La DBA y la mafia estarían ganando terreno
El último jueves, en el Pleno del Congreso de la República se decidió, por 53 votos a favor y 31 votos en contra, suspender por noventa días al congresista electo por Gana Perú, Javier Diez Canseco. Esta decisión ha resultado polémica toda vez que el suspendido es un congresista destacado por su carácter fiscalizador de todo tipo de corrupción y su transparencia durante su larga trayectoria política. Se trata pues de un caso que no se encuentra aislado y que, visto en contexto, revela la intencionalidad de cierto sector que busca ganar terreno.
En las últimas semanas los grupos políticos y mediáticos pertenecientes a la derecha y en estrecha coincidencia con las mafias han avanzado varios pasos, moviendo sus fichas. Lograron, por un lado, la salida de Nicolás Lynch de la embajada de Argentina. Lograron, después de muchas presiones, que el Jurado Nacional de Elecciones aprobara la convocatoria al proceso de revocatoria de Susana Villarán. Es en este contexto que la sanción a Diez Canseco debe ser leída e interpretada no como un caso particular, sino como parte de un conjunto de movidas.
La sanción al parlamentario de izquierda pareciera sellar el primer paso evidente hacia la conformación de una alianza entre el fujimorismo y el nacionalismo que se viene cocinando hace un tiempo y sobre la cual hemos hecho hincapié en Otra Mirada en una anterior oportunidad. ¿Cuál podría ser la agenda de este futuro pacto?
El giro que ha realizado en su gobierno Ollanta Humala hace que esta alianza, que en un inicio hubiera parecido imposible, sea más lógica de lo que creemos. En este momento, son varios los puntos en común que relacionan a ambas fuerzas políticas. Por un lado, el nuevo rumbo emprendido por el gobierno nacionalista ha fragmentado sus alianzas iniciales y ello demanda que busque nuevos acuerdos políticos por debajo de la mesa para aprobar las leyes que Humala requiere como parte de esta nueva ruta. En este sentido, el fujimorismo resulta una fuerza atractiva no sólo por la cantidad de votos que representa en el hemiciclo, sino también por la agenda que, ahora, no es tan distante.
El manoseo sobre el tema del indulto humanitario, a todas luces innecesario para el expresidente Alberto Fujimori, ha sido una evidencia de esta negociación entre los dos partidos políticos. Pero además, la presencia de elementos fuertes afines al discurso fujimorista en el gabinete ministerial así como en el entorno presidencial, refuerzan esta idea. Estas presencias, además, no encuentran un contrapeso toda vez que la derecha ha sabido neutralizar, ya sea directamente o utilizando ciertos eventos, a quienes acompañaron al presidente desde el inicio.
Encontramos entonces un número creciente de “ausentes” en el entorno presidencial y en la bancada oficialista afectada cada vez por más disidencias o pugnas internas que resultan explícitas. De esta manera, no es sólo el presidente el aislado, sino, sobre todo, el discurso con el cual fue electo. Así, son también los votantes y las fuerzas progresistas que confiaron en la posibilidad de una Gran Transformación, tantas veces postergada, quienes resultan siendo traicionados y postergados una vez más. La suspensión de Javier Diez Canseco va en esa línea, en la intención de la derecha por dejar solo al presidente con lo cual es más fácil coptarlo para lograr, finalmente, borrar del mapa la posibilidad de una Gran Transformación que podría beneficiar al país pero, claro, atentar contra sus intereses.
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