, se precipita una intervención militar punitiva sin esperar los resultados del equipo de investigadores de Naciones Unidas enviado a la zona de conflicto. Con dos portaviones y cinco navíos de guerra -que poseen una capacidad total de 200 misiles de crucero-  frente a las costas sirias, es muy improbable que, a pesar de la condena mayoritaria de la opinión pública mundial, un ataque a este país pueda ser evitado.

El asunto fundamental es que el conflicto sirio se ha convertido en un problema de dimensiones geopolíticas regional, y lo que está en cuestión es la estrategia global por el control del Medio Oriente. Las intervenciones armadas en Afganistán e Irak no han proporcionado reales avances estratégicos a los EEUU en su proyecto de dominación global, al mismo tiempo que busca reposicionarse en Asia para contener el ascenso de China.

El panorama de la región, luego de 20 años de varias intervenciones militares, es caótico y desolador. Según algunos analistas las fuerzas militares estadounidenses se encuentran sobre extendidas, cansadas y económicamente quebradas. El dilema para EEUU es que una intervención militar limitada no va a obtener la salida de Assad, pero una intervención mayor puede provocar la reacción en cadena de un conflicto regional que no está en condiciones de afrontar. Las recientes declaraciones del Secretario de Estado Kerry, acerca de que el Congreso estadounidense debe autorizar la participación de tropas en territorio sirio y no limitarse a avalar una acción punitiva limitada, como se venía afirmando en un inicio, hacen temer lo peor. Las incesantes intervenciones del Jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, para evitar una intervención armada en Siria han fracasado y los halcones belicistas han ganado una vez más la partida. Pero debemos estar conscientes que esta agresión armada a Siria, no será en nada parecida a las intervenciones armadas en Libia o Irak. Se está abriendo una caja de Pandora y el Presidente Obama está irresponsablemente jugando con fuego en Damasco.

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