La no-investidura en España

Por: 

Laura Arroyo G.

La semana que pasó asistimos en España a la crónica de una investidura fallida anunciada. Al punto final en una obra de teatro que ha tenido al Partido Socialista Obrero Español como protagonista principal y a su nuevo aliado, Ciudadanos, que se ha erigido como gran victorioso de esta no-investidura. ¿Cuál es el escenario que se abre en esta segunda ronda de negociaciones impulsada nuevamente por el Rey? ¿Estamos obligados a ir a nuevas elecciones? Aquí algunos apuntes.

Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, se presentó en la Cámara de Diputados el miércoles pasado a solicitar la investidura como Jefe de Gobierno. Días antes había iniciado una larga ronda de negociaciones con diversas fuerzas políticas. Sin embargo, las formas y traspiés en la jugada política impidieron un acuerdo de consenso. Mientras los equipos negociadores del PSOE, Podemos, IU y Compromís se sentaban a la mesa para llegar a un acuerdo, en una sala contigua y de manera secreta se reunían Pedro Sánchez y Albert Rivera para firmar el documento que causaría la imposibilidad de la investidura.

No ha sido sólo un tema de formas, sino que ningún consenso podría ser posible por un tema netamente matemático. Las cifras no cuadran. La decisión del PSOE por priorizar un acuerdo con Ciudadanos (C’s) a fin de evitar gobernar con Podemos, que propone un gobierno de coalición y no un cheque en blanco a los socialistas, ha sido la demostración de hasta qué punto dentro del PSOE no se desea un cogobierno con Podemos, pese a compartir mucho más programáticamente que con Ciudadanos. 

Basar la investidura en un acuerdo con 130 escaños detrás, por encima de la posibilidad de hacerlo con un apoyo de 170 ha sido entendido como el primer paso o bien para una gran coalición entre fuerzas de derecha (PP, PSOE y C’s) o, incluso, como una antesala a nuevas elecciones. Este escenario, que algunas fuerzas políticas como C’s leen como una victoria pues logran revertir positivamente los resultados del 20D, no es una solución. En cualquier caso, los eventuales resultados de unos nuevos comicios no diferirían sustancialmente de los del 20D. Si bien el PSOE sería uno de los partidos más desfavorecidos luego de su incapacidad para liderar un gobierno de cambio real, y no sólo superficial, lo que quedó claro en las urnas en las elecciones españolas es que la voluntad ciudadana es de cambio y diálogo. Las fuerzas políticas se ven en la necesidad de entender que acabó el tiempo de las mayorías absolutas. No todas, sin embargo, logran estar a la altura.

No es lo mismo cambio de gobierno que gobierno de cambio, se repite desde Podemos. Se trata del primer partido político en presentar una propuesta de gobierno de coalición para hacer lo que toca: sacar a Rajoy sí, pero también sus políticas. Desde el otro lado de la arena, Ciudadanos liderado por Albert Rivera ha puesto el acento en sacar a Mariano Rajoy pero no necesariamente realizar cambios de fondo. En esta apuesta política, el PSOE ha terminado por claudicar a sí mismo y firmar un acuerdo en que renuncia al 80% de su programa electoral. 

Las contradicciones son elocuentes: el acuerdo no habla de derogar la reforma laboral, bandera de campaña del PSOE, ni tampoco de derogar la Ley de mejora de la Calidad Educativa, pedida por las mareas por la educación pública de calidad. Tampoco habla de derogar la llamada “Ley Mordaza” que criminaliza la protesta, entre otras perlas. A ello, Sánchez ha respondido que “cualquier acuerdo es mejor que mantener a Rajoy”. No entiende que el problema no es sólo el presidente en funciones, sino lo que ha traído a España hasta aquí. A agudizar la brecha de desigualdad y precarizar la vida de cada uno de los españoles.

Una cosa es pactar y otra claudicar. Mientras escribo estas líneas, en España se inicia una nueva ronda de negociaciones, sin embargo no parece haber lecciones aprendidas. Mientras Podemos insistía en volver a la mesa de negociación a cuatro, con el PSOE, este último respondía que no lo haría sin Ciudadanos en esa misma mesa. No se trata de aglutinar fuerzas porque sí. Mientras Pedro Sánchez no entienda que su investidura pasa por formar mayoría y que su acuerdo no lo logra, no habrá investidura que prospere. No sólo pierde la oportunidad de ser el Jefe de Gobierno de su país, sino que pierde España la posibilidad de llevar a cabo un gobierno de cambio real donde se ponga el enfoque en la gente que se ha venido ajustando el cinturón durante los últimos años mientras la corrupción y los beneficios para unos pocos privilegiados estremecían las portadas. 

De momento las negociaciones parecen truncas con la única diferencia de que todo parece indicar que habrá reunión de los tres partidos que conformarían la gran coalición: PP, PSOE, C’s. Lo sabíamos desde las elecciones, son ellos los que comparten proyectos de país aunque el programa electoral del PSOE fuera muy distinto. Podemos mantiene la mano tendida a negociar pero sin claudicar a la coherencia que los ha llevado a dónde están. Por responsabilidad con sus 5 millones de votantes, pero sobre todo con todos esos millones de españoles que votaron cambio y que en estas semanas ven que hay fuerzas que hacen oídos sordos a las urnas. De momento, el reloj sigue avanzando y Sánchez parece no querer mover el timón.

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