¿Es el PBI un buen indicador de desarrollo?

Por: 

Alejandro Narváez Liceras

¿Es el Producto Bruto Interno (PBI) un buen indicador del bienestar y progreso de una sociedad? Esta es una pregunta de rigor que ha generado agudos debates entre economistas y políticos desde que fue ideado en 1934 por Simon Kuznets Premio Nobel de economía 1971. A raíz de la crisis financiera y económica de 2008, las discusiones y las críticas han aumentado, en torno a la validez del PBI como medida de crecimiento y distribución de renta producida por una nación.

Uno de los severos críticos es Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001. Cuestiona la utilidad del PBI para explicar los resultados económicos de una nación, argumentando que esta medida no incluye la distribución de la renta y la riqueza, ni evidencia la permanente relación entre desigualdad e inestabilidad de los mercados, tampoco refleja el nivel de vida de los ciudadanos. Otro crítico es Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015. Opiniones parecidas a las anteriores fueron vertidas por los Premios Nobel Jean Tirole (2014) y Eugene Fama (2013).

Para subsanar los defectos del PBI, se han propuesto una serie de medidores "alternativos" que tomen en cuenta las dimensiones humanas, sociales, culturales y medioambientales, y que a su vez permita evaluar la distribución de la renta y la riqueza, así como el progreso y bienestar de la  gente. Uno de los más antiguos es el índice de progreso real, (IPR) o Índice de progreso genuino (IPG), que se conoce desde 1950. Según sus autores es útil para medir el bienestar económico y el progreso social de un país, sin embargo, no ha tenido mayor uso y es muy poco conocido.  Por su parte, los economistas Herman Daly y John Cobb presentaron en 1989 el Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) que intento’ remplazar al PBI como indicador de bienestar social, pero tampoco tuvo mayor éxito.

El índice más aceptado y promovido por el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) es el IDH o Índice de Desarrollo Humano, presentado en 1990 por Amartya  Sen, Premio Nobel de Economía 1998. Este índice es una medición compuesta que toma en cuenta tres variables: Salud (medida por la esperanza de vida), Educación (medida por la tasa de alfabetización y la tasa de matriculación combinada), y la Renta (medida por el PBI per cápita ajustado). El resultado es un valor entre cero y uno. Un país con un valor cercano a uno significa que tiene un alto nivel de desarrollo humano. A pesar de la amplia difusión que ha tenido el IDH y de las mejoras incorporadas en el tiempo, también es objeto de críticas, por su simplicidad de cálculo y por no incorporar variables como: las condiciones laborales, disponibilidad del tiempo libre de las personas, los efectos de la contaminación del medio ambiente, la distribución de la renta y la riqueza. Para remediar estos vacíos, se recomendó el IDH ajustado a la desigualdad, añadiendo el coeficiente GINI (mide la desigualdad en los ingresos). Sin embargo, el PNUD no tomó en cuenta esta propuesta. Por último, hay que mencionar el índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB) propuesto por el Gobierno de Butan en 1974. Este índice no se centra únicamente en el desarrollo económico, sino y sobre todo, en la cultura, la tradición y cuidado del medio ambiente. Este pequeño país asiático fue el primero en el mundo que hizo de la búsqueda del bienestar de su gente una política de estado.

El Banco Mundial (BM) desde una perspectiva diferente y ante los defectos de los indicadores antes citados, decidió recurrir a una nueva forma de medir el éxito o fracaso de políticas públicas de un gobierno. Se trata del Índice de Capital Humano (ICH) presentado en el marco de la Cumbre sobre el Capital Humano el 13 de octubre último en Bali (Indonesia). Según el Banco, con este índice se busca medir los resultados en las áreas de educación, salud, nutrición y protección social, y con ello ayudar a los países miembros a invertir más y mejor en las personas. Se trata de una medida prospectiva de cómo los resultados actuales en materia de salud y educación (que incluyen una nueva medida de los años de escuela ajustados en función del aprendizaje) principalmente, determinarán la productividad para las próximas generaciones de trabajadores. En suma, El ICH servirá para medir resultados de capital humano relacionados con la productividad, la supervivencia infantil, la predisposición innata de los niños para ser exitosos en el futuro, el nivel de aprendizaje de los estudiantes y la salud de los adultos.

¿Qué es el capital humano?

De acuerdo con el BM, el capital humano son los conocimientos, las capacidades y la salud que las personas acumulan a lo largo de su vida y que les permiten desplegar su potencial como miembros productivos de la sociedad. Invertir en las personas a través de la nutrición, la atención médica, la educación de calidad, el empleo y las capacidades, ayuda a desarrollar el capital humano, lo que resulta clave para poner fin a la pobreza y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales.

El costo de la inacción y la indiferencia de los gobiernos en lo que respecta al desarrollo del capital humano es creciente. El Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) 2018, muestra que cada año hay más hambrientos en el mundo, las sociedades son cada vez más desiguales, la brecha entre ricos y pobres se viene ensanchando cada año (véase el Informe 2017 de Oxfam Internacional). Sin capital humano, los países no pueden mantener su crecimiento económico, tampoco tendrían una fuerza laboral preparada para los empleos de mayor cualificación que exige la era de la automatización y la digitalización de los negocios. En este sentido el último informe de Tendencias Mundiales de Capital Humano 2018, de la consultora internacional Deloitte advierte que el avance tecnológico está modelando cada vez más las prioridades del capital humano.

La tecnología brinda nuevas oportunidades para combatir la pobreza e impulsar la prosperidad colectiva. Pero también, genera nuevos riesgos, incluida una mayor desigualdad dentro de los países y entre ellos. En este sentido, el ICH puede ayudar a reorientar las inversiones públicas hacia el fortalecimiento del capital humano. Está demostrado que  el capital humano produce rendimiento creciente a escala mientras que el capital físico o material sólo produce rendimientos constantes.

La naturaleza del trabajo está cambiando constantemente por los avances tecnológicos actuales. Se adoptan nuevas formas de producción, los mercados se expanden y las sociedades evolucionan. En este escenario ¿qué debe hacer un gobierno? Invertir en capital humano, especialmente en los grupos más vulnerables y en educación infantil temprana, para desarrollar las nuevas habilidades que cada vez son más demandadas en el mercado laboral. No hay otro camino.

En el ranking mundial del nuevo ICH 2018, el Perú se ubica en el número 72 de 157 países estudiados (obtiene 0.59, puntos sobre 1) muy lejos de Chile que está en el puesto 45. Las razones del bajo puntaje básicamente son dos: la mala calidad de la educación (véase prueba PISA 2015) y las deficiencias en los servicios de salud, principalmente en la infancia. De acuerdo con la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) de 2017, el 43.6% (44 de cada 100) de niños menores de 6 a 35 meses padecen anemia. Son cifras escandalosas para un país rico pese haber crecido su PBI  durante los últimos 15 años. 

La medición del bienestar y los niveles de progreso de la gente, cobran cada día más relevancia, ya que permite tener una visión más clara del impacto de las políticas públicas. La preocupación principal de los gobernantes debe ser el bienestar de sus ciudadanos. Este ideal puede ser realidad si hay voluntad política. No estoy en contra se seguir  mirando con lupa las cifras de crecimiento del PBI. Sin embargo, para que una sociedad sea económica y socialmente viable, el crecimiento debe reflejarse en calidad de vida y bienestar, tanto individual como colectivo de la gente.

[1] Es Profesor Principal de Finanzas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Publicado en: alejandronarvaez.com

 

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