El Perú perdió a Rafael Roncagliolo
Ángel Páez
Lamentamos la partida de un amigo, de un luchador y uno de los miembros de nuestro Directorio en OtraMirada, que luchó toda su vida por alcanzar una democracia con justicia social con la convicción de hacer del diálogo el medio para resolver las diferencias entre los seres humanos con el profundo amor que tenía por el Perú.
En una de sus últimas columnas, que publicó el 17 de abril de este año en su espacio habitual en La República, Rafael Roncagliolo escribió bajo el título de “No todo está perdido” un texto optimista no obstante sentirse desalentado por los resultados de la primera vuelta presidencial. “Estos dos elementos, el parlamentario y el ciudadano, son indispensables para que el país no se descalabre. Y para preparar, desde ahora, no mañana, un mejor destino mediato. Un destino de verdad republicano”, señaló. “Mientras tanto, para ganar y para gobernar, tanto el uno (Pedro Castillo) como la otra (Keiko Fujimori) necesitan una convocatoria mucho más amplia”. Así era Roncagliolo, un hombre que, en medio de la confrontación, la discrepancia feroz y la polarización, siempre tenía algo que proponer para que el país encontrara su camino. Después de luchar por varios días contra el COVID-19, Fortunato Rafael Roncagliolo de Orbegoso perdió la vida el sábado primero de mayo. Tenía 76 años.
Interesado por la literatura y la psicología, al final se decidió por la sociología y se dedicó a la lucha estudiantil hasta convertirse en presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Fepuc), en 1964, en un periodo en el que los jóvenes querían repetir la revolución cubana. Roncagliolo desde entonces abrazó la militancia izquierdista, por lo que respaldó las reformas del régimen del general Juan Velasco Alvarado, incluso trabajó para medios controlados por el gobierno militar. Pero nunca renegó de ese pasado, no obstante que tuvo que salir del país por pronunciarse en contra de las deportaciones: “A mí no me molesta que me llamen velasquista. Si tendría que elegir entre velasquista y antivelasquista, por supuesto que sería velasquista”, le dijo a la Revista Ideele, en 2020.
Estudiante. En la católica, el segundo de derecha a izquierda
En 1976, poco después de que el general Francisco Morales Bermúdez sustituyó a Velasco, Roncagliolo y colaboradores militares y civiles del velasquismo fundaron el Partido Socialista Revolucionario (PSR). Morales Bermúdez lo deportó a México. El escritor Santiago Roncagliolo, hijo del desaparecido sociólogo, periodista, catedrático y diplomático, recordó ese periodo funesto de persecución, amenaza y miedo: “Mi padre militaba en el PSR. Como parte de esa militancia era clandestina, en casa tenía un pasaporte argentino falso, con otro apellido y una foto en la que aparecía con barba. Yo pensaba que mi padre era un agente secreto que huía de las fuerzas del mal”, declaró a la revista Espéculo, de la Universidad Complutense de Madrid, en 2010.
Investigador de las comunicaciones y del periodismo, profesor en universidades nacionales y extranjeras, era un estudioso incansable de la realidad nacional, cuyos resultados presentaba con frecuencia y rigurosos ensayos y combativas columnas, como en “Cara al futuro”, que publicaba en La República. Era un fanático de la concertación. Era un convencido de que esa era la ruta que el Perú necesitaba para encontrar la justicia social. En esa línea, durante el régimen autoritario de Alberto Fujimori, fundó la Asociación Civil Transparencia, en 1995, y también fue uno de los gestores del Acuerdo Nacional, en 1999, dos trascendentales iniciativas políticas que buscaban la restitución de la democracia en el país.
Encubierto. Falsa identidad para evadir a los perseguidores.
El exmandatario Ollanta Humala lo nombró canciller en 2011 y se mantuvo en el cargo hasta 2013 y entre 2015 y 2016 se desempeñó como embajador en España. Sin embargo, nunca dejó de lado su vinculación con la política. El 22 de marzo de este año, la candidata presidencial por Juntos por el Perú, Verónika Mendoza, lo presentó como integrante de su equipo de gobierno. Tampoco dejó de lado su columna periodística, que dedicó al análisis de la política mundial y, cómo no, a la competencia electoral.
El 3 de abril, pocos días antes de la primera vuelta, publicó “Carta a un amigo de derecha”, que, con su característico sentido del humor, desnudó a sus rivales: “Así que hay cosas que conservar, pero también muchas cosas que cambiar. Basta con leer las recomendaciones del FMI, la Cepal, la OCDE o del Foro Económico Mundial de Davos. Todos proponen cambios urgentes e importantes. Y concordarás conmigo en que ni el FMI ni la Cepal ni la OCDE ni el Foro de Davos son comunistas, caviares o terrucos”. Como dicen sus amigos y seguidores, la ausencia de Rafael Roncagliolo en un momento crucial para el país dolerá hondamente.
Enfoque
Ramiro Escobar – Internacionalista
“Nos hará mucha falta”
En momentos en que vivimos asfixiados por la polarización, la partida de Rafael Roncagliolo es algo muy amargo, pero a la vez esperanzador. Pocas personas en la vida pública estuvieron tan dispuestas a reconocer al adversario, a hacer de la política nacional, e internacional, una instancia de diálogo y no de confrontación. Como fundador de Transparencia, como secretario del Acuerdo Nacional y como Canciller, Roncagliolo hizo todo lo posible para que el diálogo no fuera una palabra hueca sino viva. Lograr que culmine sin sobresaltos el proceso de cumplimiento del fallo de La Haya, por el caso que llevamos frente a Chile, requirió de su destreza. También apostar por la Comunidad Andina y a la vez por la Alianza del Pacífico, algo que algunos considerarían incompatible. Cuánta falta nos hará ahora para calmar las aguas turbulentas del proceso electoral, o simplemente para entender que, en el mundo y en nuestro país, es posible conversar, ponerse de acuerdo, construir. Nos quedan su palabra y su calidez.
Herencia. Con Santiago Roncagliolo, su hijo, notable escritor.