Se nos fue el cholo
F. Jiménez*
No son ni las 7 am. Estoy en la compu avanzando con el ranking del año. Tomo un sorbo de café, oigo el timbre del WhatsApp y leo: “Falleció el Cholo Sotil”. Trago saliva, siento pena, el “Cholo” era mi amigo; mi ídolo, uno de los que más me cautivó con su fútbol desde que jugaba en el Defensor Rímac, en el estadio Villanueva de Ciudad y Campo. Por eso yo les sacaba ventaja cuando me decían: Yo lo vi al Cholo en Segunda en el San Martín; yo solo sonreía. El Cholo jugaba en la Liga de Cercado para el Gaillard, y el Rímac no era liga aún. Cuando leí en un panfleto que Muni lo había contratado me fui al estadio San Martín para verlo porque era extraordinario.
A Hugo lo conocí personalmente en 1978 cuando yo vivía en Argentina y el Dr. Jorge Alva lo llevó a operarse del muslo. Lo iba a intervenir el doctor Fernández Snorr, médico de Independiente que tenía su Clínica Duval en San Telmo. Como el doctor Alva tenía que regresar en la noche a Lima, me pidió conseguir a alguien para velar al Cholo. Yo mismo soy Doc, le dije y aceptó. Cuando esté durmiendo después de la operación y grite de dolor tocas el timbre para que la enfermera le dé un sedante; tenemos que recuperar al “Cholo” para el Mundial, me dijo el Doc.
Esa madrugada una o dos veces él se quejó del dolor. Llamé entonces a la enfermera y le dio un sedante. A la mañana conversamos. Yo pensé que eras el futbolista más macho que he visto, pero tus llantos en la madrugada me obligan a decir que no. Y se reía. ¿Tú me has velado? me preguntó. Sí Hugo, me lo encargó el doctor Alva, quien ya se fue a Lima. Yo tocaba el Cielo con las manos, estaba frente a uno de mis ídolos y nos pusimos a charlar hasta el mediodía en que almorzamos y ya me tuve que ir.
La última vez que hablé con él fue hace 15 o 20 días. Me pidió disculpas por no haber ido a un evento que hice en San Miguel. Tranquilo Cholo, no pasa nada. Hace unos años me pidieron que lo lleve a Lunahuaná. Es que siempre le hacían ganar su platita en eventos donde daba el play de honor. Puso como condición que solo iba si yo lo llevaba en mi auto. El alcalde me dijo: Ya pues tráelo. Y le recordé que mi carro no andaba con agua. Y al final fuimos con Hugo. Lo busqué en su casa de Cahuache y enrumbamos por la Panamericana Sur.
Me extrañó que se sentara adelante, como copiloto. Siempre que hemos viajado juntos él prefería sentarse atrás. Cuando llegamos a Pucusana me paró la Policía de Carreteras. ¿Por qué no viene con luces encendidas? Les pedí disculpas, que no me había dado cuenta. Ya cáete con 50 mangos y asunto arreglado. Hugo estaba sentado a mi lado con su buzo blanco y la gorrita que ocultaba su rostro. Se bajó del auto y les dijo respetuosamente. “Maestrito, ha sido un error, por favor perdónenos que hemos venido distraídos”. El Policía lo miró fijamente y acotó: A ver levántese la gorra. Hugo así lo hizo y de pronto el policía empezó a gritar. ¡Muchachos vengan, acá está el Cholo Sotil! Avisa pues hermano, no seas tan humilde. Y toda la estación policial empezó a sacarse fotos con él.
Seguimos la ruta y le digo: “Cholo, tú no sabes quién eres”. Y riéndose me dice ¿Quién soy? Jajajaja, nos empezamos a reír. Llegando a Lunahuaná, el alcalde nos recibe e invita a almorzar. Tenían que inaugurar una loza deportiva, más al verlo tan sencillo y humilde decidió que la loza se llamara Hugo Sotil Yerén. Sus funcionarios al toque hicieron toda la documentación y la gente de Lunahuaná lo rodeó para tomarse fotos con él.
Al regresar al filo de las 6 de la tarde se sienta en la parte de atrás de mi auto, se apoya en el asiento y mientras bajábamos de Cañete, él me hablaba como un loro. Me contaba de su paso por Barcelona. “Tú sabes que yo era el único que lo jodía al gringo Johan Cruyff. Juanito, Asensi, Rexach me decían “Cholo, córrele la cortina al gringo que se está duchando”, y yo me acercaba y le tocaba las nalgas, jajaja. Sal de acá Cholo de M., me decía, y todos los jugadores del Barcelona que estaban en el camarín se reían.
Habló y habló todo el viaje, empezaba a oscurecer. Y le digo “Cholo te has comido un loro, hace rato que hablas cuando tú eres poco de hablar”. Y me responde: Es que evito que te duermas, choques y aun no quiero morir. El Cholo fue un hombre bueno, noble, sencillo. Nunca desde que nos conocimos le oí vanagloriarse de lo que fue. Siento mucha pena por su muerte. Fue el crack más humilde que conocí. Un día le dije a Rossmery, su hija. “Tú papá y Maradona son los dos futbolistas más valientes que he visto para aguantar patadas”.
Chau Cholito, no sabes cómo llora todo el Perú tu muerte. Podría escribir un libro con todas las anécdotas que pasamos juntos. Una lágrima corre por mi mejilla. Y gracias por ser mi amigo. Gracias por ir a la presentación de mis dos libros y todos los eventos que te pedí que fueras. Dios te recibirá en su reino porque tú fuiste más bueno que el pan. Hugo Sotil Presente!!
*Félix Jiménez, Periodista Peruano que reside en Argentina