En la última semana, los dos espacios de diálogo promovidos por el gobierno para solucionar la protesta amazónica han fracasado. Primero, cuando el pleno del Congreso de la República cerró filas sobre la discusión de los decretos legislativos ofensivos a los intereses de los pueblos amazónicos. Esto gracias a un premeditado plan aprista para hacer explotar la sesión del miércoles pasado. Así, el APRA ha mecido nuevamente a los pueblos amazónicos.
En segundo lugar, ha fracasado la Comisión Multisectorial encabezada por el premier Yehude Simon, quien hasta ahora, no tiene una propuesta clara para solucionar este conflicto. Lo que podemos observar, más bien, es un diálogo de sordos, pues los indígenas plantean la derogatoria de los decretos que protegen las concesiones y el gobierno solo está dispuesto a modificarlas, pues son el candado del modelo neoliberal.
El apoyo a la protesta amazónica es contundente. No solo los grupos indígenas de las regiones de Amazonas, Loreto y Cusco han mostrado su total respaldo al movimiento amazónico, sino también organizaciones gremiales como la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Coordinadora Político Social (CPS). Además, esta protesta nacional viene adquiriendo un respaldo internacional gracias a la IV Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala, que logró convocar a miles de representantes indígenas nacionales y extranjeros de 22 países. Allí se reconoció y apoyó la lucha de los pueblos indígenas de la amazonía peruana.
El gobierno tiene una clara voluntad represiva, sin embargo, esta también presenta dificultades, tanto por el costo que implicaría, como por las dificultades del terreno. Por ello, el gobierno juega a la bravata y al desgaste del movimiento amazónico. Es momento de reabrir el diálogo y afrontar el problema de fondo, no solo discutir el maquillaje de los decretos en cuestión.