Lima: Elecciones municipales, tramo final
Francisco Pérez García
Culminado el segundo debate municipal para Lima, cerrada la posibilidad de conocer públicamente nuevas encuestas, entramos a esa etapa de oscuridad que durante siete días hará que se especule en redes sociales sobre el impacto de la presentación de los candidatos que aspiran suceder a Luis Castañeda Lossio en la alcaldía de la capital de la República.
Son los últimos días de la campaña donde los llamados candidatos que representan el “mal menor” buscarán trepar al primer lugar de las preferencias electorales, apoyados tal vez por las empresas encuestadoras cuyos servicios resultan necesarios para los sectores que pretenden colocar a sus favoritos por delante para “conquistar” a los indecisos que sin mucho ánimo -y para evitar la multa- irán a cumplir con su “deber cívico”.
El jueves 04 de octubre no solo significa el cierre oficial de la campaña, sino que también significará el futuro inmediato de uno de los candidatos que se encuentra arriba, Daniel Urresti, podría ser sentenciado (o no) por el asesinato del periodista Hugo Bustios, ocurrido en los años más cruentos de la guerra contra Sendero Luminoso, en Ayacucho, lugar donde Urresti se desempeñó como jefe de una base contrasubversiva.
Si el resultado es negativo para el exministro su futuro podría estar dicho, aunque experiencias como las de Gregorio Santos, ex gobernador regional de Cajamarca, que ganó las elecciones estando en prisión, podrían generar un antecedente positivo para el candidato de el excongresista José Luna (ex financista de Castañeda y uno de los primeros tránsfugas al servicio de Montesinos y Fujimori).
Los dos debates marcaron un momento definitivo para dos candidatos que parecían disputar esa preferencia con Urresti: Renzo Reggiardo y Ricardo Belmont -según las últimas cifras que se conocieron antes del silencio- marcaron su (aparente) salida del gusto electoral. La negativa de ambos de asistir al debate oficial, el show de armar un debate paralelo y la decisión del segundo de aparecer el último domingo, habrían cansado a un electorado que les perdió la confianza.
Lo de Belmont Casinelli, se complicó más aún con sus expresiones homofóbicas, misóginas y xenófobas, sumado a su “achoramiento” sin propuestas mostrado en el debate, donde el “hermanón” se mostró como el personaje de los 80 que hoy ya no genera simpatía.
El exalcalde de San Isidro, Manuel Velarde apeló al sentido de una ciudad ordenada, sin llegar a la propuesta de “LimaFlores” de Jorge Muñoz, recogió varias de las propuestas que el candidato de Juntos por el Perú, Gustavo Guerra García ha planteado en su plan de gobierno, sobre todo en lo referido al transporte.
Precisamente, Guerra García se ha desmarcado de la gestión de Susana Villarán y ha logrado formar una imagen propia de técnico que puede discutir políticamente sobre lo que Lima necesita, sus propuestas de subsidio para el transporte público, retomar el Sistema Integrado de Transporte y ser la única propuesta que considera la protección de la comunidad LGTBIQ en Lima, han marcado una campaña austera pero cumplidora y auspiciosa. Se espera que su votación sea la necesaria para colocar al menos dos regidores que puedan hacer la pelea en un Concejo que será más complicado que el actual.
En la otra orilla de la izquierda, Enrique Fernández Chacón, ex constituyente y exdirigente sindical con su lenguaje directo y apelando a la cercanía con la gente, sorprendió a muchos en el debate, aunque la sorpresa llegó tarde. Su postulación responde a ese fraccionamiento que desde el progresismo aún no se puede superar, ese que nos ha llevado a tener dos bancadas en el Congreso que llegaron bajo un mismo paraguas, pero simbólico, sin consistencia en lo ideológico. Qué distinto sería si esas discrepancias se dejaban de lado y se fortalecía una candidatura de toda la izquierda peruana. El enfrentamiento inútil entre Fernández y Guerra García en el debate simboliza aquello que falta trabajar.
El fujimorismo, sin su candidato fuerte (Reggiardo), sin su candidato oficial (Columbus) y sin su simpatizante (Gagó) en las preferencias de los sondeos perdió la oportunidad de tomar la alcaldía capitalina. El poco levante de Columbus va de la mano con el hundimiento de la lideresa Keiko Fujimori y de su bancada congresal. La gente no les tiene confianza.
Entre los que quedan :: Alberto Beingolea pudo haber despegado pero el partido anacrónico no ayuda. Gómez Baca no prendió como alcalde de Surco, menos era una opción para Lima, su discurso del “hombre que viene de abajo” no caló en el electorado.
Enrique Cornejo, la carga de Odebrecht y su pasado aprista son muy pesados para él, las preferencias del “Tío Bigote” en la campaña anterior han sido capitalizadas por Jorge Muñoz, de Acción Popular.
El pastor Humberto Lay, no planteó buenas cosas, su participación en el debate tampoco ayudó demasiado. Ya fue congresista, quiso ser presidente, alcalde, tal vez debería pensar en el retiro. Esther Capuñay no prendió ni con el aparataje de su corporación mediática.
Luis Castañeda, también tiene una carga muy pesada y es la del apellido y la gestión de su padre. Los indicios de corrupción, los “desplomes” y las obras sin sentido del alcalde, no colaboraron para su campaña.
Más atrás Villacorta (PPK), Salinas (APP), Silva (Frepap) y Ocrospoma (PN) no han podido aprovechar sus presencias en los debates ni llegar a un electorado limeño que el 07 de octubre deberá tomar una decisión para recuperar el tiempo perdido en la ciudad.
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