¿Cuáles son las políticas para la agricultura familiar?
La agricultura familiar (AF) es una actividad que genera empleo a más de 2 millones de peruanos.
La agricultura familiar (AF) es una actividad que genera empleo a más de 2 millones de peruanos. A pesar de su importancia para la seguridad alimentaria, pues alrededor del 70% de los cultivos alimenticios que se producen en el país corresponden a la pequeña agricultura, las políticas públicas para el desarrollo agrario brillan por su ausencia.
A continuación, Otra Mirada recoge las propuestas a favor de la AF que plantea el sociólogo Fernando Eguren en un reciente artículo de La Revista Agraria Nª162.
Se parte por precisar, ¿qué es la AF? Es una actividad económica conducida por una familia y que proporciona la mayor parte del trabajo. Se calcula que hay más de 2 millones de predios que pueden ser calificados como AF En el Perú, incluye tanto la pequeña agricultura comercial como las comunidades campesinas y nativas. Esta heterogeneidad ha dado lugar a la construcción de tres tipologías: AF de subsistencia, orientada al autoconsumo y con escasa disponibilidad de tierras e ingresos; la AF en transición, que vende la producción, pero también la consume, y que satisface, aunque ajustadamente, los requerimientos de la reproducción familiar; y la AF consolidada, que tiene un sustento suficiente en la producción propia, accede a los mercados y genera excedentes. ¿Cuáles serían las políticas y acciones a favor de la AF?
Primero. Ante una realidad como la descrita, se requiere contar con información clara y oportuna de este sector, sin la cual no puede sustentarse el diseño de herramientas de políticas que respondan a las necesidades de la AF. En el Perú, este conocimiento es disperso, poco sistemático y desigual. Actualmente, el IV Censo Nacional Agropecuario da valiosa información sobre la agricultura y los agricultores, pero no siempre están orientados a un mayor conocimiento de la AF.
Segundo. Los proyectos y programas de desarrollo rural deben enmarcarse en “procesos de desarrollo rural con una perspectiva territorial”, lo cual ubica en una situación estratégica a los gobiernos municipales y al gobierno regional como instancias del Estado con responsabilidades eventualmente mayores que las del propio Gobierno central. Es importante, en este año dedicado a la AF, que el Estado defina políticas en favor de ese sector, que involucren a los gobiernos regionales y municipales.
Tercero. Las políticas agrícolas se deben complementar con la incorporación de políticas públicas extrasectoriales, que mejoren la calidad de vida de los habitantes rurales. Con ello, se debe superar la dificultad de coordinación entre los ministerios, convertidos en feudos reacios a colaborar entre sí. Apoyar a los agricultores familiares requiere la intervención no solo del Ministerio de Agricultura, sino también el de Transportes, de Educación, de Salud, de la Producción, del Midis y, claro está, del Ministerio de Economía y Finanzas, que responde directamente al presidente Ollanta Humala.
Insistimos en que la actividad agropecuaria es fundamental para el desarrollo de nuestra soberanía alimentaria porque es la principal abastecedora de la canasta de alimentos nacional. Por ello, es necesario replantear la estrategia de desarrollo agrario, donde la agricultura familiar se ubique en un rol estratégico, con una efectiva participación de los agricultores, para que así se convierta en la proveedora eficaz de los mercados locales.
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