Crisis y colonialidad del poder
El día de ayer, en la presentación de Otra Mirada, Aníbal Quijano expuso el tema “Crisis y colonialidad del poder”. Su exposición se centró en la explicación de la crisis actual y su real dimensión puesto que, como él afirma, no se trata de una crisis financiera, sino de una crisis del patrón de poder específico que ha estado vigente desde el siglo XV y que, ahora, entra en complicaciones.
Quijano mencionó los cinco ámbitos centrales de toda existencia social capaz de reproducirse (sexo, trabajo, subjetividad, autoridad colectiva y relaciones de la especie con otras especies) y afirmó que el ser humano ha estado siempre en constante disputa por el control de estos cinco ámbitos. “Colonialidad del poder” es el nombre que se asigna al patrón de poder específico que existe en la actualidad y en el cual hay vencedores y vencidos, pero nunca deja de haber disputa por el control.
Pero este patrón específico del poder se encuentra determinado por una categoría mental que luego se vuelve una relación social: “raza”. Esta funda un nuevo sistema de dominación social que otras categorías como el género, no lograron mantener con tanta eficacia como la primera. “Raza” como concepto novedoso surge cuando los conquistadores llegan a este espacio, que denominan “América”, y se preguntan por la condición de los habitantes de estos territorios. Para diferenciarse de ellos, surge el concepto de “raza” que implica que la estructura biológica de determinados seres humanos es inferior a la de otros y, a partir de dicho concepto, se funda una relación social que se mantiene en la actualidad
La “raza” es pues el más eficaz instrumento de dominación en cualquier patrón de poder realizado. América Latina, como la llamamos ahora, se ha caracterizado por la marginación creciente de población de su sistema productivo. Las ciencias sociales de la década de 1960 y 1970 ya dieron cuenta de este fenómeno. Hoy con la crisis del capital financiero, que incorpora muy poco trabajo vivo, esta marginación se multiplica. Encontramos así, millones de seres humanos desocupados, con trabajos muy precarios y, en muchos casos, esclavos. Ello trae nuevas demandas de los movimientos sociales que cuestionan el patrón de poder aludido.
Hay necesidad de nuevas relaciones de sentido que rompan los parámetros del debate actual para encontrar nuevos caminos que permitan afrontar esta crisis. Solo de ese modo, otro mundo será posible.
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