Edmundo Murrugarra Florián
Víctor Caballero Martin
Edmundo Murrugarra Florián (Cajamarca, 1937), fundador de Vanguardia Revolucionaria, líder indiscutido de la Nueva Izquierda que emergió a mediados de la década del sesenta, es uno de los protagonistas principales de la historia de la izquierda peruana en su periodo más azaroso y crítico en las tres últimas décadas del siglo XX. Escribo este artículo como reconocimiento a su trayectoria política, esperando que su salud se recupere plenamente.
En la formación de Vanguardia Revolucionaria (VR) convergieron jóvenes militantes socialistas provenientes de partidos o movimientos, todos ellos dispuestos a conducir al pueblo hacia el camino revolucionario de derrotar el sistema de dominación del poder oligárquico y terrateniente que controlaba el Estado Peruano. Sus líderes principales eran Ricardo Napurí, Ricardo Letts y Edmundo Murrugarra. En su primer congreso eligieron a Ricardo Napurí como secretario general.
VR no era, por cierto, el único partido o agrupación de izquierda que se guiaba por ese objetivo; en la década del sesenta otras agrupaciones e intelectuales de izquierda tenían esos mismos planteamientos y se preparaban para impulsar transformaciones estructurales de la sociedad y el estado peruano. El fin de la dictadura de Odría (1956) había abierto un periodo de intenso proceso de sindicalización obrera y campesina en todo el país; surgieron organizaciones populares en las periferias de las ciudades que se movilizaban y tomaban terrenos deshabitados en busca de techo y vivienda. Los partidos y movimientos de izquierda consideraban entonces que las condiciones para un proceso revolucionario estaban abiertas, y se organizaron en consecuencia. Pero, no todos tenían las mismas estrategias o los mismos fundamentos programáticos que los guiara en ese objetivo.
Los fundadores de Vanguardia Revolucionaria consideraban que, en base al intenso proceso de insurgencia popular, era válido utilizar todas las formas de lucha eran válidas, incluyendo la lucha armada. No era casual que el logo de VR tenía un fusil (con mira telescópica), que resumía esa opción política. Pero en 1965 la experiencia guerrillera del MIR con Luis de la Puente Uceda no había tenido éxito; unos años antes (1963) el intento del Ejército de Liberación Nacional de abrir un frente de lucha en Ayacucho y Madre de Dios no había prosperado con la muerte de Javier Heraud en Puerto Maldonado.; dos años después (1967) la experiencia guerrillera de Ernesto Guevara era derrotada en Bolivia.
Para la militancia de izquierda de entonces era necesario revisar seriamente la estrategia política, pero, sobre todo, la concepción política respecto del camino a seguir. En VR se generó, como era de esperar un intenso debate interno que lo llevó a nuevas rupturas. En esas circunstancias se produce el golpe militar de Juan Velazco Alvarado que derrocó al gobierno de Fernando Belaúnde y la coalición oligárquica que dominaba el país: Velazco emprendió, entonces, un proceso de reformas políticas progresistas que eran parte de la agenda política de izquierda.
Partidos y la militancia de izquierda entró en un largo e intenso debate respecto de la estrategia a seguir: o se plegaban al proceso de reformas bajo el mando de los militares, o se mantenía en su apuesta terca de construir su propio camino hacia la revolución popular; la otra variante de reflexión era: o persistían en la estrategia de la lucha armada para lo cual se debía seguir preparando para el asalto al poder, o se cambiaba hacia un estrategia de insertarse al movimiento popular para construir un camino propio hacia la revolución popular.
En Vanguardia Revolucionaria ese debate fue inevitable e intenso. O se persistía en la estrategia de la lucha armada o se construía otra estrategia. En ese debate destacó Edmundo Murrugarra. Edmundo, quien bajo el seudónimo de Evaristo Yahuar escribió uno de los artículos fundamentales que marcó el destino de la militancia de VR y de la lucha política popular: «Las tareas actuales del proletariado y la izquierda marxista-leninista». Publicado en Crítica Marxista Leninista N°4, junio de 1972,
¿Por qué fue fundamental este ensayo? básicamente por dos razones: en primer lugar porque sacó a Vanguardia Revolucionaria y a sus principales cuadros políticos de la lógica militarista de prepararse para la insurgencia armada; y en segundo lugar, porque estableció como estrategia la inserción de la militancia en el seno del pueblo y desde ahí, ayudar a la construcción de gremios obreros, campesinos, populares con independencia de caso y sin sometimiento al gobierno militar. Así, la militancia vanguardista acompañó e impulsó la reconstrucción de la Confederación Campesina del Perú, la formación de sindicatos de trabajadores en las minas, en las fábricas; acompañó las invasiones de terrenos para la vivienda popular; se insertó en las demandas de movimientos regionales que luchaban contra el centralismo, entre otras movilizaciones populares.