Encara Finlandia la necesidad de realizar cambios en su sistema educativo
Laura Poy Solano, La Jornada
Helsinki. Considerada la primera potencia de la educación a escala global, donde el libro de papel está por desaparecer y la palabra corrupción “ni siquiera aparece en los diarios”, los ciudadanos de Finlandia tienen uno de los promedios de escolaridad más altos, 40 por ciento de ellos cursó estudios universitarios y 84 por ciento concluyó el bachillerato, muy lejos del segundo grado de secundaria que en promedio tienen los mexicanos.
Para Lars Eltvik, director general de Servicios de Educación Global de la Universidad de Ciencias Aplicadas Haaga-Helia, la clave de su éxito educativo se fundamenta en la transparencia de sus recursos públicos, práctica que también es lejana en México, donde la corrupción ha permeado el sistema de enseñanza a través del ejercicio indebido de fondos, pagos improcedentes a comisionados sindicales, compensaciones discrecionales y venta de plazas, según reportes de la Auditoría Superior de la Federación.
De contar con una historia de pobreza a causa de la carencia de recursos energéticos y naturales, con excepción de sus bosques, hoy día Finlandia es una de las economías más competitivas del mundo, debido a que la educación es el motor de su desarrollo económico y social.
No todo es prosperidad. El reciente declive de los puntajes que alcanzan sus alumnos en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) –examen que aun así los coloca como los primeros del planeta– prendió las alarmas. Ahora se preparan para una nueva era de la enseñanza en la que “todo debe ser aprendido digitalmente”.
En agosto de 2016 se prevé la implementación gradual de un nuevo marco curricular que incentive la multidisciplinariedad y el trabajo en equipo. Petra Packalen, del Consejo Nacional de Educación de Finlandia, señala que la causa de esta reforma no sólo fue PISA, ya que “nuestras propias pruebas nacionales nos revelaron que el rendimiento educativo no era lo que esperábamos”.
De 2003 a la fecha perdieron 25 puntos en su desempeño en matemáticas en PISA, lo que representa seis meses de retraso escolar. Pero sobre todo, añade Packalen, los jóvenes finlandeses ya no están tan interesados como en el pasado por su desempeño escolar.
“Algo está pasando con la motivación de los alumnos. La escuela necesita cambios, está perdiendo su posición en la vida de los jóvenes. Lo que funcionaba bien en el año 2000 y hasta el 2006, ya no es adecuado para las nuevas generaciones”, sostiene.
En la sede del consejo, organismo dependiente del Ministerio de Educación y Cultura del país nórdico, afirma que no tiene sentido para su sistema educativo permanecer en el primer lugar del orbe, si el mundo se modifica constantemente. De ahí que la escuela también necesite cambios. “Lo que descubrimos hace 10 años ya no está funcionando bien”.
La sociedad evoluciona, “por eso, nosotros reformamos nuestras escuelas cada 10 años, más allá de PISA. Tenemos que evolucionar y entender de qué se trata la escuela”, enfatiza.
“Creemos que la responsabilidad con la calidad educativa debe partir desde adentro, tú eres responsable de ti mismo. La educación es sólo la punta del iceberg, refleja lo que está pasando en la sociedad, la inequidad, la falta de capacidad, la presión social, la violencia y el apoyo a las escuelas”, añade.
Con una población que enfrenta un acelerado proceso de envejecimiento y un clima extremo que los lleva a soportar seis meses de invierno, Pirjo Lammila-Räisänen, profesora de la Escuela Normal de la Universidad de Turku, habla de dichas transformaciones: “Tenemos nuestros libros digitales y el plan es que no usaremos libros de papel nunca más. Todo debe ser aprendido digitalmente”.
Después de una clase a 20 pequeños de primer año (siete años de edad) sobre cómo responder una encuesta sobre bullying en sus tabletas digitales, enfatiza que en este país se impulsa la misma calidad en todas las escuelas.
“Es un honor tener ciertas cosas, por ejemplo, todos leen. He sido maestra por 30 años y he notado eso, todos leen y aprenden. Aquí somos muy democráticos de alguna manera, todos tienen derecho a aprender”, expresa.
Para profesores y autoridades del sector es un orgullo nacional que la escuela esté abierta para todos. Desde preprimaria hasta posgrado la educación es gratuita. El sistema incluye un año de prescolar, nueve de educación básica, tres de bachillerato, y de tres a seis años de formación universitaria y posgrado.
Su larga tradición como pueblo lector, de acuerdo con docentes, también está en la base de su triunfo educativo. En sus centros escolares es posible constatar la enorme importancia que tiene la lectura, con bibliotecas bien acondicionadas, espacios acogedores y libros por doquier.
La educación se fundamenta, además, en la confianza, en una autonomía fuerte –cada profesor puede crear su sistema de enseñanza–, en una elevada formación de sus maestros y en contar con los recursos para alcanzar esta meta.
Jannika Sarimo, subdirectora de la escuela secundaria de la Normal de Turku, considera que como educadores es necesario preguntarse constantemente “si no estamos enseñando a los estudiantes sólo a presentar exámenes y dar las respuestas correctas”.
No se trata –dijo– de memorizar, sino de aplicar los conocimientos en distintas situaciones. En la elaboración de las nuevas currícula es necesario cuestionar qué es relevante para la vida, qué habilidades deben obtener, y mucho de lo que aprendemos en la escuela no se observa en la boleta de calificaciones.
La transparencia
Pese a los desafíos que enfrenta, Finlandia es una de las 10 economías más competitivas del planeta. El reporte más reciente de competitividad global, elaborado por el Foro Económico Mundial, ubica a esta nación nórdica en la cuarta posición de 144 estados, sólo por detrás de Suiza, Singapur y Estados Unidos. En contraste, México cayó de la posición 55 a la 61 en la lista de países que destacan por su productividad y prosperidad.
Lars Eltvik asegura que la transparencia en el ejercicio de los fondos públicos es un elemento relevante para la consolidación de un sistema educativo.
“En Finlandia no tenemos problemas de corrupción. En los países nórdicos nunca hablamos de ello. No es un tema en el país”. Ni siquiera existen mecanismos de supervisión o control de sus docentes.
Tenemos la ventaja, dice, de que todos nuestros profesores cursaron estudios de posgrado, muchos desarrollan su propio plan de enseñanza, pero si no tienen la formación correcta no se puede transferir esa responsabilidad.
“No le puedes dar la autonomía, y entonces viene una situación de control, que es lo que no queremos en el ámbito laboral de los docentes ni con los alumnos.”
Otras naciones enfrentan retos para atraer a los mejores docentes a las aulas, así como desafíos por falta de recursos, por el bajo estatus que se le da a la profesión docente y la falta de garantías para obtener un empleo a largo plazo, lamentó.
Publicado en La Jornada, martes 29 de setiembre 2015
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