Seguros oncológicos crecen sin regulación
Cada año en el Perú se detectan alrededor de 45,000 casos de cáncer, muchos de ellos son tratados en aseguradoras (Rímac, Pacífico) y prestadoras de salud (Oncosalud), las mismas que han experimentado un crecimiento envidiable en los últimos años. Pero ¿este aumento en la venta de seguros ha tenido una correspondencia en la calidad del servicio que ofrecen? Algunas denuncias dan cuenta de una situación preocupante.
Hace unas semanas el médico internista Fernando Román denunció a través de un programa de televisión una serie de irregularidades en el tratamiento del cáncer de cerebro que padece su esposa. La empresa elegida por el médico y su familia fue Oncosalud, la misma que obtuvo ingresos por más de 200 millones de soles durante el año que pasó, de los cuales solo 70 fueron utilizados para el tratamiento de esta enfermedad. Un negocio redondo.
Tratamientos ineficientes, errores en la administración de medicamentos, baja calidad del servicio hospitalario y una cobertura limitada fueron algunos de los problemas que el médico tuvo que lidiar arriesgando la vida de su esposa. Oncosalud, entre cuyos accionistas figuran los ex ministros apristas Luis Pinillos y Carlos Vallejos, pidió disculpas por los daños ocasionados pero se negó a devolver el dinero invertido por el médico en servicios complementarios, no cubiertos por la empresa.
¿Por qué Román hizo la denuncia ante un medio de comunicación y no ante las autoridades competentes? La realidad es que pese a que existe una Ley de Aseguramiento Universal, cuyo propósito es establecer requisitos mínimos para los servicios que prestan las aseguradoras, la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) recién comenzará a aplicarla a partir del 2018. Hasta entonces las empresas gozarán de un período de gracia, libres de amonestaciones por abusos como el citado.
Una de las instancias a las que se puede acudir es el Indecopi, que si bien no está facultado para pronunciarse sobre el fondo de las denuncias, sí puede sancionar a las empresas por incumplir con lo ofrecido en las cartillas de información. Así, tenemos que Oncosalud es una de las aseguradoras que mayores quejas presenta por incumplir con el servicio ofrecido en su publicidad. Sólo en el 2014 la empresa fue obligada a pagar más de 30 UIT por esta razón.
Otro problema frecuente con los seguros, en especial los oncológicos, es que las aseguradoras reestructuran el contrato cada año de manera unilateral. Así, en agosto pasado una trabajadora de Rímac, empresa que a la vez venía cubriendo los gastos del tratamiento de leucemia de su menor hijo, denunció que esta le exigía el pago de 8 mil soles mensuales cuando el pago regular era de 300. La trabajadora logró apenas una rebaja, como si se tratase de una dádiva de Rímac y no de un derecho de todo asegurado.
Si a ello se le suma que no existe una tarifa única para los medicamentos en las clínicas privadas, la situación de los enfermos de cáncer se torna en un vía crucis. El copago, que es el que solventan los pacientes al retirarse de los centros de salud, incluye una sobrevaloración de los medicamentos que puede llegar a ser hasta del 300% con respecto a lo que se cobra en las farmacias, según denunció el Colegio Médico del Perú en 2013.
Pese a ello, según información de Sunasa ya son cerca de 1.1 millones de peruanos los que cuentan con un seguro oncológico privado. El resto, si así se lo permite su economía, puede asegurarse en el SIS, trasladarse a uno de los centros públicos especializados en el país y competir por una cama de hospital. Todo con la enfermedad a cuestas.
¿Qué ha hecho este gobierno para resolver estas inequidades? A decir de Alexandro Saco, la implementación del Plan Esperanza así como el aumento del presupuesto del SIS son buenas noticias, sin embargo es necesario profundizar las reformas. “En el Perú hay una carencia enorme de profesionales con especialidad en oncología, infraestructura y tecnología médica”, señala. Si los que pueden pagar un seguro privado no tienen ninguna certeza de que serán atendidos como se debe, ¿qué deberían esperar los más pobres?
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