Algunas características del movimiento que se trajo abajo el golpe

Por: 

Augusto Malpartida León*

Una fuerza política ha llegado para quedarse, se han traído abajo un gobierno, han obligado al Congreso a dar una salida política, lograron que millones de peruanos recuperasen la confianza en el accionar colectivo y colocaron en la agenda nacional la urgencia de cambios sustanciales en el país1.

Han envejecido a los partidos, a todos, hasta los más nuevos, haciendo más que evidente que no los representan y cuando dicen eso, están hablando de todo el espectro político. No aceptan las intermediaciones partidarias, no tienen un mando centralizado.

Pero tuvieron la flexibilidad necesaria para dejar que el corrupto congreso, perfecto representante de todo lo viejo en la política nacional, diera la salida política, eligiendo un Presidente. Claro lo hicieron actuar con “una pistola en la sien” como no podía ser de otra manera.

¿Y qué viene en este tema?, ¿se puede vivir sin representación política eternamente? Sin duda no, la calle es lo épico, pero no puede ser permanente, algún tipo de representación política emergerá de este movimiento, tal vez no los represente a todos, pero recogerá lo central de sus demandas, sus formas organizativas, sus maneras de relacionarse.

Otra característica es que es un movimiento policlasista. Que a pesar de tener diferentes demandas se plantea una en particular como la que los une. Porque hay que pensar que no es lo mismo un joven de Independencia o Comas, que un joven de Miraflores o San Isidro o Jesús María, son realidades locales diferentes y perspectivas distintas. 

Sin embargo tiene aspectos que los hacen similares. Por ejemplo, no han vivido la guerra interna, por tanto no tiene presente los fantasmas de esa guerra. Por eso no les afecta que los “terruqueen” como afecta a otras generaciones. Es más, se burlan del “terruqueo”. 

Son hijos de un tiempo en el que los ingresos de la mayoría de peruanos ha crecido, han nacido con un celular en la mano, con un supermercado a una cuadra de su casa, con agentes de bancos en la otra cuadra, con el “yape” en su celular para salir de apuros. Quiero decir que no vienen de una situación miserable en general, ni los de Comas ni los de Independencia, menos los de Jesús María o los de Miraflores.

Si reconocemos esta característica, ¿qué podemos concluir? ¿Seguimos con un discurso orientado a las poblaciones pobres como en los 70 y 80 y gran parte de los 90? ¿Les seguimos hablando a los pobres de nuestro país? Yo creo que con ese discurso no llegamos a esa nueva corriente, no hemos llegado hasta ahora, no lo haremos en el futuro.

Es una corriente que vive en otras condiciones, con más recursos, y tiene entonces la posibilidad de preocuparse de la política. Por eso su rápida reacción ante el golpe. Lo que confirma que no es verdad que a más miseria más política, la verdad es que siempre ocurre que a más miseria menos política.

Otro rasgo evidente es sentirse parte de una generación de ganadores y su triunfo en la caída de Merino ha fortalecido esta identidad. Esta característica también los unifica y los hace más duraderos en el tiempo. Pero además plantea dificultades para aquellos que quieran “captarlos”, ¿por qué una generación ganadora aceptaría ser captada por un espectro político cuyo eje articulador es la corrupción o por fuerzas políticas que evocan derrotas y división? 

Tampoco son antifujimoristas, si así fuera se irían con NoaKeiko. El fujimorismo no es parte de sus “fantasmas”  como sí lo es para nuestras generaciones. Para este movimiento el fujimorismo ya está muerto y enterrado. Ellos han visto con claridad que el enemigo a vencer es la ultraderecha conservadora en la que el fujimorismo juega un rol de aliado pequeño. Ellos sienten que son “los viejos lesbianos y corruptos” los que quieren robarle la capacidad de decidir sobre el país.

Y no hay que olvidar que es un movimiento que se ha movido nacionalmente, no como en el caso de los “pulpines” que tuvieron un accionar básicamente limeño. En diversas capitales de regiones se movilizaron con mucha fuerza.

Si nos fijamos bien, este movimiento no ha cuestionado directamente el modelo neoliberal, que es la piedra angular de la Constitución del 93, las consignas han sido básicamente democráticas. De alguna forma podemos decir que el modelo aún no es “su fantasma”, han crecido en el modelo, no han pasado las penurias de los 70, 80 y 90 y como nuestro discurso anti constitución del 93 ataca básicamente el rol del estado en la economía, las privatizaciones, y no ataca centralmente las libertades políticas, entonces no llega a esta nueva corriente.

Sin embargo, sí están en el discurso de este movimiento una serie de reformas, una inmediata, la Reforma Policial, para cambiar el rol de la policía en escenarios en que la ciudadanía ejerce sus derechos ciudadanos, no puede seguir siendo “la fuerza armada de lo viejo”. Otra institución a la que le han puesto el ojo es el Congreso, ya empezaron a exigir que los congresistas no tengan inmunidad parlamentaria, ni la serie de privilegios de los que gozan. Está pendiente una profunda reforma laboral, que afectará fundamentalmente a los jóvenes, estudios de tres años o cinco años, para salir a un mercado laboral bastante precario no es algo que quieran mantener.

En general, están pugnando por un nuevo orden de las cosas. ¿Eso lo llevará a la exigencia de nueva constitución?, las reformas de fondo siempre tienen ese destino, pero aún es un camino a transitar, largo o breve, eso lo decidirán en la vida y en las calles, como siempre.

  1 No se ha analizado formas de organización, ni mecanismos de comunicación y relación en las redes sociales.
  * Responsable de la Red Nacional Mariateguista.

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