¿Otra vez la crisis?
Gonzalo García Núñez
La desaceleración económica ha despertado una sentida incertidumbre en la economía internacional.
Las preguntas dirigidas al economista principal del FMI, Maurice Obsteldt durante la conferencia del miércoles 20 (Davos adportas) así lo confirman, al constatarse la revisión (a la baja) de las perspectivas del crecimiento mundial.
Se vive una inflexión tipo crisis 2008, que como hoy, gatilló una caída generalizada de las bolsas. El alud se desbordó al crédito subprime. De la banca a las picadas garantías de aseguradoras financieras. Y al descalce de las hoja de balance de imprudentes empresas privadas. Quebró al sistema financiero, después papá Estado lo rescató in extremis.
Hoy se sufre la reversión del flujo de capitales de corto plazo. Los dólares salen de las reservas de los países emergentes y vuelan hacia Nueva York, atraídos por la nueva tasa de interés de la FED. Estas fluctuaciones mayores desarman la gestión de los tipos de cambio de los principales mercados monetarios, China incluida.
Esta desvalorización se transmite al sector real. Caen los ingresos de los países commodities abastecedores de hidrocarburos y metales. En el Pacífico se derrumba el cobre.
El capital productivo se deprime, suben inventarios y frena la circulación de mercancías (Baltic índex cae vertical).
Apreciación del dólar y devaluaciones competitivas, sobretodo el yuan, explosión de la deuda privada, son señales de un gigantesco desorden bajo los cielos. ¿Ha llegado el tiempo de otra crisis global?
Conviene entonces repensar la dirección de la economía peruana. Hay que emigrar rápido hacia praderas menos riesgosas. Una política solo contra cíclica es insuficiente. Por tanto, habría que desengancharse de los vaivenes de la economía global. Urge entonces transitar una ruta de salida del modo primario exportador hacia una vía peruana y sudamericana a la industrialización. Indispensable para una agresiva política de soporte a la demanda efectiva, un buen manejo de recursos naturales y energéticos, ampliación de empleos y expansión de los mercados internos en un marco regional sudamericano, unidad continental abierta a la absorción del conocimiento, usando la capacidad de la cooperación internacional que presagia el apretón de manos de Obama y Raúl Castro.
Modelo productivo hecho de valor añadido y clústeres en un enjambre de circuitos productivos que deje el chatarreado patrón primario-exportador por formas superiores y modernas de organización. Como lo hizo, en su tiempo, Corea del Sur. O China, Vietnam, India. Un Perú activo en todas las ramas, insertando servicios modernos, conocimiento científico, ingenieril, tecnológico e innovador.Un programa de transición. Una genuina gran transformación productiva hacia la modernidad e independencia de lo nuevo.
Un Proyecto que tiene que ser sudamericano por la vinculación de mercados interiores, abiertos al intercambio y complementariedad por la integración de la infraestructura. Y conectado a las rutas mundiales -sobre todo el Pacifico, Asia y China- (para eso debería servir los TLCS), sustentado en un estilo de crecimiento endógeno (“desde dentro y hacia afuera”).
La variable esencial seria el despliegue de inversión en fábricas, ampliar el espacio de la circulación, buscar el pleno empleo y la innovación por las capacidades y talentos de los trabajadores y la chispa PYME. Se trata de quebrar la ley de hierro del neoliberalismo, hacedor de desempleos y remplazarlo por un gran emprendimiento civilizador.
Estas ideas están bien implantadas: vienen de Sraffa hasta la macroeconomía avanzada del MIT. (Philippe Aghion, Peter Howitt, Charles Jones, David y Cristina Romer).
En suma, un sistema productivo cimentado en redes de “muy innovadoras industrias industrializantes” dentro de mercados sudamericanos, mirando el mundo desde el Pacifico y el sur.
En los albores de la industrialización e integración de América Latina eran nuevas Industrias industrializantes las fábricas de la siderurgia, la metal mecánica, los hornos de la metalurgia minera, cementeras, los polímeros de petroquímicas, ácidos de las químicas pesadas, la electrónica, las refineras de circuito de hidrocarburos, la energía nuclear.
¿Cuáles son las nuevas industrias industrializantes de hoy? Siempre las que insertan un cambio revolucionario de la función de producción-capital técnico, trabajo, ciencia, tecnología e innovación. Aquellas que aceleran las ganancias de productividad en todas las escalas de la producción, el consumo y la circulación del capital. Nanotecnologías, la ergonomía, la miniaturización de procesos, las biotecnologías. Dominar la automática, la robótica, la inteligencia artificial. Acceder a las redes de teleprocesos, los lenguajes de programación, la informática, multimedia, la inteligencia artificial, la industria 3D, aeroespacial. Y la valoración de la biodiversidad, genotipos, genética, las semillas mejoradas, los controladores biológicos, la fertilización inducida, la reproducción de las especies. Importa el agua, la masificación del riego tecnificado, micro tubos, aspersión, desalinización, nuevos métodos de siembra y cosecha, hidroponía, la maquinización y automatización, control numérico de los procesos productivos rurales, energías renovables, solar, eólica, mareomotriz, hidráulica. Serán las mediaciones actualizadas de un tablero inter sectorial cada vez más denso, respetuoso del ambiente, y en lucha contra el cambio climático.
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