Tiempos de conquista. Pizarro

Por: 

Pablo Najarro Carnero

En estos días, resurge un incordio que voy escuchando hace ya mucho tiempo. Se ha sentido más fuerte, cuando el ex presidente de México López Obrador, la ha sostenido con cierta dureza, yendo contra España por la conquista de esas tierras por mano de Hernán Cortes, para que pidan perdón.

Se fue también contra la Iglesia Católica, apuntando al Vaticano y logrando, en este caso, la disculpa del papa Francisco. Para el caso dicho, el papa fue conciliador y humilde. Es verdad que, en el nombre del Dios, la Iglesia católica ha cometido acciones horrorosas desde su posicionamiento de mano de Constantino. Durante la edad media, todo el oscurantismo y en medio, las cruzadas, no son momentos para hacer apologética férrea. Si bien la iglesia católica se aggiornó en el concilio del Vaticano II, pero, desde el ascenso a la sede petrina del polaco Wojtyła, la iglesia involucionó y podemos decirlo, que, con la llegada de Bergoglio, vamos volviendo a lo que es una verdadera iglesia. 

Para terminar esta parte, hay que decir que, en todas las religiones hay extremismos, de relecturas trasnochadas de sus libros sagrados. Así, nada que de extrañarnos de la iglesia católica. 

Las iras contra la conquista española, creo que son desmesuradas. En el despertar europeo, pos oscurantismo, los imperios de la época, se dieron a la tarea de posicionarse como tales, fueron allende los mares y océanos. Después, hacia 1884, Europa, en Berlín, nuevamente, ya de manera legal, se reparten el África . 
 
La América ignota, recién redescubierta por Colón, apunta todas baterías hacia el nuevo edén. Primero hacia el centro, conquistando, por manos de Cortes, el imperio Azteca Maya. Más tarde, Pizarro, yendo hacia el sur, conquista el Tawantinsuyo. 

Hacia América, después de los españoles, también voltearon su mirada hacia el sur, los portugueses, llegando por el Atlántico. Por el tratado de Tordesillas, ellos se quedan por ese lado. Hacia el centro van todos los piratas y filibusteros, en lo que hoy llamamos Las Antillas. 

Hacia 1862, Francia, por deseo de Napoleón quiere conquistar México. No lo logra. Más al norte, los ingleses conquistan los territorios habitados por nativos, los últimos, no llegaron a consolidarse como una sociedad poderosa, no fueron un imperio. Hay una canción del grupo Río, que recuerda esta parte de la historia . 

Para mí, cualquiera de ellos pudo llegar, como dije, era época de conquistas. Ninguna de ellas piadosa, por hablar desde una misión religiosa, que de alguna manera o en gran parte, propuso como deseo la reina hispánica Isabel a sus encomendados. 

Yo digo que lo mejor fue la llegada de los españoles, mas allá de la deplorable y cruel forma de conquista que realizaron, muchas de ellas en el nombre de la cruz. 

De llegar los lusitanos, ellos eran esclavistas, no les interesaba crear colonias y vivir de ellas. Establecieron, para el caso de lo que hoy es Brasil, puntos de comercio alrededor del esclavismo. De haber llegado a tierras incásicas, no quedarían rastros de nuestros apellidos. La mayoría de capturados terminaron en el África. 

Al norte de América, los ingleses, migrantes forzados por creencias religiosas, llegaron a establecer colonias (13) pero ellos no consideraban en su ecuación de establecimiento, contar con los nativos. Al no considerarlos, su solución fue exterminarlos, llegando a su leitmotiv de que “el mejor indio, es el indio muerto”. De haber llegado aquí, tampoco hubiera rastros de nuestros apellidos.

Y los que llegaron a las Antillas, eran en su mayoría, gente de clase baja y delincuente. Estando hacia el Atlántico, no pasaron lo que hoy es, las selvas de Brasil o Venezuela.

Para una reflexión final. En América llevábamos más de veinte siglos de retraso. Los avances culturales, como la escritura, la rueda, la tecnología y más, ya habían avanzado mucho. Aquí, ni la rueda, ni la escritura era conocida. 

Los españoles llegaron para usufructuar, pero era clasemedieros y se “ajuntaron” con los nativos creando un mestizaje que hasta hoy perdura.