Del SIN a la DINI, los cambios debilitan el Servicio de Inteligencia

La historia del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) se remonta al 21 de enero de 1960, cuando fue creado por el presidente Manuel Prado Ugarteche. Se activa en base a la creencia de que podrían aparecer nuevas guerrillas comunistas, y en el exterior se pensaba que iba a desatarse una confrontación militar con Chile y Ecuador.

Durante el gobierno de Fernando Belaúnde en 1984 la normatividad del SIN pretendió ser modernizada, pero es en julio de 1992, cuando la historia del SIN empieza ensombrecerse con la promulgación del Decreto Ley Nº 25635 firmado por el presidente Alberto Fujimori.

 

 

Al Servicio de Inteligencia Nacional se le otorga rango ministerial, pasa a depender del Presidente de la República y se le encarga producir, integrar, dirigir, coordinar, controlar y realizar actividades de inteligencia y contrainteligencia requeridas por la Seguridad y la Defensa Nacional.

Fue la época en que Montesinos dominaba los Servicios de Inteligencia, que eran utilizados para hacer frente al terrorismo (lo que permitió la captura de la cúpula de Sendero Luminoso con Abimael Guzmán a la cabeza), pero también para recopilar información y ejecutar operativos contra los eventuales enemigos de ese régimen.

Fujimori desactiva el SIN el año 2000 cuando aparece el video de Kouri recibiendo dinero de Montesinos, y en adelante los gobiernos democráticos no supieron qué hacer con el Servicio de Inteligencia. Carlos Tapia sostiene que Paniagua buscó reestructurar el SIN, pero no lo consiguió hacer de manera acertada.

En opinión del congresista Daniel Mora, la desactivación del SIN en el gobierno de Paniagua le hizo daño al sistema de inteligencia “pues no se hizo de manera planificada, se perdieron archivos de años de trabajo sobre el terrorismo, el narcotráfico y de seguridad externa, se perdió mucho equipamiento y se dieron de baja a 8 mil agentes”, refirió.

Cuando Toledo llegó a la presidencia dio algunas normas para mejorar el SIN, pero se cometieron gravísimos errores. Carlos Tapia dice que uno de los errores fue nombrar a César Almeyda como jefe del Servicio de Inteligencia, “cuando no tenía nada que hacer ahí, e incluso luego terminó preso”. El último año de su gobierno, enero de 2006 Toledo crea la DINI.

En el gobierno de Alan García también se hicieron ajustes, aunque muchas veces solo se trataba de cambio de nombres que escondía la intención de darle una afiliación muy cercana al partido aprista.

El 2012 el presidente Ollanta Humala emitió el Decreto Legislativo 1141 de Fortalecimiento y Modernización del Sistema de Inteligencia Nacional-SINA y de la Dirección Nacional de Inteligencia – DINI. “Se le dio grandes facultades e incluso se incrementó notablemente su presupuesto (de S/.9’493.264 a S/.73’952.800) y ahora estamos en una situación en el que quieren que se abra la DINI y se revelen los operativos”, señaló Tapia.

En diálogo con otramirada el ex miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación dijo que por lo general los aparatos de inteligencia no tienen una fiscalización adecuada y no son controlados del todo por los gobiernos.

Consideró que en lugar de fortalecerse, con el paso de los años el Servicio de Inteligencia en nuestro país se ha debilitado. Un servicio de esta naturaleza tiene que ser lo suficientemente inteligente para mantener el carácter reservado de sus investigaciones.

“Es un servicio ineficiente si todo el mundo se da cuenta de sus operaciones. Lo que ha sucedido en el caso de Marisol Espinoza es algo que da vergüenza. Tampoco sucede con frecuencia que los jefes de la DINI sean compañeros de promoción del presidente de la República y que los dos tengan relaciones con la gran minería del Perú”, declaró Tapia.

Daniel Mora explica que el constante cambio de jefes le hace daño al Servicio de Inteligencia, pues origina un cambio continuo de personal y por eso tenemos agentes novatos e inexpertos. “Debemos tener en cuenta que la formación de un agente demora siete años”, precisó.

El parlamentario dijo que no se puede negar la presencia de servicios de inteligencia paralelos que se utilizaron para la persecución política y por ello debe hacerse una reestructuración sin apasionamientos políticos y que se vea técnicamente el problema. “No olvidemos que cuando el servicio se concentró en las cabezas del terrorismo, tuvo un éxito notable”, añadió.

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