La macroeconomía está bien pero hay una crisis política del estado mafioso
Jorge Manco Zaconetti
En el Perú, y en exterior sobre todo en los organismos multilaterales sea Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, gran banca privada, nuestro país con el grado de inversión es visto como un país seguro para las inversiones privadas después de Chile. Con la inflación más baja de la región, con una de las monedas más sólidas en relación al dólar, con una envidiable estabilidad monetaria gracias a la autonomía del Banco Central de Reserva del Perú (BRCP), con crecientes exportaciones sobre todo de materias primas más del 85 % sobre todo de productos mineros (cobre, plata y oro), harina de pescado, gas natural y así sucesivamente.

Es más, se dice que somos el país con más reservas internacionales netas (RIN) en relación al valor de la producción anual (PBI), también que tenemos un menor coeficiente de la deuda pública también en relación al PBI. Pero no se expone que las reservas internacionales en un 95 % de los más de US $ 85 mil millones de dólares, están en bonos del tesoro, derechos especiales de giro (DEG), depósitos en valores, dólares en grandes y seguras entidades bancarias.
Es decir, si se profundiza la crisis del dólar gracias a las erráticas medidas de políticas económicas del presidente Trump en los Estados Unidos de Norteamérica, ella nos arrastrará sin duda alguna. Por tanto, lo recomendable es tener una canasta variada de activos financieros en las reservas internacionales, depender lo menos posible del dólar como reserva internacional y aumentar los volúmenes de oro físico.
Pero el BCRP se guarda en todos los idiomas que los principales bancos centrales del mundo ya no solamente de la República Popular China, Rusia, India, sino también Japón, Corea del Sur, Francia, Italia están comprando oro físico, y tienen más toneladas del metal dorado en relación a los bonos del tesoro norteamericano, pues no confían para nada en el valor del dólar, como moneda de pago, atesoramiento y en su función de reserva de valor.
Desde esta modesta columna hace casi un año advertíamos la incesante carrera alcista del precio internacional del oro que en el 2024 bordeaba los US $ 2,400 dólares la onza troy, en el mes de octubre del presente año, el precio del oro ha seguido un “rush” alcista superando los US $ 4,200 dólares la onza, algo que supera los pronósticos de las consultoras internacionales. Es más, el cielo es el límite, pues cualquier proyección resulta desfasada. A pesar de ello, empresas y analistas del sector, a nivel internacional pronostican que a diciembre del 2026 los precios del metal dorado alcancen los US $ 6,000 dólares la onza, algo jamás pensado meses atrás.
Y pensar que las reservas internacionales de nuestro país en oro son casi iguales al país hermano de Bolivia un poco más de 34.6 toneladas, siendo el Perú un reconocido productor de oro a nivel mundial a diferencia de Bolivia que hacia el 2012 no producía más de 300 mil onzas. Todo hace pensar que importantes volúmenes del metal dorado extraídos en Puno, Arequipa y sobre todo en Madre de Dios “fugan” a Bolivia.
En todo caso el “boom” de los precios del oro con la estadística oficial del BRCP disponible al período enero/agosto del 2024 en relación a similar período del 2025 apenas se ha movido de 4.217 millones oro de onzas (léase 4 millones doscientos diecisiete mil onzas) a 4.206 millones. Sin embargo, en términos de valores de exportación han saltado de US $ 9,575 millones a US $ 13,471 millones, es decir se han incrementado en un 40.6 % al mes de agosto del 2025. Si se tiene presente que las exportaciones de cobre, el principal producto de exportación del Perú, en el mismo período del 2025 alcanzaron los US$ 16,438 millones de dólares, de seguir la tendencia alcista del precio del oro, puede alcanzar los niveles de las exportaciones de cobre.
Del otro lado
La categoría del “Estado Mafioso” le corresponde al investigador y político sanmarquino Manuel Dammert lamentablemente víctima de la pandemia del Covid 2019, en sus diferentes libros, que trata de la captura del Estado por mafias y grupos corruptos que llegaron a su máxima expresión en la dictadura de Fujimori/Montesinos 1992/2000, copando las diversas instituciones políticas, congreso de la república, fuerzas armadas, poder judicial, electoral, fiscalía, prensa y medios de comunicación masivos. Es decir, un régimen sistemático de corrupción en el Estado que la recuperación de la democracia del 2001 no pudo ni quiso desmontar.
En dicho período uno de los mecanismos más importantes de la corrupción fue el proceso de la privatización de las empresas que formaban parte de la Actividad Económica Empresarial del Estado (AEEE), a precios de remate, sobre todo de PetroPerú y filiales, en el sector eléctrico Electrolima, puertos que hoy se han convertido en “bocas de salida” de la cocaína, PescaPerú por citar algunos casos.
En el sector minero las empresas del Estado fueron vendidas a precios de “huevo roto”, Centromín Perú lo más avanzado que tenía el Perú con importantes unidades mineras como San Cristóbal, Andaychagua, Morococha, Casapalca, Cobriza, Cerro de Pasco, unidades que estaban integradas al Complejo Minero Metalúrgico de La Oroya donde se transformaban los concentrados de cobre, plomo, zinc, plata, oro en productos finos con más de 18 subproductos tales como litio, cadmio, teluro, selenio, molibdeno, trióxido de azufre entre otros. Hoy dicho complejo está paralizado desde el año 2010 a la fecha. Gracias a una privatización fragmentada que quebró la unidad técnico material de las unidades mineras con el Complejo Metalúrgico, fuera de la privatización de las unidades eléctricas, la red ferroviaria ligada al Callao con terminal y almacenes incluidos.
Todo ello al margen de las participaciones que tenía Centromín en proyectos mineros como Yanacocha, Antamina que generaron fortunas privadas sobre todo de transnacionales; también se debe recordar la participación de Centromín Perú en la Minera Cerro Verde rentable unidad minera estatal de Minero Perú, que fue vendida en 1994 en la friolera de US $ 37 millones de dólares y hoy genera ingresos por ventas superiores a los US $ 4,000 millones de dólares anuales, con un blindaje tributario que hasta el mismo Banco Mundial cuestiona.
Sea en el período de Alejandro Toledo, donde se negociaron los contratos de exportación de gas natural del lote 56 que dicho sea de paso expira en el 2028 y dicho lote no tiene reservas probadas suficientes para seguir exportando en términos lesivos para el fisco. Como también se firmaron contratos como la Interoceánica en la conexión terrestre con el Brasil, donde la intervención de Jorge Barata con Odebrecht corrompiendo en los gobiernos de Toledo, García, Humala e incluso de PPK fue un mecanismo propio del Estado mafioso.
Por ello en un artículo anterior en especial desde 1992 al presente el Estado Mafioso capturado por grupos de interés tradicionales y no tradicionales, formales e informales hacen negocios con el presupuesto público, fomentan leyes que promueven las economías ilícitas, con un Congreso de la República controlado por las fuerzas oscuras de un renacido fujimorismo, y otras fuerzas de la derecha bruta y achorada (DBA) que gobiernan tras el escenario.
Así, apoyaron a la oportunista de Dina Boluarte el 7 de diciembre del 2022 y se desprendieron de ella el 10 de octubre del 2025 imponiendo como presidente de la República a un cuestionado personaje que tiene serias denuncias de corrupción, con un incremento patrimonial no explicado, desde que asumió la responsabilidad congresal como accesitario de Martín Vizcarra.
En verdad, las crisis políticas exacerbadas por la creciente y descarada corrupción, pobreza, informalidad, pero sobre todo por la inseguridad ciudadana con una estabilidad macroeconómica, son cuestionadas sobre todo por la juventud a nivel nacional la misma que no tiene futuro ante el engaño de las universidades públicas y privadas que se crean como cancha. Es más, el modelo económico intensivo en la producción y exportación de materias primas no genera empleo, salvo en las economías ilegales.
Ello significa que desde el 2016 al presente hemos tenido como presidentes de la República a PPK, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo, Dina Boluarte, y el actual José Jerí Oré con lo cual se reproduce la crisis de los años 30 del siglo pasado, cuyo corolario fue la dictadura de Oscar R. Benavides, con una represión de los partidos políticos de oposición como fue el APRA revolucionaria, el Partido Comunista moscovita (PC), políticas que se mantuvieron con el régimen de Manuel Odría, el general de la alegría (1948/1956) Pareciera que se repite la historia, salvo mejor opinión, y como se preguntara Zavalita de Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral”: ¡Cuándo se jodió el Perú!
Publicado en el Diario UNO
