Los grandes temas que discutamos el 2015 servirán para definir los programas de los partidos y movimientos políticos que competirán el 2016 (salvo que ocurra una interrupción militar que algunos temen). Reformar la economía (no seguir en “piloto automático” como hasta ahora, absurda postura que nos impide hacer ajustes de acuerdo al interés nacional y las demandas populares) implica por lo menos considerar las siguientes tres grandes reformas.

Primero, ajustar o cambiar el modelo económico, orientándolo hacia el mercado interno e integrando sectores, regiones y empresas de distinto tamaño en cadenas competitivas, de modo que genere más empleo formal y nos haga menos vulnerables a los shock externos, lo que requiere planificar. Segundo, reformar el MEF, quitándole la función de diseño presupuestal y pasándola a un Ministerio de Planificación Económica y Social que lo elabore en función a metas económicas y sociales. No se trata de crecer por crecer, sino de crecer para generar bienestar. Tercero, reformar la forma como se hace política económica. Se debe aceptar el principio que la política económica es función exclusiva del Estado, que actúa en representación de la nación, lo que exige procesos de consulta y debate con los sectores afectados, lo que incluye todas las formas asociativas existentes, tanto empresariales como populares.

Como bien ha dicho Picketty, América Latina perdió la soberanía estatal y popular con las reformas neoliberales de los 90 y la política de shock que se institucionalizó como forma autoritaria y elitista de hacer política económica. Es hora de recuperarla. Esperamos que la juventud contribuya en hacerlas realidad.