Desinteligencia espiritual

Por: 

Mesías Guevara Amasifuen

Los ciudadanos por lo general están actuando como si no fueran parte del Perú, de alguna institución sea esta pública o privada. Actúan como un satélite que flota de manera desorbitada alrededor del universo o como un brazo separado del cuerpo, es decir, como si no fueran parte de un todo. A esto le llamo desinteligencia espiritual. Muchos a diario agreden a sus ciudades como si no fueran parte de ellas, no respetan sus normas mínimas como el recojo de la basura, las señales de tránsito, pago de impuestos, el cuidado de sus parques y jardines. La desinteligencia espiritual lleva a los ciudadanos a perder el civismo y el sentido de patria. 

La desinteligencia espiritual llega a la gestión pública de manera sistemática, para lo cual hay ejemplos muy elocuentes, los vemos desde el modesto servidor hasta el funcionario del más alto nivel, con frecuencia sus acciones responden a sus intereses personales y no a los de la institución donde labora. Han construido paradigmas con creencias y valores que sustentan una cultura organizacional que agrede a los ciudadanos en general. En algunos impera la ley del mínimo esfuerzo a cambio de un gran beneficio. 

No sentir que son parte de un todo los lleva a fomentar el individualismo extremo a actuar y a pensar de manera aislada sin tener en cuenta que pertenecen a un todo, al país, una comunidad o una institución. Ocasiona que no haya respeto alguno por la autoridad o las normas existentes. Esto es peligroso porque consolida el sentido de la no pertenencia y la pérdida del sentido institucional.    

Si es un profesional lo lleva a apartarse de los códigos deontológicos que rigen en su colegio profesional, a un Juez administrar justicia de manera parcializada y sesgada, a un médico a no cumplir con sus horarios de atención en los hospitales públicos, a un ingeniero a sub dimensionar los materiales y elevar los costos de un proyecto, a un contador a manipular los estados financieros para su beneficio, a un abogado a mal interpretar la ley, etc. Su actuación no se orienta por los principios éticos y morales. Y si son funcionarios de las altas esferas del gobierno privilegiarán sus intereses dejando de lado los de la nación.

En los funcionarios públicos la desinteligencia espiritual es expresada por la alta rotación, volatilidad en sus puestos de trabajo y por aceptar cargos sin cumplir con el perfil del puesto, esto es producto por la carencia de una carrera pública y meritocracia que, a decir verdad, está seriamente golpeada por los manejos políticos. Muchas veces se convierten en troyanos, que al laborar en las entrañas de una institución pública aprovechan para dar normas que favorecerán a personajes o empresas que no pertenecen al gobierno a cambio de recibir alguna prebenda.   

La clase política también es parte del círculo vicioso que fomenta la desinteligencia espiritual, la mayoría de sus acciones impactan de manera negativa en la consolidación del crecimiento y desarrollo de la nación. Sus decisiones están enmarcadas en satisfacer sus apetitos personales, pagar con beneficios a sus auspiciadores y con favores a sus seguidores con cargos públicos que con frecuencia no cumplen con los requisitos laborales. Luchan por llegar al poder y lo hacen ofreciendo dádivas, no les importa humillar a los electores comprando sus conciencias y cuando lo consiguen lo usan para su beneficio.  

La sombra de la desinteligencia espiritual también envuelve a los empresarios que muchas veces en el afán de incrementar su riqueza infraccionan la ley generando perdidas al erario nacional, a veces se convierten en corruptores. Cuando infraccionan la ley, contaminan el ambiente, especulan con los precios y forman monopolios, generan conflictos sociales, no pagan sus impuestos, atentan contra la salud pública, con sus malas artes retrasan la inversión pública haciendo perder ingentes cantidades de dinero al tesoro público.

El antídoto para la desinteligencia espiritual está en consolidar la identidad nacional con el objetivo de elevar la autoestima de los peruanos. Formar ciudadanía reestableciendo el curso de educación cívica en la formación de los escolares. No menos importante es fortalecer las instituciones públicas y privadas con visión estratégica, para tener organizaciones transparentes y eficaces. Consolidar la formación política para tener líderes honestos y comprometidos con el desarrollo del Perú. Tener gremios empresariales con miembros cuya conducta este orientada por los principios éticos.

Urge que los peruanos en general pensemos en función del interés público, que los empresarios pueden aspirar a tener una buena rentabilidad, pero sin llegar a la codicia. Que los trabajadores puedan tener beneficios sociales y salariales, pero retribuyendo con un trabajo productivo. Que el poder recibido del pueblo sea utilizado para servir y no para servirse. Que seamos conscientes que, así como tenemos derechos también tenemos obligaciones. Que para que halla más luz que oscuridad depende solo de nosotros.