La Doctrina Obama: ¿Un punto de quiebre?
La era Obama ha traído varios cambios en las políticas norteamericanas, y desde hace unos días las novedades que se vislumbraban en su política exterior ya están plasmadas en lineamientos oficiales.
La Casa Blanca presentó hace unos días, una nueva Estrategia Nacional de Seguridad que reemplaza a aquellas de la era Bush y, en cierta medida, replantea el papel de Estados Unidos en el mundo.
Algunos especulan que, más allá de que la nueva estrategia representa un reconocimiento de los cambios en el mundo, es también una señal de que la superpotencia admite su debilitamiento. Después de todo, la nueva doctrina llega en tiempos de crisis económica, de una aparente “sobreextensión” de las fuerzas militares de EEUU en Iraq y Afganistán y otros puntos, y del fortalecimiento de nuevos actores del G-20 que desafían la supremacía norteamericana.
Lo que sí es innegable es que se diferencia de las políticas de Bush en los 2000, que en gran medida polarizaron al mundo y distanciaron a muchos países. Especialmente después del 11 setiembre 2001, Bush y sus asesores establecieron una política exterior que recurría fácilmente a la “guerra preventiva”, que no prestaba mayor importancia a los foros multilaterales para tomar decisiones de gran trascendencia, y que al parecer consideraba al Islam mismo como su enemigo y como algo íntimamente ligado al terrorismo.
Se reconoce en el documento, por el contrario, que en el nuevo orden mundial es necesaria la modernización de las instituciones multilaterales, el fortalecimiento de las normas internacionales y el cumplimiento de las leyes internacionales, pero que Estados Unidos ya no puede asumir que esta es una tarea que puede hacer solo. Se afirma que sí puede, sin embargo, liderarla.
Las principales novedades de esta nueva “doctrina Obama” incluyen:
· Más énfasis en la cooperación y se renuncia, en general, a las soluciones unilaterales.
· La “guerra preventiva” y el uso de la fuerza se identifican como últimos recursos.
· Se reconoce la necesidad de dialogar también con nuevos actores emergentes, no sólo China, India y Rusia, también Brasil, Indonesia, Sudáfrica. Reconoce al G-20 como el foro principal para la cooperación mundial.
· Se declara que el enemigo principal no es el mundo islámico ni el “terrorismo” mismo sino Al Qaeda y grupos similares por sus prácticas terroristas.
· Prioriza los desafíos de las armas nucleares, del cambio climático y de la seguridad en el ciberespacio.
· Resalta la importancia de mejorar la situación económica norteamericana y mantener la prosperidad para poder seguir liderando.
Estos cambios, ¿señalan inconfundiblemente un reconocimiento de que su hegemonía se ha debilitado? Dan algún sustento a ese tipo de análisis, pero también puede verse como un movimiento del péndulo hacia políticas menos confrontacionales, lo cual coincide con el cambio de orientación política del gobierno (Demócrata versus Republicano). Una señal de que el cambio no es tan drástico como podría parecer es que no se descarta el uso unilateral de la fuerza, finalmente.
Más que renunciar a su papel como superpotencia, con esta nueva doctrina quizás se está simplemente afirmando lo que ya se observa en la práctica: que no puede ser el único “sheriff” del mundo en sus condiciones actuales (económicas y militares), que tiene las “manos llenas” y que reconoce que cada vez habrán más países dispuestos a desafiar su supremacía si es que no cambia de estrategias para lograr sus objetivos.
Desde la perspectiva del Perú, podemos destacar dos temas pertinentes. Primero, que prácticamente no se menciona a América Latina como unidad, más bien se menciona a “las Américas” y, antes que a cualquier otro país, se reconoce el papel importante de Brasil en la región, y la importancia de “las Américas” por sus lazos de muchos tipos. Incluso se prioriza el papel de Brasil como “guardián” de una importante riqueza ambiental. Asimismo, se menciona la importancia de luchar contra las actividades criminales internacionales pero no hay referencia a la “guerra contra las drogas” que tanto ha influido en las políticas de EEUU con el Perú. ¿Habrá disminuido la prioridad de esta guerra fallida para la seguridad?
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