El fin del neoliberalismo y la búsqueda de alternativas
Vicenç Navarro*
La pandemia ha puesto de manifiesto el enorme daño causado por las políticas liberales que han sido aplicadas, durante la Gran Recesión (y años anteriores) en gran parte de los países de la OCDE (el grupo de países más ricos del mundo), daño que era predecible que ocurriera como algunos ya predijimos (ver el libro Hay Alternativas: Propuestas para crear empleo y bienestar social en España de Navarro, Torres y Garzón). Lo único que consiguieron (que era lo que sus autores deseaban) fue un enorme enriquecimiento de las minorías -las de siempre, que gozan de una enorme influencia política y mediática- a costa del bienestar de la gran mayoría de las poblaciones, habiéndose alcanzado niveles de desigualdad social sin precedentes.
Hoy tales medidas liberales están totalmente desacreditadas, aunque sigan siendo influyentes en grandes forums económicos, financieros y empresariales españoles y sus partidos políticos afines. Tal descrédito del liberalismo ha dado pie a un cambio del pensamiento económico dominante, siendo sustituido por un pensamiento opuesto, que denuncia las consecuencias del pensamiento liberal anterior, habiendo afectado muy negativamente el bienestar de la mayoría de la población, llegando a amenazar su propia supervivencia, a través de la pandemia y de los cambios climáticos, facilitados, cuando no estimulados, por sus políticas.
Características de las políticas alternativas al liberalismo imperante:
En esta versión antiliberal hay dos visiones distintas. La tradicional -definida como keynesianismo-, consiste en invertir grandes fondos públicos en el estímulo del crecimiento económico, mediante el desarrollo de infraestructuras como transporte, comunicación, informática digital, carreteras y un largo etcétera que permita la modernización de la economía y la creación de buenos puestos de trabajo. Unos de los países que está promoviendo una mayor inversión de este tipo es Estados Unidos, donde el gobierno federal dirigido por el presidente Biden está proponiendo gastarse más de un trillón (numeración estadounidense) de dólares en los próximos 10 años, modernizando la estructura del país y creando buen empleo. En realidad, a este proyecto se le ha titulado «AMERICAN JOB PLAN» (plan de empleo).
¿Por qué aparece tal cambio ahora en EEUU?
Existe un amplio consenso en el Partido Demócrata gobernante de apoyo a tal plan. Este consenso es consecuencia del elevado coste electoral que ha pagado por su identificación con el liberalismo dominante, que ha caracterizado la mayoría de las políticas públicas de su partido cuando ha gobernado, iniciándose con el Presidente Carter, continuando con el Presidente Clinton, y más tarde con el Presidente Obama y su ministra de asuntos exteriores Hillary Clinton, mayor defensora esta de la globalización liberal que afectó muy negativamente a la clase trabajadora estadounidense. El distanciamiento de tal clase (y sectores de la clase media) del Partido Demócrata, y el éxito del trumpismo, está basado, en gran parte, en la identificación del Partido Demócrata con las políticas liberales globalizadoras con plena movilidad del capital y del trabajo. De ahí el surgimiento de Trump, que se presentó como el «anti-establishment liberal» representado por el Partido Demócrata.
El notable éxito electoral del trumpismo en el 2020 alarmó al Partido Demócrata alertándolo de que podría ganar en las elecciones al Congreso de 2022 y las presidenciales de 2024. De ahí el redescubrimiento del New Deal y abandono del liberalismo. Ni que decir tiene que las fuerzas progresistas, lideradas por el senador Bernie Sanders, han jugado un papel importante en este redescubrimiento del New Deal. Un cambio importante de este New New Deal y el anterior dirigido por el presidente Roosevelt es, sin embargo, que este proyecto debe desarrollarse conforme una redefinición del modelo productivo que dé prioridad al cambio de modelo energético para evitar el enorme deterioro del clima, lo cual requiere un cambio notable en el tipo de recuperación económica centrada en una economía verde, que adquiere una gran dimensión a lo largo del proyecto AMERICAN JOB PLAN, pues cualquier inversión tiene que evaluarse según su impacto climático.
La segunda versión antiliberal: la recuperación social como condición de la recuperación económica
La segunda versión antiliberal es la visión social, que no se limita al tipo de inversión tradicional (modificada para incluir una sensibilidad ecológica y verde), sino que ha expandido (en un segundo plano de inversiones) la inversión social poniéndola como sujeto central de la recuperación económica. En otras palabras, la tesis central de esta segunda versión es que crear escuelas de infancia, por ejemplo, tiene un mayor impacto en incrementar la eficiencia económica que la inversión en carreteras, como señalaba el premio Nobel de economía Paul Krugman en una columna suya reciente en el New York Times (5 de Oct. 2021). Esta segunda versión tiene múltiples dimensiones e incluye expansión de los derechos de acceso a la sanidad, a la educación (desde las escuelas de infancia desde los 0 años hasta el acceso a la educación superior y universitaria), a la vivienda, a los servicios de ayuda a las personas con dependencia, a los ancianos, a los servicios sociales y muchos otros; servicios que en Europa se llaman los servicios del Estado de Bienestar, y que incluye también en un lugar predominante la economía de los cuidados.
Esta parte del presupuesto es mucho mayor que la anterior, y es de 3.5 trillones de dólares que aspira a corregir algunos de los déficits más notables del estado del bienestar estadounidense que se caracteriza por sus enormes limitaciones en los derechos sociales de su ciudadanía, limitaciones que se extienden a todos los componentes de tal Estado de Bienestar. EEUU es la máxima expresión del «modelo liberal», siendo el país con menos protección social en la OCDE. Como consecuencia, sus indicadores de bienestar y calidad de vida están entre los más bajos en tal comunidad de países, siendo sus desigualdades por clase social las más acentuadas conocidas. Pero en el componente de su Estado de Bienestar donde las limitaciones son peores es en los servicios de ayuda a las familias y a sus componentes. Un indicador de ello es que EEUU es el país, por ejemplo, con mayor pobreza infantil siendo este uno de sus peores problemas sociales.
Según datos de la OCDE, EEUU es de los países que gastan menos fondos públicos en los infantes, niños y niñas (500 dólares por año, niño, niña e infante). El contraste con los países nórdicos y escandinavos, de mayor sensibilidad social (donde coaliciones de partidos progresistas han gobernado por la mayoría del período post Segunda Guerra Mundial) es enorme: Noruega 29.700 dólares, Finlandia 23.400, Dinamarca 23.000 y Suecia 18.000. España, por cierto, está entre los más bajos, 9.100, y EEUU es misérrimo (500 dólares por infante). Esta falta de atención a los infantes significa un coste elevadísimo a la sociedad por sobrecarga a las familias, sobre todo a la mujer, dificultando su incorporación al mercado de trabajo, como está sucediendo ahora que hay un gran déficit de trabajadoras y trabajadores en momento de recuperación. Y también produciendo un retardo emotivo, formativo y educativo en él y la infante que dificulta más tarde su integración en el mercado laboral con buenos salarios. Condenar a casi un tercio de la población infantil a la pobreza no es sólo cruel, sino enormemente regresivo para la economía del país.
La inversión social -AMERICAN FAMILY PLAN- debe ser más que la mera suma de intervenciones sociales particulares
Pero lo que es especialmente llamativo de esta segunda versión que complementaría, de ser aprobada por el Congreso, la anterior es su orientación holística hacia la unidad de acción: las familias. El programa anti-pobreza infantil, por ejemplo, es multilateral pues las causas de tal pobreza son multicausales. Y comparte también los enormes déficits de atención a todos los componentes de la familia desde juventud a ancianos, con causas y consecuencias comunes. Tal diversidad de intervenciones es su riqueza (desde medidas en el mercado de trabajo a transferencias de servicios entre muchos otros tipos de intervenciones que son en muchos casos transversales, y de ahí que el título de este segundo componente sea AMERICAN FAMILY PLAN, el plan de acción de las familias). Es un plan, pues, que es más que la mera suma de sus componentes. No es, pues, extraño que los países que desarrollaron tal enfoque holístico de la atención a la familia fueran los países escandinavos, donde las desigualdades de género, además de las desigualdades de clase, son menores hoy en la OCDE. En realidad, a mayor poder de la mujer mayor desarrollo de estos servicios de atención a las familias. Y al revés, donde la mujer ha tenido poco poder, las familias son menos atendidas y el bienestar de todas y todos sus miembros es menor como ocurre en EEUU, pero también en España. Y otra condición del éxito nórdico es que en aquellos países ha sido un movimiento amplio, transformador, que ha sabido relacionar las distintas formas de explotación preparando propuestas conjuntas que han tenido mayores consecuencias.
Una nota personal: mis experiencias asesorando gobiernos
Como conozco bien Suecia y países escandinavos, así como EEUU, hace ya años aconsejé al que era candidato a la presidencia del país en representación del Partido Socialista, Pepe Borrell (y que era profesor del JHU-UPF Public Policy Center que yo dirigía), que se creara el cuarto pilar del bienestar: el derecho de acceso a los servicios de ayuda a las familias, que incluía los servicios de atención a los infantes y a las personas dependientes incluyendo ancianos (y que complementaria el primero el derecho de acceso a la sanidad, el segundo el derecho de acceso a la educación, y el tercero el derecho de acceso a la jubilación). Pepe Borrell lo aceptó y apareció entonces la propuesta en su programa. Más tarde, cuando Joaquín Almunia lo sucedió, lo conservó y fue Zapatero cuando gobernó el que lo aplicó, pero reduciéndolo sólo a los servicios a la dependencia, sin incluir los demás; fue un paso positivo pero insuficiente ya que la financiación fue muy escasa. De ahí la enorme importancia de recuperar una visión más completa y holística expandiendo los diferentes servicios y transferencias de atención a las familias, no como una suma, sino como una sinergia de ayudas y asistencias transversales. Esta concepción está adquiriendo de nuevo una mayor concienciación, siendo el componente social del gobierno de coalición actual especialmente sensible a este desarrollo. El vicepresidente Pablo Iglesias fue un gran estadista y un gran promotor de este cuarto pilar del estado del bienestar.
Hoy, los Ministerios de Asuntos Sociales y de Igualdad en este gobierno de coalición están liderando una serie de cambios muy importantes en la dirección aquí indicada, pero el gran reto será la involucración del todo el gobierno de coalición, así como de los gobiernos autonómicos y municipales en la articulación de las distintas intervenciones en una acción y proyecto común, donde las fuerzas progresistas tendrán que liderar el cambio. Es urgente y necesario que se muestre la incoherencia de presentar a las fuerzas conservadoras como las grandes defensoras de las familias en España, propuesta que contrasta con la poca atención que han dado en sus políticas públicas a esta unidad social. Su defensa ha sido retórica, basada en una concepción patriarcal de la familia que reproduce unas relaciones de poder de clara explotación de la mujer. Pero el movimiento feminista, con ayuda de otros movimientos, ha estado redefiniendo esta concepción de la familia de manera tal que estamos viendo una transformación enorme de las familias en España, siendo la familia (en sus múltiples versiones) la categoría social que continúa siendo más valorada por la población española en todo su territorio y que hasta hace poco ha estado más desatendida en este país.
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*Profesor de Health and Public Policy en The School of Public Health, The Johns Hopkins University; Catedrático Emérito de Ciencias Políticas y Sociales, Universitat Pompeu Fabra. En Público.es, 14.10.21