"Los empresarios debemos tener prudencia porque la rentabilidad ya no es la misma de antes"

Por: 

Carlos Bedoya - La Mula

Antes que político, Salomón Lerner Ghitis es un empresario con plata. Ha desarrollado a través de las décadas un gran olfato comercial, desde que empezó a fines de los setenta con exportaciones de harina de pescado, algodón y textiles, hasta los diversos negocios e inversiones que ha hecho a lo largo de su carrera empresarial. 

Lerner sabe que las vacas gordas de la economía peruana se acabaron, por lo que pide calma y buen ojo a quienes teniendo un capital piensan en invertir hoy y le piden consejo. Su visión sobre los gremios empresariales y la tecnocracia económica es crítica en lo que se refiere a articulación productiva y generación de demanda, sobre todo en un contexto de desaceleración.

En esta entrevista, hemos querido preguntar sobre cómo se presenta la situación para los empresarios no al político de centro izquierda que llegó a ser primer ministro, sino al experimentado hombre de negocios que hizo fortuna en un país lleno de auges y declives.

-Si viene una persona con algunos ahorros y te dice “Salomón tengo 200 mil dólares para invertir”, ¿qué le aconsejarías?
Lo primero es que se trata de un capital interesante. Ahora bien, las oportunidades que existían en el Perú de salir a comprar una acción en la bolsa y tener ganancias importantes han disminuido. Es difícil ganar allí porque ya no estamos en el momento de crecimiento del valor de las acciones.

-O sea, mejor no meter plata a la bolsa.

-Estamos en una etapa un poco especulativa en cuanto a precios, en cuanto a las empresas que están allí.

-Entonces, ¿dónde invertir?

-Algunos empresarios se asociaban entre tres o cuatro y podían reunir una cantidad mínima de dinero para construir un inmueble. Por ejemplo, con una inversión pequeña para la compra de un terreno, se pedía un préstamo al banco con la preventa de los departamentos. Ese tipo de inversión todavía es posible pero hay que saber en dónde hacerla, en qué lugares y para qué tipo de demanda. Hay una demanda un poco copada en los sectores A y B, pero todavía hay interés y facilidades hipotecarias en el C y D, que podrían facilitar ese negocio.

-¿Y además del sector inmobiliario?
-Se puede emprender algún negocio en sectores como moda, calzado, textiles, madera, fabricación de muebles. En estos todavía hay un margen para seguir avanzando. Asimismo, en servicios de educación y salud. Por ejemplo, 3 o 4 médicos se asocian para dar servicios odontológicos, oftalmológicos, cirugía plástica, entre otros, para extranjeros. También servicios de turismo y gastronomía. Todos estos sectores tienen aún un potencial muy importante que desarrollar. Hay buenas posibilidades para que una clase media emprendedora con ese capital brinde un servicio.

-Pero la situación económica, no pinta bien.
-Pinta a que la costumbre de rentabilidad que se tenía en un momento dado, se viene reduciendo en la actualidad. Entonces, hay que tener cuidado, hay que ver en qué sectores esa rentabilidad ha bajado y en qué otros todavía permanece.

-Eso quiere decir que se pueden hacer buenos negocios en el Perú pese a la desaceleración.
-Exactamente, pero lo que ya no se puede pensar es que se junten tres o cuatro socios para hacer un inmueble y obtengan un 30 por ciento de rentabilidad como en la etapa de aceleración. Calculo que a estas alturas se podría tener un 15 a 18 por cierto como máximo. Eso sería lo razonable.
-Entiendo que en este bajón de rentabilidad los empresarios tienen que moderar sus expectativas de ganancia, pero ¿cómo moverse mejor en este escenario?
-Tratando de no endeudarse más, el empresario debe tener prudencia en su sector y no un gran entusiasmo porque la desaceleración de la economía peruana no es algo que ya pasó. Estamos a puertas de que Estados Unidos suba la tasa de interés del ahorro y los capitales se vayan para allá. Eso nos afecta porque hará que salga mucho capital del Perú. Por eso, los empresarios deben tener hasta tres evaluaciones antes de entrar a un proyecto. En la época de la aceleración, a la primera evaluación, uno entraba, pero hoy hay que mirar con mucho detenimiento, ver muy bien los costos y tener mucho cuidado, sobretodo en la rentabilidad, que ya no es la de antes.

-Tus amigos los grandes empresarios, los que tienen mayor poder de inversión, ¿cómo enfrentan la desaceleración económica?
-Algunos se van acomodando, adecuando a las circunstancias y siguen para adelante. En sectores de servicios, telecomunicaciones e infraestructura por ejemplo. Además, saben que este y el próximo, son años muy complicados porque hay un proceso electoral y se definirán las candidaturas y los planes de gobierno recién a finales del 2015. Y las medidas que se aplicarán efectivamente se conocerán recién al final del próximo año. Por eso hay un apaciguamiento del entusiasmo de inversión. Aunque todavía algunos siguen invirtiendo, porque creen que la rentabilidad sigue siendo importante. Hay campos donde los empresarios están convencidos de que por más cambio político que haya, no se modificará el rubro en el que operan.

-¿Y tú, cómo ves las perspectivas de la economía peruana?
-Desde mi punto de vista creo que la mayoría de economistas (tecnócratas) que han estado trabajando solamente por el lado de oferta, se han equivocado. Si no hay un vuelco hacia la demanda por parte de quienes manejan la política económica, este país va a seguir desacelerándose.

-Entonces como empresario, ¿qué esperarías de la administración pública?
-Que cree demanda en el mercado. Para eso están los resortes de una política económica que promueva, regule y planifique. Para que no pasen cosas como por ejemplo, que los productores agrarios que siembran quinua, se arruinen porque han sembrado mucha y de mala calidad.

-¿Un Estado que oriente la inversión?
-En los sectores productivos debe haber una orientación. Determinar qué es lo que necesitamos y cómo lo podemos aprovechar mejor.

-Al margen de lo deseable, ¿cómo evalúas al Banco Central de Reserva (BCR) y al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en este terreno?
-En los últimos años, el BCR ha tenido una política que ha sido muy negativa para la industria nacional con un tipo de cambio muy apreciado, un Sol caro y una invasión de productos extranjeros. Estamos importando una cantidad de productos que superan largamente a nuestra capacidad potencial de producción en el país, y eso significa menos puestos de trabajo. Además, son productos de una calidad no supervisada. La gente se frustra al comprar algunos productos extranjeros de muy mala calidad.

-¿Es solo culpa del BCR?
-No, yo creo que es una política del MEF implementada por un acuerdo de coordinación con el BCR. La idea generalizada de los técnicos del MEF ha sido privilegiar las importaciones, antes que a la producción local.

-¿Y por qué los industriales no se han opuesto?
-Yo he visto algunos comunicados de ADEX y la Cámara de Comercio al respecto, pero la campaña mediática de bajar aranceles y de apreciar la moneda fue muy grande en los últimos años. Hicieron que los industriales cierren sus fábricas de producción nacional para convertirse en importadores de productos con menor precio.

-¿Los convirtieron ideológicamente? ¿Una especie de condicionamiento ideológico en contra de sus propios intereses?
-Sí, pero no perdiendo el mercado. Importando más que produciendo para el mercado nacional, porque no había esa demanda y los precios no podían ser competitivos.

-¿Cómo empresario te sientes representado por la Confederación de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP)?
-No. Si bien soy amigo de muchos de ellos, nunca he participado en la CONFIEP como miembro de algún gremio empresarial. He participado por ejemplo de la Asociación de Bancos (ASBANC), cuando fui directivo de una institución financiera. También participé en la Asociación de Exportadores (ADEX), donde estuve en un consejo consultivo.

-¿Y qué piensas de la CONFIEP?
-Cumplen alguna función de defensa de sus sectores, pero la CONFIEP no está integrada por todos los gremios empresariales. Ni la Cámara de Comercio de Lima, ni la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), ni ADEX son parte. Son gremios que tienen más intereses creados de grupos, de sectores.

-La CONFIEP está comandada por banqueros y mineros básicamente.
-Sí. Y también por algunas empresas de infraestructura que están allí.

-Es distinto el caso de la Sociedad Nacional de Industrias.
-Creo que la SNI ha tenido épocas en que defendió mucho la industrialización del país, entre los ochenta y noventa, cuando se salió de la sustitución de importaciones hacia una industria mucho más competitiva. Recuerdo que en aquella época planteamos un desarrollo industrial del país a través del Colegio de Ingenieros. Fue un proyecto nacional de industrialización junto con la SNI. Sin embargo, en otras épocas, la SIN ha salido a defender intereses de sectores muy definidos de los industriales peruanos.

-¿Cómo es en el caso de la Cámara de Comercio?
-Busca la agilización tanto del comercio interno, como de las exportaciones. Pero básicamente lo primero. Representa a medianos y pequeños comerciantes que buscan más destrabar sus posibilidades que tienen para el comercio interno.

-¿Y la articulación entre estas tres principales instituciones empresariales?
-Casi no existe. Cada una promueve sus propios intereses y no hay muchas coordinaciones.

-¿Chocan sus intereses?
-Indudablemente. Vemos ahora por ejemplo que algunos gremios están en desacuerdo con el drawback, que es el subsidio que se da a los exportadores no tradicionales.

-¿Qué opinas de la posición de la CONFIEP y otros gremios de empresarios sobre la remuneración mínima vital?
-Creo que en ciertos dirigentes lúcidos de estos gremios hay una cosa ideológica: “el mercado debe ser libre, no debe haber un precio referencial mínimo”, pero cuando empiezan a discutir en serio si el salario debe ser mayor o menor, aceptan que los sueldos son bajos y que pueden subirlos, pero no lo ven como verdadero impulso. Todo lo contrario pasa en las grandes cadenas internacionales de comercio, que están ahora en una competencia de quien paga mejor a sus trabajadores por hora, porque dan un mejor servicio, y creen que haciendo eso la gente va a comprarles.

-¿Un cuestión de imagen corporativa también?
-Lógicamente, pero el debate mundial también está a tono con esta tendencia. Por ejemplo, la gran discusión que hubo en Alemania para que la Social Democracia apoye a Merkel, que es una liberal de derecha, fue justamente cuánto se iba a aumentar la remuneración por hora a los trabajadores. Asimismo, el hecho de que Obama lance como una meta de su gobierno aumentar de 7.50 dólares por hora a 10.25 en los próximos años, nos hace ver que el costo laboral es un incentivo para una mejor producción, para más productividad, para que efectivamente el trabajador tenga mayor poder adquisitivo.

-¿Siempre has pensado de esta manera respecto de pagar mejores salarios?
-Cuando salí de la empresa estatal, trabajé un par de años en una empresa privada de la familia donde fui concientizado por un tío mío que me decía: “mira Salomón, si tú pagas bien a tu trabajador con el fin de que él pueda comprar un metro de tela - porque era una distribuidora textil - y tiene capacidad para comprarte, vamos a poder vender más tela”.

-Filosofía fordista…
-Sí, una filosofía que desde muy joven me enseñó a aplicar este tío mío. Y entonces aprendí que en los negocios el costo laboral no puede ser el costo más importante de un producto. De hecho no lo es. Por eso no hay que maximizar rentabilidad a cambio del costo bajo laboral.

-Eso es mirar al salario no como un costo, sino como un factor de demanda.
-Claro, exactamente. Así se produce más y se vende más.

-Finalmente, ¿cuál dirías que es la clave del éxito empresarial desde tu experiencia?
-Mi evolución en los negocios privados tiene que ver con personas muy respetables, con mucha perseverancia en los temas y sobre todo con mucho conocimiento. La base de un empresario es tener mucha inteligencia comercial, conocer cuáles son sus capacidades, sus fortalezas y cómo aplicarlas en el mercado. Sin embargo, una de las cosas que me ha acompañado en el éxito empresarial –no todos los emprendimientos que he hecho han sido exitosos pero una buena parte sí- es que creo que el empresario tiene que ser parte de una actividad integrada en el país. El empresario no es un privilegiado, sino que ha llegado a eso para capacitar trabajadores, para brindar un buen servicio, un servicio de calidad. Debe cumplir ese rol.

-¿No solo perseguir un afán de lucro?
-El lucro es importante para el capitalista que invierte, pero creo que el empresario tiene una función más amplia que cumplir dentro de la sociedad.

Una entrevista de: Carlos Bedoya

Fotos: Omar Olivares

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