Mi corrupto favorito

La última encuesta de Ipsos Apoyo, publicada por el diario El Comercio el domingo que pasó, revela que los dos candidatos presidenciales con mayor intención de voto son Keiko Fujimori (22%) y Luis Castañeda Lossio (20%).

Pese a que esta encuesta solo alcanza a representar al 59% de la población, ya que se limita al 75% de la población urbana nacional, resulta relevante para notar características de los candidatos favoritos a la fecha.
 
No es casualidad que los dos punteros en las encuestas tengan dos características comunes. Primero, ambos son sospechosos de una serie de actos de corrupción y no son todavía exculpados de los mismos. Recordemos que la semana pasada nos dimos con la lamentable noticia de que los fiscales Jaime Schwartz y Jorge Cortez habían decidido limpiar a Keiko Fujimori y a sus tres hermanos, haciendo que el proceso que se les seguía por haber pagado sus estudios en Estados Unidos con fondos del Estado regrese a fojas cero. Y en cuanto al Alcalde Castañeda, basta recordar el caso “Comunicore”, empresa que logró que una deuda que a Relima le costó años de negociación e incluso un arbitraje, le fuera pagada en dos semanas y, una vez con cheque listo, cerró. Curioso, además, que el Alcalde Castañeda tuviera vínculos de parentesco con directivos de esta fantasmagórica empresa.
Pero además de estos dos ejemplos puntuales, podríamos enumerar una lista de tantos otros que confirman esta característica común a los dos candidatos presidenciales “más fuertes”: sospechosos de corrupción. No obstante, tienen otra característica común: silencio frente a las denuncias. Recordemos que la candidata por el fujimorismo no ha respondido claramente a la población sobre la financiación de sus estudios y, cuando lo ha hecho, solo se ha contradicho. Por otro lado, basta notar que el apodo de Luis Castañeda es “el mudo” para entender que a ninguno de estos personajes le interesa rendir cuentas a la población. Entonces ¿qué los hace atractivos?
 
Podemos notar que más allá de las preferencias electorales, la mayoría de encuestados parece tener muy en claro los problemas estructurales que necesitan modificarse en nuestro país y, pese a esto, no apuestan por aquellos candidatos que pueden resolverlos, sino por aquellos que, por el contrario, distan de ser reconocidos por su eficiencia y transparencia. Los electores prefieren así a quienes fomentan el clientelismo pues relacionan su victoria con favores individuales.
 
Esta característica forma parte de la resaca que queda de la dictadura de Fujimori y Montesinos quienes, además de violar el estado de derecho y quebrar la democracia, nos dejaron una crisis de representación que a la fecha sigue cobrando factura. Es por esto que los electores siguen prefiriendo favores individuales por sobre aquellos que podrían lograr grandes soluciones colectivas. La política nacional se ha desvirtuado pues es vista como un intercambio de favores por votos que, lamentablemente, constituye un círculo vicioso. Por esto, hay necesidad de tocar temas de fondo como la sostenibilidad energética, la elaboración de una nueva Constitución, la reformulación de modelo de desarrollo, entre otros temas que en Otra Mirada proponemos mensualmente. Mientras no se pongan como prioridad las soluciones estructurales no solo no tendremos mejores autoridades, sino tampoco mejores candidatos. Depende de nosotros.
 

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