El giro de Pedro Castillo

Por: 

Víctor Caballero Martín

Mucho se esperaba que el presidente Pedro Castillo, acechado por una oposición de los partidos y grupos de la derecha radical que pugna por la vacancia y por conflictos sociales que no dan tregua, iba a optar por un giro político cambiando el gabinete de Aníbal Torres por un gabinete de concertación, con ministros conocedores de la gestión pública que recuperen la confianza de la ciudadanía y de los movimientos sociales. 

Eso fue lo que el cardenal Pedro Barreto y el secretario del Acuerdo Nacional, Max Hernández anunciaron luego de su reunión con el presidente Pedro Castillo, pero, ha pasado una semana y el cambio prometido aún no se ha concretado. El único cambio visible es la manera cómo el gobierno viene respondiendo a los conflictos más fuerte: ha optado por realizar Consejos de ministros Descentralizados (CMD) en las regiones donde han estallado los paros y movilizaciones.

Primero fue Huancayo, en donde el conflicto alcanzó los niveles más violentos de todas las jornadas de paros y protestas en el país. No le fue bien a Pedro Castillo ni al gabinete Torres porque el conflicto se mantuvo; las demandas del pliego agrario no se resolvieron, peor aún: no pudieron contener las críticas directas al presidente, al gabinete y a los líderes de Perú Libre. Una semana después, convocó otro CMD en la ciudad de Huancané (Puno) en donde, con un control más estricto de los participantes, volvió a comprometerse en resolver las demandas de la región. En Cusco, ante el anuncio de paro de 48 horas (18 – 19 de abril), convocado por una alianza de gremios de trabajadores y agricultores, el gobierno envío a dos ministros: Roberto Sánchez de PRODUCE y luego Aníbal Torres, para convencer a los gremios a que levanten su medida de fuerza. No lo lograron. A pesar del ofrecimiento de realizar un Consejo de Ministros Descentralizados con la participación del presidente Pedro Castillo, el paro se mantuvo.

Si hay algo que se cumple con rigurosa precisión en el país son las convocatorias a los paros y movilizaciones. Así, para el mismo día que el gobierno se comprometió con los gremios de Cusco de realizar el CMD, la alianza de gremios de Cusco han convocado un paro regional, ese mismo día las Organizaciones Nacionales del Sector Agrario y Populares del Perú, también a un paro nacional.

No sabemos si la organización de CMD en las zonas de conflictos, constituye una nueva estrategia de abordaje de los conflictos. Los realizados a la fecha no han calmado los ánimos, pero si han evidenciado que estamos frente a una forma de relacionamiento del gobierno con las organizaciones en los mismos sitios en donde se realizan los paros o movilizaciones. El diseño y la realización de estos eventos es lo más parecido a las asambleas populares en donde los dirigentes sociales y autoridades locales hablan, reclaman, demandan soluciones, y los ministros prometen, firman acuerdos y dejan al Presidente Pedro Castillo para dar el discurso de clausura, que, por lo general, son discursos políticos de respuesta a los detractores del gobierno.

¿Se puede hablar de un giro del gobierno de Pedro Castillo? Si la modalidad de los Consejos de Ministros Descentralizados continúa, se puede evidenciar que estamos frente un giro del gobierno hacia la radicalidad del movimiento social, pero con resultados bastante inciertos: los gremios y movimientos sociales no están precisamente unidos; sus plataformas son muy diferentes (hasta confrontados), no hay liderazgos evidentes en los conflictos, o peor aún: no tienen objetivos comunes; a ello se suman las confrontaciones en torno a la salida política: unos quieren cambios radicales que incluyen el cierre del Congreso, otros la vacancia de Pedro Castillo o que se vayan todos; otros demandan soluciones inmediatas a pedidos que están fuera del alcance y de las posibilidades del gobierno.

En esas circunstancias apostar por un giro del gobierno a la radicalidad del movimiento social, sin mayor capacidad de resolver la crisis económica que afectan a la población más vulnerable, puede llevar a Pedro Castillo y al gobierno a los caminos inciertos de la revuelta social, con pocas posibilidades de salir indemne, o, lo que es peor aún, profundizar la delicada crisis política que estamos transitando.