Otorongos le huyen a la reforma política
Nicolás Lynch
Los números que se han publicado el fin de semana pasado sobre la política peruana son de terror. Una encuesta de GFK para La República y Latina pone a la pareja presidencial en el sótano de su popularidad (12% para Ollanta Humala y 10% para Nadine Heredia, por primera vez él más que ella). Ni la expectativa del inicio de la campaña electoral, donde se supone que ya no serán competidores importantes, los levanta. Al contrario de lo que pasó en su momento con Toledo y García, la coyuntura parece hundirlos más.
Pero no sólo eso, la edición del Latinobarómetro 2015 que también ha salido hace poco trae también índices alarmantes. Señala que la aprobación del gobierno nacional (el de Ollanta Humala), con solo el 24%, es la más baja de América Latina, que el sentimiento de representación de la población en el Congreso con solo 8% también es el más bajo de la región, que la percepción de transparencia en el gobierno es casi la más baja (salimos antepenúltimos) con 24%. Para colmo de males que en satisfacción con la vida también somos últimos en el subcontinente, con solo 59% de satisfechos.
¿No serían estos números suficiente argumento para que los congresistas den los pasos mínimos en la reforma política, aunque sea aprobando las sugerencias de los organismos electorales? Parece que no. El martes 29 en la mañana los otorongos dejaron sin quórum a la Comisión de Constitución, que debía ver los distintos proyectos sustitutorios, y esta no pudo sesionar. El Presidente de la Comisión, Fredy Otárola, no solo se puso insolente con la ciudadanía hace unos días diciendo que a él nadie lo iba a “pechar”, sino que hoy martes 29, día de la sesión, se fue de viaje a Cuba y dejó su deber en Lima. Para que nos acordemos faltaron Fredy Otárola, Martha Chávez, Jaime Delgado y José León (con licencia), y Sergio Tejada, Alejandro Aguinaga, Santiago Gastañudi, Javier Velásquez, Ana María Solórzano y Julio Gagó (sin nada que los ampare). Salvo el honor, su honor, la congresista Rosa Mavila, vicepresidenta de la Comisión de Constitución y presente en la frustrada reunión, quien declaró: “Sin coordinación previa el Presidente Otárola está presentando dictámenes sustitutorios al pleno, eso no tiene visos muy regulares”.
¿A qué le temen? Son tres los puntos calientes que la mayoría de congresistas no quiere aprobar. El primero, no quieren que se controle el dinero proveniente de las donaciones privadas. Justamente el canal por el que suele venir el dinero sospechoso. En todos los países en los que se permiten las donaciones privadas hay, por la misma razón, un control muy estricto. El segundo, no quieren que se elimine el voto preferencial, una de las principales fuentes de la corrupción electoral que suele financiarse con dinero sospechoso. Muchos observadores señalan que este congreso es hijo del voto preferencial por lo que jamás eliminará el mismo. Y el tercero, quieren subir aún más la valla de firmas para inscribir a un nuevo partido político, si hoy es 3% del electorado con lo cual nadie se ha inscrito, quieren que suba al 5% para dejar lacrado para siempre el sistema político e impedir que alguien desafíe sus privilegios.
Desafortunadamente el tiempo juega a favor de los que quieren expropiar la voluntad popular. Hay que movilizarse, dentro y fuera del Congreso, para lograr esta mínima reforma política. Recordemos que lo que está en juego es tanto la justicia como la limpieza del proceso electoral de 2016. Si no cambia nada la política seguirá siendo el reino de los ecotevas, repartijas, narcoindultos y fujimoris de este mundo. Estamos avisados.
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