Dini o no dini
Las denuncias de los últimos días sobre el espionaje a políticos de oposición no terminan de aclararse y ya tenemos varias versiones sobre las mismas. Han caído además en terreno abonado, luego de que también se denunciara el importante aumento del presupuesto de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI). Fernando Rospigliosi insiste en ellas y denuncia que todos son usados para encubrir a los denunciados. Otros tres periodistas de prestigio como Raúl Wiener, Gustavo Gorriti y César Hildebrant de diversas maneras no le creen a Rospigliosi y el gobierno, por supuesto, niega todo pero tampoco aclara finalmente nada.
Las democracias no suelen llevarse bien con los órganos de inteligencia, sino veamos lo que pasa hoy mismo en los Estados Unidos, donde también se denuncia en las últimas semanas al gobierno de Barack Obama de recolectar, con procedimientos de dudosa legalidad, datos y comunicaciones de los ciudadanos. Nosotros tenemos el antecedente cercano del SIN de Montesinos y el escándalo de los petroaudios en el gobierno de Alan García, estamos entonces sensibilizados frente al tema.
Pero ¿por qué la confusión? Porque estamos en un juego de sospechas. Debido a la alta repercusión mediática de las denuncias de Rospigliosi se cree que estas podría ser parte un juego mayor de la derecha limeña que busca poner, una vez más, a Ollanta Humala contra las cuerdas. Los objetivos podrían ser sacarle alguna concesión más (por si todavía quedara algo) en el terreno económico u obligarlo a abjurar antes de tiempo, mal que bien la duda lo favorece, de la supuesta candidatura de Nadine Heredia, para debilitarlo aún más y ponerlo 24 horas a su servicio.
De la otra parte, sin embargo, se dejan sospechar. El manejo del gobierno y de los aparatos de seguridad deja entrever que se usa la inteligencia para fines de política doméstica. La denominada “reelección conyugal” no habría sido el primer objetivo, ya Carlos Tapia denunció seguimientos tiempo atrás. Asimismo, diversos responsables dan versiones cruzadas que no terminan de ser convincentes y el organismo democrático que debería investigar y darle una versión definitiva al público, la Comisión de Inteligencia del Congreso, deja mucho que desear.
Urge una aclaración más contundente sobre el tema que dé explicaciones sobre el presupuesto de inteligencia y sobre los supuestos o reales seguimientos. Mientras tanto debemos decir que es una lástima que tengamos un organismo de inteligencia que por razones reales o supuestas se deje exhibir de esta manera, siendo presa de cualquier escándalo público. Si algo esperamos de un organismo de inteligencia que se respete es que no esté en boca de todos porque así poca inteligencia podrá hacer. Más todavía en una época donde tenemos problemas de magnitud como es el tema del VRAEM y la demanda en La Haya, que si algo necesitan es una buena inteligencia para la seguridad nacional de nuestra democracia.
Por último, corresponde a nuestros políticos, en particular a los que se colocan del lado derecho del espectro, dejar de jugar a quemarse de cara al 2016 y como ya lo hemos repetido desde acá, empezar a discutir temas sustantivos que son los que interesan a la ciudadanía.
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