¿En qué consiste el derecho a la salud en el Perú?*
Leda M. Pérez
El discurso de 28 de Julio del Presidente de la República Ollanta Humala me produce dos reflexiones generales sobre sus comentarios acerca de las políticas de salud en el país.
Por una parte, desde mi óptica de ciudadana de Estados Unidos (EEUU), siempre quedo maravillada del compromiso constitucional del Perú frente al derecho a la salud. Pues en mi país, lo más cerca que llegamos a este mismo compromiso se puede encontrar en la Declaración de Independencia en su referencia al derecho de cada ciudadano a la “vida, libertad, y la búsqueda de la felicidad” (life, liberty and the pursuit of happiness). Pero, pese a algunas interpretaciones optimistas, en verdad no hay en EEUU un compromiso constitucional al derecho a la salud, como si lo hay en el Perú y en otros países del mundo.
En su discurso, el Presidente volvió a reafirmar el compromiso con todos los peruanos en torno a ese derecho y resaltó varias maneras en la cual su gobierno está comprometido con hacer que este sea asequible y con desarrollar nuevas estrategias para que se pueda cumplir con dicho principio. Me parece fundamental que la máxima autoridad de la nación reitere este compromiso tan vital para el desarrollo y bienestar del país.
Sin embargo, mi segunda reflexión es que este derecho constitucionalmente consagrado a la salud sigue siendo solo una teoría. Sucede que la muy constitucional universalidad y gratuidad del acceso a la salud se estrellan contra una realidad en la que las instalaciones del Ministerio de Salud carecen de personal y de recursos necesarios para atender a la gente que se acerca a esos servicios. Así, pese a que se ha logrado que el Seguro Integral de Salud (SIS) asegure a más del 70 por ciento de las personas viviendo en áreas rurales en los últimos cinco años, muchos no tienen un acceso real por falta de recursos humanos y materiales para recibir una buena atención. En consecuencia, la gente paga por buena parte del servicio, o termina acudiendo al sector privado, o, en demasiados casos, simplemente no acude a ningún servicio. Hasta ahora, aparte del pobre financiamiento en el sistema, el otro problema grueso es que en lugar de reorganizar e integrar un sistema fragmentado, la metodología ha sido una de poner parches que solo gastan más recursos y no resuelven los problemas de fondo.
En respuesta a lo anterior, el Presidente anuncia un nuevo programa que pretende proveer mejores incentivos a médicos para que practiquen en regiones aisladas. Ciertamente, esto es un paso positivo. Pues sabemos que los sistemas de salud más exitosos del mundo cuentan con los incentivos necesarios, tanto para el cuerpo profesional de atender a los pacientes y proveerles los mejores servicios posibles, como también para que los pacientes se acerquen al sistema de una manera oportuna para ahí recibir cuidados primarios y preventivos.
Pero al mismo tiempo, el Presidente también anunció la creación de un seguro universal para personas con cáncer. Nuevamente, un seguro aparte que requerirá de financiamiento, registro y burocracia propia. Suena bien anunciar que nadie con cáncer se quedara sin tratamiento. Pero –al igual que en el SIS- ¿se tiene el personal, los equipos y los recursos en general para prevenir y atender enfermedades oncológicas fuera de Lima, a nivel nacional?
Me pregunto sobre la lógica de proseguir de esta manera. Pues parte del problema con el sistema de salud peruano en realidad es que no es un solo sistema, sino varios que se multiplican y que pelean entre sí por recursos. Sucede que en el Perú, para aquellos de mediano y poco ingreso, el seguro es solo un papel que no puede garantizar el cuidado si es que no es acompañado por la existencia de personal y recursos necesarios en el Ministerio de Salud o en la Seguridad Social.
Entonces, siendo los recursos tan limitados –hasta ahora solo el 4.6 por ciento del presupuesto nacional es dedicado a la salud – y permaneciendo una enorme demanda insatisfecha, ¿porque mantener una estrategia que sigue fraccionando un sistema que no se da abasto con las responsabilidades que tiene?
Si en verdad se busca cumplir con la meta del derecho a la salud gratuito y para todos, entonces el acceso a los servicios públicos de salud no puede estar atado a ingresos, a un trabajo, ni a una afiliación a algún programa. Por tanto, tiene que haber un compromiso con un sistema integrado que garantice a todos y todas el acceso a cuidados apropiados y de calidad. Esto es complicado y requiere de atención minuciosa y aplicada. Es fácil hacer las declaraciones que aparentan abrir espacios para que más personas accedan a algún cuidado específico. Pero la tarea más complicada- y la que se necesita ahora - es de integrar y ampliar un sistema que funcione para todos los ciudadanos.
El sistema tiene que ser financiado adecuadamente y necesita los incentivos apropiados. De no ser así, el trabajo arduo y complicado de buscar la manera en la cual todos puedan acceder a un cuidado digno se vuelve poco realista - y hasta imposible de hacer - si es que la torta del presupuesto en salud se continua a fraccionando entre diferentes grupos, aseguradores, y/o programas. Un costeo real de las necesidades de las regiones y municipalidades, por ejemplo, seria clave para saber cómo hay que proseguir en cuanto a los presupuestos de salud de las zonas más aisladas. Y, luego, un compromiso nacional de que todos los peruanos cuenten no solo con un estado asegurador, pero el cuidado apropiado que le debería acompañar al mismo, sería necesario. Esto solo se podrá lograr con un entendimiento preciso de la realidad que hay que enfrentar y un firme compromiso de integrar todos los programas y darles el financiamiento adecuado.
Comentarios
katrin (no verificado)
Mar, 11/21/2017 - 14:57
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que chido
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