La democracia está de luto
Nicolás Lynch
La anunciada compra del 54% del grupo Epensa (propietario de Correo, Ojo y otros diarios en Lima y provincias) por parte del grupo El Comercio es una pésima noticia para la democracia peruana. Según los expertos en medios, el grupo El Comercio ya controlaba el 40% de los medios escritos y audiovisuales del país, con esta compra se podría acercar al 70%, por lo menos en el rubro de los medios escritos. Esta situación lo coloca no sólo como el oligopolio de medios que ya es sino también en una posición de dominio en el mercado de la prensa escrita que colisiona con la Constitución y las leyes peruanas.
En esta situación cómo queda la libertad de expresión, ese apreciado tesoro de toda democracia, definitivamente por las patas de los caballos. Para los dueños de los medios la libertad de expresión suele entenderse, en una definición estrecha de la misma, como la competencia entre distintos dueños de medios por una porción del mercado de lectores y/o televidentes y radioescuchas. Bueno, esa estrecha definición está a punto de colapsar y convertirse en inservible en el Perú. ¿Qué va a ser la libertad de expresión de ahora en adelante en el Perú? Simple y sencillamente lo que se les ocurra a los propietarios del grupo El Comercio.
Si la situación va a ser tal en el terreno de la libertad de expresión ¿qué le queda a la democracia? Es decir a la toma de decisiones libre e informada que puedan tomar los ciudadanos en los procesos electorales. Pues nada, corremos el grave peligro que de ahora en adelante el grupo El Comercio pondrá y quitará presidentes, congresistas y alcaldes como le venga en gana, de acuerdo a sus intereses comerciales. Lo mismo sucederá con las decisiones, grandes y pequeñas, que pudieran afectar sus intereses: pasarán por las horcas caudinas de sus “periodicazos”, hasta reducir la voluntad popular a una simple prolongación de su voluntad empresarial.
Si hace unos meses la derecha peruana se rasgó las vestiduras por la posible compra de los activos de Repsol en el país por parte del Estado peruano, definitivamente, esta es una adquisición cuyo daño al Perú es, en cualquier escenario, mucho mayor. Merece, por lo tanto, un debate público que esperamos el fortalecido oligopolio no impida o, como suele ser su costumbre, deforme y lo convierta en una cacería de brujas contra sus detractores.
Hace poco el conocido politólogo chileno Manuel Antonio Garretón señalaba en Lima que uno de los mayores peligros que acechaba la democracia en América Latina era el oligopolio de los medios de comunicación. Me atrevo a agregar que el oligopolio en un mismo tipo de medio (prensa, radio, TV) y la propiedad cruzada en varios tipos de medios (prensa y medios audiovisuales como es el caso del grupo El Comercio) son el más grave peligro para la democracia en la región. Por ello, a pesar de la mala prensa (¡!!!!!) que tienen, los gobiernos de Argentina y Ecuador, han logrado aprobar leyes que abordan estos problemas y tienen como objetivo democratizar los medios de comunicación.
El concepto de libertad de expresión que asumen las iniciativas democratizadoras en la región no es la competencia entre varios dueños de medios privados, sino la competencia entre diversos intereses sociales para mostrar a los ciudadanos alternativas verdaderamente distintas, que reflejen puntos de vista diferentes sobre el reparto de los recursos de la sociedad. Por ello, la insistencia en promover medios privados, públicos y sociales, para que la mentada competencia no solo incluya al mercado sino también a la sociedad.
En el Perú, a la luz de este último suceso, que puede ser el fin, para mal, de la precariedad democrática que vivimos, debe darse un debate para ir a una legislación que impida la dictadura de los oligopolios mediáticos en contra de la democracia. Hay ejemplos en la región que nos pueden servir, pero debemos tener el coraje de hacer nuestro propio camino para que no nos quiten lo poco de libertades que nos ha costado tanto conseguir.
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