El gobierno ha publicitado con bombos y platillos el logro de 852 358 peruanos alfabetizados en 1487 distritos del país1, aunque el Presidente Alan García exageró en el discurso sobre el tema, seguro por emoción, elevando la cifra hasta 1 millón 300 mil. Los expertos más reconocidos en el campo educativo dudan de estos logros debido al método empleado, al tiempo de ejecución del programa y la inversión en el mismo; por otro lado, ninguna auditoría independiente ha revisado estos resultados y ello genera más dudas.
 
Para combatir al analfabetismo el Ministro de Educación y el Presidente de la República pusieron en marcha un plan de alfabetización (PRONAMA); pero programas con métodos similares han sido antes probados en otros países con resultados poco aplaudidos. José Rivero, experto en temas educativos, expresa sus dudas por una serie de motivos. Él y otros analistas afirman que la selección y la capacitación de promotores son insuficientes al igual que las diez semanas dedicadas a la alfabetización. Pero lo más importante es que la Educación Básica Alternativa, a la cual deberían acogerse los nuevos alfabetizados cuenta con recursos mínimos y no ha sido considerada como estrategia inicial en este programa. Vale decir, los nuevos alfabetizados corren el riesgo de sumarse a la lista de analfabetos funcionales en breve.

Como bien afirma José Rivero, el analfabetismo en nuestro país se superpone con la población más pobre. Este fenómeno es estructural y demanda más que campañas de alfabetización un verdadero esfuerzo en educación de adultos. El esfuerzo resultará inútil si se trata de una medida aislada que no contempla una real reforma y un plan posterior para los nuevos alfabetizados. Es preciso, por tanto, que el Proyecto Educativo Nacional se ponga en marcha de una buena vez, de lo contrario la articulación de las propuestas será nula y el resultado lamentable.

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