Mariátegui, Miguelina y la Amazonia
Hugo Cabieses
La derecha y la izquierda en nuestro país históricamente se han puesto de espaldas a los pueblos indígenas originarios de la Amazonía. En cuanto a la izquierda, el “olvido” viene de largo. José Carlos Mariátegui, en sus análisis y propuestas, casi no escribió sobre los pueblos amazónicos, pero gracias a una gran mujer, Miguelina Acosta Cárdenas, no los ignoró totalmente. Mariátegui escribió sobre la problemática social e indígena de la costa y la sierra, pero ignorando el 70% del territorio nacional: la región andino-amazónica. En muy pocos escritos menciona a la selva amazónica y se refiere a ella como “la montaña”.
Esto en un momento histórico en el que más de 355 mil km2 de nuestra Amazonía habían sido perdidos y/o donados a Brasil y Bolivia como resultado de la “guerra del Acre” de 1899-1903; el boom cauchero cometía genocidio con más de 50,000 amazónicos en el norte con Julio César Arana y en el sur con Carlos Fermín Fitzcarrald; el caucho era el principal rubro de exportación del país; sonaban vientos autonómicos en Loreto por la pérdida de 403,000 km2 frente a Colombia; y, Estados Unidos e Inglaterra ya le habían puesto el ojo a nuestros recursos de esa región.
No obstante, la jurista Miguelina Acosta, nacida en Yurimaguas en 1887, fue la diligente informante de Mariátegui sobre la Amazonía. Hija de cauchero, anarquista militante, expositora de la Universidad Popular Gonzáles Prada, gran amiga de Dora Mayer y Pedro Zulen, fue presidenta de la Federación de Universitarias Peruanas en ¡1919! Fue nada menos que la primera abogada graduada en 1920 en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas de la UNMSM con la tesis "Nuestra institución del matrimonio rebaja la condición jurídica social de la mujer".
Miguelina Acosta hizo precisiones a propósito de Loreto, que Mariátegui menciona en el capítulo “Regionalismo y Centralismo” de sus “Siete ensayos…” y reconoce los aportes de Miguelina en el análisis de la época del caucho y otros aspectos de la realidad amazónica de ese tiempo cuando escribe: “A este respecto es imposible no declararse de acuerdo con la doctora Acosta Cárdenas, a quien toca, sin duda, concurrir al esclarecimiento de la realidad peruana con un estudio completo de la sociología de Loreto”. Tarea que Miguelina cumplió sólo en parte ya que murió en 1933.
Pese a lo reportado, Miguelina dejó su huella amazónica, analítica y protestona en los escritos de Mariátegui, particularmente en “El problema de las razas en América Latina”, texto de ruptura con la III Internacional, redactado por Mariátegui, a caballo con el doctor Hugo Pesce Pesceto, presentado a la 1ra Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires en 1929. El texto dice así: “En la montaña o floresta, la agricultura es todavía muy incipiente. Se emplea los mismos sistemas de ´enganche´ de braceros de la Sierra; y en cierta medida se usa los servicios de las tribus salvajes familiarizadas con los blancos. Pero la Montaña tiene, en cuanto a régimen de trabajo, una tradición mucho más sombría. En la explotación del caucho, cuando este producto tenía alto precio, se aplicaron los más bárbaros y criminales procedimientos esclavistas. Los crímenes del Putumayo, sensacionalmente denunciados por la prensa extranjera, constituyen la página más negra de la historia de los ´caucheros´. Se alega que mucho se exageró y fantaseó en el extranjero alrededor de estos crímenes, y aún que medió en el origen del escándalo una tentativa de chantaje, pero la verdad está perfectamente documentada por las investigaciones y testimonios de funcionarios de la justicia peruana como el juez Valcárcel y el fiscal Paredes, que comprobaron los métodos esclavistas y sanguinarios de los capataces de la casa Arana. Y no hace tres años, un funcionario ejemplar, el doctor Chuquihuanca Ayulo, gran defensor de la raza indígena – indígena él mismo – fue exonerado de sus funciones de fiscal del departamento de Madre de Dios a consecuencia de su denuncia de los métodos esclavistas de la más poderosa empresa de esa región”.
Sólo Miguelina Acosta pudo haber proporcionado a Mariátegui y Hugo Pesce una información tan precisa sobre los sucesos del Putumayo, de las tropelías del huaracino Carlos Fermín Fitzcarrald y el vasco Bernardino Perdiz en el Manu de Madre de Dios, denunciadas por el fiscal mencionado.
En este contexto de debates, luchas y tareas inconclusas, lamentablemente las propuestas programáticas de los partidos políticos en el Perú, incluso de los de izquierda, nos lleva a concluir que: ninguno ha formulado propuestas para la Amazonía que partan de los pueblos andino-amazónicos; el Estado, la clase política y los partidos centralizados en Lima han vivido a espaldas de la realidad amazónica; por ignorancia o falta de visión de futuro, no han sido capaces de valorar las potencialidades amazónicas; y, no existe aún una clase política, empresarial y un tejido institucional que haya podido imponer a nivel nacional una visión, un imaginario, una percepción y una agenda amazónica.
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