El ocaso del petróleo está muy lejos

Por: 

Alejandro Narváez Liceras*

En medio de las voces que daban por muerto en un futuro cercano al petróleo, las proyecciones lanzadas por la principal organización productora de crudo y a la luz de la reciente crisis energética mundial, estamos ante un panorama muy diferente al que cabría esperar, atendiendo al discurso de la transición energética hacia las energías renovables. Muchos estudios de organismos internacionales apuntan hacia el mismo lugar: el cambio en la manera de producir la energía que nueve la economía mundial. Sin embargo, una cosa son los discursos y otra muy distinta es lo que viene ocurriendo en el mundo real.

El cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC, por sus siglas en inglés), advierte que la muerte del petróleo no será tal. Es verdad que perderá peso progresivamente en la matriz energética mundial, pero, eso no significaría ni mucho su muerte o extinción temprana, como algunos erróneamente vaticinan. 

El petróleo seguirá siendo el “rey”

Según las Perspectivas Mundiales de Petróleo 2021 de la OPEC (World Oil Outlook 2045), se prevé que la demanda de petróleo aumente a largo plazo de 82.5 millones de barriles por día (bpd) en 2020 a 99 millones bpd en 2045. A pesar de la desaceleración del crecimiento de su demanda en la segunda parte del período proyectado 2020 - 2045y el fuerte crecimiento de otras fuentes de energía, como las energías renovables, el gas y la nuclear, se espera que el petróleo conserve la mayor participación en la matriz energética mundial durante los próximos 25 años. En 2020, el petróleo representó el 30% de las necesidades energéticas globales. Junto con la recuperación de su demanda posterior al coronavirus, se prevé que su cuota de participación alcance el 28.1 % para 2045. Su peso en el mix energético global se reducirá ligeramente, pero seguirá siendo la principal fuente de energía en las próximas décadas.

Las estimaciones de la OPEC son cifras desagradables para los promotores de los planes de descarbonización que se han impulsado principalmente, en Europa. ¿Por qué entonces aumentará la demanda de petróleo en el futuro? Porque no todo el planeta es Europa, ni todos los países son desarrollados. Se espera que la demanda en los países emergentes, llamados no desarrollados, alcance de 46.3 millones de bpd en 2020 a 70.3 millones de bpd en 2045, con un crecimiento de 1.7% anual en el periodo proyectado. El crecimiento de la demanda de petróleo en estos países, se atribuye principalmente, al aumento de la población y la expansión de las economías en Asia, África y Oriente Medio.

En cambio, en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), llamados desarrollados, la demanda de petróleo se ralentizará a largo plazo. En cifras, significa pasar de 36.3 millones de bpd en 2020 a 28.7 millones de bpd en 2045, con un crecimiento anual de - 0.9%. Esto puede deberse a un mayor desajuste del crecimiento económico debido a cambios estructurales y un impulso político que continúa poniendo mayor énfasis en la eficiencia energética y el despliegue de tecnologías bajas en carbono.

El más reciente informe del mercado del petróleo de la OPEC (12 de julio de 2022), por un lado, confirma su pronóstico de 2021, y por otro, revela que el crecimiento de la demanda mundial en este año se mantiene sin cambios con respecto a la evaluación del mes de junio último. Es decir, la demanda total de petróleo alcanzará este año un promedio de 100,3 millones bpd y para el año 2023 se espera que la demanda sea en promedio algo mayor, es decir, 103 millones de bpd.

La Agencia Internacional de Energía (AIE, adscrita a la OCDE), en su reporte de junio de 2022, difiere ligeramente con las estimaciones de la OPEC acerca de la demanda mundial de petróleo para los próximos años. El documento prevé que la demanda global puede situarse en 101.6 millones bpd en 2023, más de lo previsto hasta ahora y superando los niveles previos al coronavirus. Dicha demanda crecerá en 2.2 millones de bpd, frente a los 1.8 de 2022, y se concentrará en los países emergentes (no OCDE), China e India, principalmente. 

La transición energética va muy lenta

Desde el acuerdo de Paris en 2015, se lanzó con gran entusiasmo la transición energética hacia las energías renovables. Se decía por entonces, que el uso de las energías fósiles (petróleo, carbón y gas) podría acabar en 2050, y que el uso de los renovales abastecer a 139 países que actualmente suponen el 99% del consumo mundial. Así lo sostiene un informe liderado por la Universidad de Stanford (2017) y en el que han participado otras universidades de Estados Unidos y Europa. El estudio señala que las energías renovables supondrían la creación de 52 millones de puestos de trabajo y compensaría con creces los empleos perdidos con la transición energética. 

Es innegable, tras siglos de dominio mundial de las energías fósiles en la producción de energía, la transición hacia las renovables se abre paso. Pero muy lentamente. Se proyecta que la demanda de otras energías renovables (solar fotovoltaica y eólica, principalmente), se expanda de 6.8 millones de barriles equivalentes por día en 2020 a 36.6 millones de bpd en 2045. Son las fuentes de energía de más rápido crecimiento con una cuota de participación estimada de 10.4% en el mix global en 2045, frente a sólo el 2.5 % en 2020. No obstante, a este significativo avance, el consumo de las energías fósiles, representará según la propia OPEC, un elevado 69.9% (petróleo: 28.1%, Carbón: 17.4% y gas: 24.4%) en la matriz energética mundial en 2045.

La descarbonización en retroceso

Si a este panorama global de expansión en la demanda de petróleo y el lento avance de las renovables, se suman los recientes anuncios liderados por Alemania sobre la reactivación del consumo de carbón y la construcción de nuevas centrales eléctricas a carbón que tiene previsto China y la reciente instalación de una plataforma petrolera no tripuladas en el mar meridional, es difícil imaginarse que se pueda alcanzar el objetivo de 1.5 °C de aumento en la temperatura media mundial y la descarbonización de la economía. Los acuerdos de París (2015) son apenas un recuerdo mientras que los de la cumbre de Glasgow (2021) parecen extinguirse con las sanciones impuestas por occidente al petróleo y gas ruso.

Los actuales precios récord del gas natural no sólo están reduciendo la demanda mundial, sino que están obligando a algunos usuarios de esta energía a migrar al carbón y al petróleo. Por ejemplo, en Europa, el aumento continuo de precios está poniendo en desventaja de costos a muchas centrales de ciclo combinado (gas natural) respecto a las centrales alimentadas por carbón. La AIE estima que la demanda del gas caerá este año 2022 como los próximos ejercicios a escala mundial. En la Unión Europea, de largo el bloque regional más dependiente del gas ruso y, más afectado por el paquete de sanciones impuestas a Moscú, el precio del gas natural se ha multiplicado por ocho en menos de un año.

El cambio climático es un problema que atañe al planeta. Sin embargo, Estados Unidos ha abandonado el Acuerdo de Paris y la Unión Europea acaba de tomar la decisión de incluir en la clasificación o taxonomía verde al gas natural (energía fósil) y la energía nuclear. Por su parte, el presidente chino Xi, ya advirtió en enero último, contra una transición energética que interfiera con la "vida normal" de los chinos. Añadió, que la energía renovable debe volverse confiable antes de que se abandonen las fuentes de energía tradicionales. Más claro, ni el agua.

Millonarias inversiones en energía fósiles

El último informe anual Banking on Climate Chaos 2022, realizado por Rainforest Action Network y otros, revela que desde el Acuerdo de Paris 2015, los 60 bancos más grandes del mundo, financiaron inversiones en energías fósiles, con 4.6 billones de dólares y sólo en 2021 fue destinado 742, 000 millones. Los tres grandes bancos norteamericanos (Citi, Wells Fargo y Bank of América) en una reciente encuesta, preguntaron a sus accionistas si abandonarían los hidrocarburos por energías renovables, sólo el 11% estuvo a favor. En este escenario, la descarbonización de la economía, limitar el calentamiento global a 1. 5º C, es una quimera, al menos hasta 2050. Mientras haya dinero barato y abundante, y demanda de petróleo, nada hace proveer cambios en un horizonte cercano. 

Apuntes finales

Quemando carbón, petróleo y gas, Occidente ha alcanzado niveles inéditos de desarrollo al que no están dispuestos a renunciar. En sólo 200 años hemos extraído del subsuelo unos combustibles que son el resultado de millones de años de fosilización. Era evidente que tendría consecuencias en el cambio climático que golpea tanto a países ricos como a países pobres, con la diferencia que estos últimos, no se han beneficiado de ese progreso, y sufren más al tener menos recursos para hacer frente a sus efectos catastróficos.

La retórica de descarbonizar la economía, de desengancharse de las energías fósiles, ha sido solo eso, retorica. En 100 años no ha pasado nada radicalmente nuevo, por ejemplo, en el transporte, uno de los que produce más CO2, se ha seguido utilizando el mismo motor de combustión con variaciones. Claramente, el ocaso del “oro negro” está muy lejos. Las energías renovables avanzan demasiado lento. El tratado de Paris debió haberse implementado mucho antes, pero no se hizo (L: 16/7/22).

* Ex - presidente de Petroperú y Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.