La constancia democrática
Laura Arroyo Gárate
El 19 de julio inició una nueva fase en las movilizaciones contra la dictadura de poderes cuya cabeza visible es Dina Boluarte. Como muchos venimos comentando, no se trataba de una jornada específica, sino del inicio de un nuevo momento de protestas que tenían uno de sus principales lugares de destino Lima, pero no exclusivamente Lima, y no se circunscribía al miércoles 19. Saben bien los peruanos y peruanas movilizadas que esto no va de una jornada de lucha. Saben bien que esto no se trata de una tarde de la semana para mostrar indignación antes de volver a casa. De una articulación para la foto. Los peruanos y peruanas movilizadas desde diciembre del año pasado nos han enseñado otro valor además del democrático: la constancia impugnadora.
No es la primera vez que las luchas populares duran más de un día. Pero sí es la primera vez que duran tanto tiempo. Más de siete meses de movilizaciones distintas, con diversas intensidades y con señas de protesta diversas han logrado muchas victorias. La principal de ellas es llegar, siete meses después, a un julio en que había en Lima -bastión del apoyo de la dictadura- nuevos actores que se sumaron a la movilización por primera vez. El sentido común contra la dictadura se ha impuesto pese a los poderes que hacen hasta lo imposible por mostrarse sólidos y victoriosos. La pulsión democrática ha ganado ya la construcción de una mayoría que puede ser desordenada y heterogénea, pero está demostrando su potente transversalidad al convocar a distintos sectores y distintas demandas. Ya hemos ganado algo.
Pero el 19 nos recordó también que a veces hay que decir las cosas más claras porque algunos actores recién sumados a la movilización olvidan que hay memoria de la movilización, memoria de la resistencia, memoria de los asesinados, memoria de los detenidos, memoria de los terruqueados y memoria de los invisibilizados hasta que ya no pudieron seguir ocultándolos. Nada empezó el 19.
El 19 inicia una nueva fase que no sería posible sin la resistencia heroica de las y los campesinos, las y los aimaras, nuestros hermanos y hermanas generalmente de provincias, los ronderos, los comités de lucha auto convocados desde diciembre, etc. Pienso también en los comunicadores populares que llevan meses con sus celulares haciendo la chamba que el periodismo cómplice de Boluarte no hace. Pienso también en las y los pocos periodistas que merecen ser llamados así y siguen pateando las calles siete meses después para que ningún hecho quede en el olvido y les dan la voz a los verdaderos protagonistas y no a los analistas de salón que saben de las marchas por los libros que leen, pero no por las calles que a lo mejor han pisado por primera vez el miércoles.
El problema es creer que bastaba con salir el 19. Que basta con andar unas cuadras y luego contar según los asistentes si fue o no una marcha “victoriosa”. El sábado, hemos vuelto a ver cómo el Perú movilizado lo tiene más claro y sabe que el éxito de la manifestación se mide por su constancia. ¡¿Qué podemos enseñarles de constancia a quienes llevan siete meses haciendo paros secos y bloqueando carreteras para hacerse notar?! Claro que hay que sostener la movilización y sostener las condiciones materiales para que nuestros hermanos y hermanas puedan seguir defendiendo nuestra democracia. ¿En serio alguien creía que venían de sus territorios para una marcha de una tarde? Pues en Canal N lo creían. Siempre tan alejados de la realidad en el oligopolio mediático que nos “habla” de esa realidad que desconocen.
Y por eso es clave que Lima siga movilizada. No sirve hacerlo una tarde y, peor aún, decir como han hecho algunos influencers que hay que agradecer a la policía por no haber causado muertos el 19. Es vergonzoso, nefasto y revictimizador para más de 60 familias, que agradezcas a quienes apretaron gatillos contra nuestros hermanos.
El sábado, la represión fue brutal. Los vídeos la muestran. Las fotos son irrebatibles. Y la represión fue brutal porque el sujeto político movilizado desde la constancia no es limeño, aunque pueda hacer excepciones. No es blanco. No es urbano. Eso explica que la policía se sienta más envalentonada para replicar la orden que lleva ejecutando desde diciembre: dispara, violenta, agrede. A las mujeres aimaras las han agredido sin ningún rubor. A quienes lograron ocupar por unos minutos la Plaza San Martín que es de todos y todas en una ciudad a la que acaban de llegar, los han gaseado sin parar. Y han detenido sin razón alguna y contra la legislación que ampara derechos humanos a más de un ciudadano que ejercía su derecho a la protesta. Quien cree que ha habido alguna enmienda o aprendizaje por las fuerzas del “orden” habla desde su privilegio. El verdadero motor de la movilización por la democracia es quienes más agredidos y agredidas resultan. Son quienes lo han dejado todo por luchar por su derecho a hacer política y en Lima por primera vez en este proceso han encontrado algo de sostén, pero siguen sin encontrar verdadera empatía democrática. La lucha es constancia, pero hay quienes pagan esa constancia más caro. Porque en el Perú que queremos cambiar tener un color de piel te pone en el punto de mira de un arma, usar cierta vestimenta envalentona a un policía a golpearte y hablar con cierto acento “justifica” que te detengan.
Cuando hablamos de construir otra democracia posible hablamos también de esto. De una nueva forma de encuentro entre peruanos y peruanas que parte del reconocimiento e indignación frente al racismo con el que operan tanto la dictadura y su brazo policial y castrense, como aquellos que creen que la lucha por la democracia es un momento en el día mientras hay otros que se están jugando la vida y la libertad por todos y todas. No es posible una democracia con el racismo que excluye de ella a las mayorías del país. Hoy, esa mayoría está en Lima librando la batalla. Y toca aprender de ellos y ellas que esa es la gran batalla de nuestras vidas. Y como toda gran disputa, el camino demanda constancia y firmeza.
Nada ha acabado. Esto recién empieza. Este 28 de julio va a ser muy importante en el Perú. Porque esa verdadera independencia ya ha parido.
(Foto de Aldair Mejía. Momento en que la policía violenta a una hermana peruana. Lo que el poder mediático no te va a enseñar. Y lo que algunos que se dicen demócratas y marcharon el 19 no se enteran que ocurre a diario. La metáfora de ese estado que ve en algunas ciudadanas, sujetos sin derechos.)