Consulta popular 2018 en Ecuador: ¿realmente ganaron todos?
Matthieu Le Quang
El pasado 4 de febrero, el pueblo ecuatoriano fue llamado a pronunciarse en siete preguntas de referéndum y consulta popular. Es la novena vez desde 2017 que se desplazan a votar en todo el país. Pero es la primera vez que el ex presidente Rafael Correa se encontró en la oposición a esta consulta popular. En efecto, a pesar de que el proyecto de la Revolución Ciudadana ganó en las elecciones presidenciales y legislativas de 2017, la coyuntura política ha conocido transformaciones importantes desde que Correa entregó el poder a su sucesor Lenin Moreno. En estos casi nueve meses de gobierno, Moreno ha tenido la voluntad de diferenciarse de su antecesor y así de ganar su propia legitimidad política cambiando de estilo (menos confrontación, más diálogo), denunciando la corrupción (que acabó con demandas contra ex funcionarios del gobierno anterior y en algunos casos condenas como en el caso del vice-presidente electo Jorge Glas), afirmando que, a nivel económico, la mesa no estaba servida (criticando el alto nivel de endeudamiento), entre otras cosas. Los cruces de críticas entre el ex presidente y su ex vice-presidente llegaron a un punto de ruptura fracturando el movimiento Alianza PAIS dividido entre “correístas” y “morenistas”.
Es en este contexto político que, bajo el paraguas de un gran diálogo nacional, el presidente Moreno decide convocar a una consulta popular con siete preguntas, de las cuales tres son realmente sustantivas, las otras cuatro intentando inducir en la votación para el SI: la pregunta 2 para prohibir la “reelección indefinida”, la 3 sobre el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y la 6 para eliminar la Ley sobre la especulación del suelo. Aquí, no vamos a analizar las preguntas, ni la legalidad de la convocatoria a la consulta. Lo que nos interesa es realizar un análisis de los resultados electorales intentando ver sus consecuencias en el periodo político incierto que se abre después de esta consulta popular. En los análisis post-consulta, todos los actores políticos se auto-declararon como los grandes ganadores de estas elecciones. ¿Será verdad que todos han ganado? Aquí vamos a intentar matizar esta afirmación analizando los resultados electorales en las preguntas indicadas y sus consecuencias.
Una campaña electoral desigual y débil
Antes de entrar en el análisis de los resultados, se debe resaltar que la campaña electoral fue corta y con poco debate por tres razones. La primera es la desigualdad en la correlación de fuerzas entre los campos de apoyo del SI y del NO: para el SI se registraron 36 organizaciones políticas y sociales mientras que para el NO solo 4, de las cuales solo el Foro Nacional de Mujeres hizo campaña alrededor de la figura de Correa. La segunda razón es la diversidad de temas tratados en esta consulta, lo que no permite su profundización. La consecuencia: una campaña alrededor de eslóganes fáciles (“por tus niños”, “contra los corrupción”, “diles NO a los traidores”) y con poco debate de ideas. También, la figura del ex presidente fue central en esta campaña y de nuevo jugó la frontera correismo/anti-correismo, como en las últimas elecciones de 2017. La tercera razón es la desigual cobertura mediática de las campañas del SI y del NO; Rafael Correa, el principal actor por el NO, fue censurado en los grandes medios de comunicación nacionales tanto públicos como privados.
La victoria del SI en disputa
Sin sorpresa, a nivel nacional, el SI ganó en todas las preguntas con resultados que se pueden reagrupar en tres paquetes: entre el 63-64% para las preguntas más sustantivas (2, 3 y 6), 67-68% para las preguntas ambientales (5 y 7) y 74% para las que fueron calificadas como “populismo penal” (1 y 4). Eso quiere decir que el elector ecuatoriano sabe discriminar las preguntas y que existe un voto reflexivo más allá del voto en plancha. A nivel provincial, el SI gana en todas las provincias menos en las preguntas 2, 3 y 6 en Manabí y la circunscripción de Europa, Asia y Oceanía (donde gana el NO también en la pregunta 7). Si solo analizamos la pregunta 3, el SI gana en 194 de los 221 cantones. El NO gana en 14 de los 22 cantones de Manabí, 7 cantones del Guayas, 4 de Los Ríos, 1 del Oro (El Guabo) y 1 en la Sierra (Sevilla de Oro en Azuay).
Ahora bien, la heterogeneidad de los actores socio-políticos que apoyaron al SI hace difícil decir cuánto pesa cada uno de estos actores en el SI. También la pluralidad de sus intereses se hizo ver justo después del anuncio de los resultados y en los días siguientes. El gobierno, como promotor de la consulta, se declaró como el gran ganador de estas elecciones afirmando que su estrategia y su nuevo estilo dialogador fueron legitimados. Sin embargo, además del pronunciamiento de la delegación de los observadores de la OEA y el de la CIDH sobre la legalidad de la consulta, que desdibuja la imagen del gobierno a nivel internacional, a nivel interno, los otros actores que apoyaron el SI ya están presionando al gobierno. Estos están liderados por el derrotado candidato presidencial Guillermo Lasso, el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, pero también por las elites económicas y líderes de opinión de diferentes medios de comunicación. Buscan imponer sus intereses y presionan al gobierno no solo para descorreizar las instituciones sino también para cambiar radicalmente de política económica y de relación con el exterior. Con la consulta, una de sus reivindicaciones de los últimos años, la eliminación de la Ley de plusvalía, ya se concretó. Ahora presionan para una mayor flexibilización laboral, la desinversión estatal, la firma del TLC con los Estados Unidos, la apertura comercial con la firma de Tratados bilaterales de inversión, la reducción de la deuda y del déficit fiscal disminuyendo las capacidades del Estado, la eliminación o la disminución de ciertos impuestos, la eliminación de la Ley de Comunicación, entre otras demandas que incluyen también la destitución de los ministros que han trabajado por el gobierno anterior. Las próximas decisiones del gobierno van a ser examinadas minuciosamente, las primeras declaraciones del ministro de Comercio exterior, Pablo Campaña, cercano a estas elites económicas, no dan buenas indicaciones de que la agenda post-neoliberal siga su curso.
La capacidad de resistencia de “correismo”
Lo que estaba en juego en estas elecciones era el porcentaje que iba a alcanzar el NO para ver la capacidad de resistencia del “correismo”. Retomamos lo que decía Franklin Ramírez en un artículo en Nueva Sociedad: “El piso mínimo del voto correísta ha oscilado entre 25% y 30%. Una votación por el «no» debajo de ese umbral en las preguntas fundamentales dejaría con respiración artificial al MRC. Un respaldo equivalente evidenciaría su capacidad de resistencia en medio del tifón. Bordear los 40 puntos lo colocaría en la paradójica situación de constituir una gran fuerza nacional sin tener aún ni forma organizativa ni reconocimiento institucional como sujeto político”. Con un resultado alrededor del 36-37% en las preguntas 2, 3 y 6, estamos más cerca de la tercera opción.
Con condiciones materiales cercanas a las de 2006, sin la máquina del Estado y su propaganda, con todos los aparatos políticos y mediáticos contrarios, sin poder hacer campaña en todo el territorio, etc., Correa y sus seguidores demostraron que poseen una fuerza electoral que lo posiciona con un actor político importante en el escenario actual, sobre todo en la Costa que se ha convertido desde 2013 en el bastión electoral de la Revolución Ciudadana.
También demostraron que una campaña electoral no solo pasa por la comunicación política digital y televisual sino también por recoger el país. Se observa que los mejores resultados del NO están las provincias de la Costa (con la notable excepción de Esmeraldas), en las circunscripciones al exterior y en Azuay, Imbabura y Pichincha. Es decir en las provincias donde se concentró la campaña del NO con la presencia de Correa. También hay que destacar los buenos resultados en las grandes ciudades del país: en los 10 cantones con mayor población, el NO obtiene más del 40% en seis de ellos y gana en dos de ellos (Portoviejo y Manta en Manabí).
A eso, se puede añadir otra hipótesis: a pesar de la dificultad de comparar estas elecciones con las de 2017 por la diferencia de condiciones y contexto políticos y porque se trata de dos tipos de elecciones diferentes, podemos observar que a mayor votación cantonal para AP en el 2017, mayor probabilidad de que los resultados para el NO en 2018 sean más altos. Por eso se pueden observar algunas tendencias presentes desde el 2013: la Costa como primera fuerza electoral, en particular Manabí y Guayas, y los bajos resultados en la Sierra y sobre todo la Amazonia donde el NO supera el 25% de los votos válidos en 11 de los 41 cantones (de los cuales 7 en la provincia de Sucumbíos, que es una excepción en esta región). Podemos emitir la hipótesis (pero habría que confirmarla con análisis cualitativos) de que la imagen de la Revolución Ciudadana, muy vinculada a la figura de Rafael Correa, es cada vez más distante a la figura de Lenin Moreno, a pesar de la disputa ganada por Moreno en cuanto al movimiento Alianza PAIS.
A pesar de que el “correismo” y sus seguidores muestran su felicidad con los resultados, también se debe decir que Correa es uno de los perdedores de estas elecciones por dos cosas: 1. está en marcha la descorreización de las instituciones y del proyecto político en el poder, lo que le sitúa en una posición nueva de oposición; 2. con la victoria del SI en la pregunta 2, ya no se puede presentar en las elecciones presidenciales y entonces tendrá que replantear su estrategia si quiere seguir en la política. El hecho de haberse desafiliado de Alianza PAIS en plena campaña obliga al “correismo” reconstruir una organización política que pueda tener un rol importante en las próximas elecciones y que pueda autonomizarse de la figura de su líder histórico.
Conclusiones
Así que podemos ver que en todo lado existen incertidumbres que se decantarán en las próximas semanas: ¿qué rumbo va a tomar el gobierno de Lenin Moreno sobre todo en el tema económico y de apertura comercial con el exterior? ¿Cómo reaccionarán la derecha y las elites económicas si el gobierno no acoge a todas sus demandas? ¿Qué tipo de mayoría se va a armar en la Asamblea Nacional después de la división de Alianza PAIS? ¿Va a lograr reconstruirse el “correismo” en vista a las próximas elecciones locales de 2019? Sin dejar de lado la incógnita del posicionamiento de las fuerzas sociales y progresistas si el gobierno se entrega a los grandes poderes económicos. Es ahí cuando podemos darnos cuenta que si bien el diálogo puede ser una buena herramienta de gestión política, a un momento se deben tomar decisiones que no pueden contentar a todo el mundo porque el conflicto es parte medular de la política.
(*) Matthieu Le Quang es politólogo. Doctorando en ciencia política en la Universidad Paris.
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