La otra agenda política de la derecha

Una lectura rápida de lo que viene pasando en las semanas posteriores al levantamiento de la huelga indígena amazónica y campesina de Andahuaylas, podría hacer pensar que el Presidente Alan García y la derecha peruana se consolidan en un discurso único que combina autocríticas parciales como las del propio García y el Premier Yehude Simon (“debimos consultarles”, “debimos informarles mejor”) con la tan insistente como casi paranoica campaña de denuncias contra una supuesta conspiración internacional de comunistas, sindicalistas, chavistas, moralistas, ecologistas, indigenistas y envidiosos contra los éxitos económicos y democráticos del Perú neo liberal. Ello reafirma esa perspectiva que se niega a aceptar que hay problemas más allá de los agitadores locales y foráneos y de su propia incapacidad de comunicar a la población las bondades del modelo.

Sin embargo, una reciente seguidilla de textos y declaraciones de periodistas y líderes gremiales representativos de la derecha política y empresarial peruana, parecen anunciar un nuevo discurso. Ellos mantienen -por supuesto- que hay agitadores anti-sistema medrando en los conflictos e intereses internacionales y conspirando contra el Perú. Pero colocan la explicación ya no en los agitadores –como sigue haciendo Alan García en su más reciente panfleto titulado “A la fe de la inmensa mayoría”¹ - sino en la incapacidad y la indiferencia del Gobierno (Alan y el APRA) y el Estado frente a los problemas reales de la gente.

En una reciente columna en el Diario Correo, Gonzalo Prialé (ortodoxo defensor del neoliberalismo y vitriólico enemigo de los anti-sistema) ilustra este giro: después de ponderar los éxitos económicos de los últimos años- afirma que “el Estado no ha logrado superar sus trabas burocráticas y municipales. Iniciar obras públicas y APP toma años. … los acuerdos de las mesas, generalmente obras de interés local, no se ejecutan o demoran mucho. Los políticos no pueden mecer a tanta gente tanto tiempo. La titulación de tierras de los nativos, por ejemplo, tiene años sin culminarse. Eso frustra a cualquiera.” Y concluye diciendo que “El Estado es el lastre, no el sector privado… Ojalá Bagua marque el inicio del fin, no del modelo pro mercado, sino de la república mercantilista donde unos avanzan mientras los más pobres permanecen mayoritariamente desatendidos².”

Como estas, hay varias otras manifestaciones de este nuevo discurso –destacando los editoriales de Fritz Du Bois en Perú 21 y las columnas de Jaime de Althaus en El Comercio y una reciente entrevista de Jaime de Althaus a Gonzalo Prialé en Canal N³.
Entonces, para salvar al modelo hay que reformar al Estado, hacerlo más eficiente, más ágil, menos burocrático, menos pesado. Pero, en este tema, ese mismo APRA que salvó al modelo y a la derecha frente al peligro de Humala, deja de ser parte de la solución y pasa a ser parte del problema. En este nuevo discurso, el APRA –partido ávido de cargos en el Estado y negado para reformarlo en el sentido de la eficiencia y la agilidad- resulta un estorbo para la reforma del Estado que se postula como la nueva garante de la vigencia del modelo y la nueva bandera programática de la derecha política y empresarial.

La criminalización de la protesta social, la ilegalización de las ONG, el atarantamiento a los medios de comunicación, seguirán siendo parte de la agenda política gubernamental contra los cuestionamientos al modelo económico vigente. Y la derecha apoyará esa agenda. Pero esa misma derecha anda buscando un nuevo discurso, un nuevo proyecto político que ofrecerle al país desde ahora y rumbo al 2011. Hay que prestarle atención.

¹ Alan García Perez, “A la fe de la inmensa mayoría”, Diario Expreso, 28/06/09
² Gonzalo Prialé, Diario Correo, 23/06/09
³ La Hora N, Canal N, 1/07/09

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