Reconciliación nacional: término manoseado por políticos infames
Gabriel Gómez Tineo*
Para los ayacuchanos hablar de reconciliación nacional tiene implicancias éticas muy profundas, sobre todo cuando miles de ayacuchanos aún tienen las heridas abiertas por los daños ocasionados por la violencia política que vivió el país en los años 80. Los políticos pueden hablar de reconciliación nacional sin entender el significado, como lo hace el primer ministro al referirse al incidente de la jaloneada a la presidenta de la república por parte de las familiares de los asesinados del 15 de diciembre del 2022, como una respuesta acumulada de indignación y frustración a tanta impunidad.
Acá nada ha pasado, según la lógica del gobernador regional de Ayacucho y la presidenta de la república, porque solo así se podría entender su actuación, totalmente insensible y deshumanizada, en busca de odas y popularidad en un lugar donde se derramó sangre y dolor por los muertos y heridos ocasionados por su régimen.
La presidenta de la república en campaña y, antes de juramentar parafraseaba a doquier y a viva voz por los “nadies”, el famoso poema de Eduardo Galeano. El tiempo demostró que esos “nadies” son “despreciables”, porque se les acusó con todos los epítetos posibles. “terroristas”, “vándalos”, “comunistas”, usados como justificaciones perfectas para cometer crímenes y asesinarlos como si fueran carnadas de cacería y de esa manera generar un manto de impunidad.
El premier en su defensa apela a que busquemos un dialogo para la reconciliación nacional, como si se tratase de algo tan sencillo, más aún cuando los crímenes ocurrieron cuando él era ministro de defensa y los militares fueron los que dispararon a los civiles como si estuvieran en un escenario de combate. Numerosas investigaciones periodísticas, informes de instituciones internacionales han confirmado que se cometieron violaciones a los derechos humanos. Asimismo, a un año de lo ocurrido no se muestra avances en el proceso de investigación para dar con los responsables, peor aún en medio de los conflictos y disputas por el poder la Fiscal de la Nación amenazó a la presidenta de la república de acusarla por esos crímenes, demostrando claramente su intención de instrumentalizar a los muertos para fines particulares.
Para hablar del dialogo para la reconciliación nacional es necesario reflexionar más allá de intenciones perversas, que al final solo logran agrandar las frustraciones de los afectados. La reconciliación nacional tiene implicancias más allá de discursos vacíos, un primer pilar para aproximarnos a ella tiene que ver con gestos institucionales y en este caso con el gobierno, porque el perpetrador es el gobierno que ni hace ningún gesto de arrepentimiento y perdón. Por el contrario, persiste el maltrato y la estigmatización a los ciudadanos que reclaman justicia. El segundo pilar tiene que ver con la justicia que, de alguna manera, repara a las familias, porque se asume que los culpables confrontan las sanciones y las penas por los delitos. Si por lo menos habría algún viso o intención de buscar la reconciliación nacional las autoridades de este gobierno mostrarían algún gesto para generar canales de dialogo, pero a la luz de los hechos queda demostrado que hablar de reconciliación nacional no es más que una frase vacía que sale de la boca de algunos políticos y defensores de este régimen.
No es posible hablar de reconciliación nacional cuando hasta la fecha tenemos deudas pendientes con los familiares de los desaparecidos y fallecidos de las víctimas del periodo de la violencia política, no es posible hablar de la reconciliación nacional cuando ni siquiera se quiere reconocer que el gobierno cometió crímenes en las protestas sociales, no es posible hablar de reconciliación nacional cuando existe un tremendo negacionismo a la verdad, no se puede hablar de reconciliación nacional cuando el 81% de los peruanos afirman a través de las encuestas que se violaron derechos humanos durante la protestas sociales, no es posible hablar de reconciliación nacional cuando casi 9 de cada 10 ciudadanos no se siente representado por este gobierno y prefiere que se vayan todos. Entonces la “reconciliación nacional” repetida por los políticos y ciudadanos cae en saco roto, es fofa y vacía porque no busca generar ningún cambio. Es bien cómodo decir “dialoguemos para reconciliarnos” desde una posición de poder mientras la otra parte está desamparada.
Reconciliarse no es tan sencillo como creen muchos políticos, un ejercicio mínimo que debemos ensayar es la empatía, entender el dolor y el sufrimiento de los afectados, y si logramos hacer ese ejercicio ahí podríamos comenzar a hablar del tema, mientras tanto calladitos se verían mejor nuestros políticos.
* Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.