Cambridge Analytica y las elecciones del 2016 en EEUU
Humberto Campodónico
Quieren hacernos ver el mundo como ellos lo ven
En este artículo analizamos primero las elecciones del 2016 en EEUU con lo que se puede llamar el “método antiguo”, para tratar de saber por qué ganó Trump y por qué perdió Clinton. Después entramos al mundo de hoy, donde tus datos personales, obtenidos de Facebook y Google pueden ser usados por empresas de asesoría de imagen, como Cambridge Analytica, que han trabajado para la campaña de Trump y el Brexit, “para que votes como ellos quieren”.
A la antigua
En las elecciones presidenciales del 2016 Donald Trump ganó con 306 votos de los colegios electorales contra los 232 de Hillary Clinton. La particularidad de la elección “gringa” hizo que, si bien Clinton tuvo 2.8 millones de votos más que Trump, lo que cuenta para ser electo no es ganar la elección popular, sino la votación de los colegios electorales, Estado por Estado. Y en esa contienda ganó Trump.
Uno de los temas conflictivos es por qué Clinton perdió en tres Estados “azules”, como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, ya que venían votando “demócrata” desde las elecciones de 1980 y 1984. Michigan tiene 16 votos electorales y allí Clinton perdió por 11,000 votos. Pennsylvania y Wisconsin tienen 20 y 10 votos electorales y Clinton perdió por 44,000 y 23,000 votos, respectivamente.
O sea que Clinton perdió 46 votos electorales por una diferencia de 78,000 votos. Si se los sumamos a los 232 que obtuvo, Clinton habría tenido 288 votos contra 260 de Trump. Pero no fue así. Según el dicho popular: “si mi abuelita no hubiera muerto, estaría viva”.
La cuestión es que, si bien Trump ganó y esa es la realidad, siempre es bueno saber el por qué. Si nos ceñimos a los “métodos antiguos”, veremos lo siguiente: para los demócratas, una de las razones de su derrota es exógena a la campaña misma; se trata de la declaración de Bill Comey, Jefe del FBI, quien solo 11 días antes de las elecciones decidió reabrir una investigación a Clinton sobre sus correos electrónicos.
Hay quienes afirman que la política de la “Coalición Arco Iris” (mujeres, negros, asiáticos, hispanos, minorías étnicas autóctonas, ecologistas, opción sexual, derecho de aborto), que tanto le sirvió a Obama en el 2008 y el 2012, ya se había agotado en el 2016 pues los problemas eran otros.
Se afirma que Clinton no le dio la importancia debida a una serie de hechos económicos producto de la globalización que habían causado serios problemas sociales en EEUU y, sobre todo, en varios estados del noreste: pérdida de empleos que se fueron a otros países, alcoholismo, drogadicción, suicidios y éxodo de los jóvenes a otras ciudades. El antiguo “cinturón industrial” se había convertido en el “cinturón oxidado”.
Se dice que si Clinton hubiera continuado con la crítica de Bernie Sanders a las políticas de globalización neoliberal, otro hubiera sido el resultado en esos Estados. Ojo, es con esa agenda que Sanders le ganó a Clinton las elecciones primarias demócratas en Michigan y Wisconsin.
Los perfiles psicológicos
Pero desde hace algunos años ha cobrado fuerza otra explicación: el equipo de campaña de Trump utilizó los datos de Facebook de más de 30 millones de personas, a través de la empresa Cambridge Analytica. Estos datos ayudaron a la empresa a elaborar un perfil psicológico, que se define así: es cualquier forma de procesamiento automatizado de datos personales que consiste en el uso de datos personales para evaluar ciertos aspectos personales o predecir aspectos relacionados con el desempeño de esa persona en el trabajo, su situación económica y de salud, así como sus preferencias personales, intereses, confiabilidad, comportamiento, su ubicación y sus movimientos (1).
Los datos que Cambridge recopiló de los perfiles incluían detalles sobre las identidades de los usuarios, redes de amigos y "likes". Ojo, solo una pequeña fracción de los usuarios de Facebook autorizó que esa información se divulgue a un tercero.
La cuestión es la siguiente: cuando no había Facebook ni Google, los directores o asesores de campañas políticas empleaban sus habilidades y percepciones para tratar de “entender” los gustos y orientaciones del electorado, de manera tal que pudieran hacerlo votar por su candidato. Para eso servían, y sirven, las encuestas y los “focus groups”. Así, las empresas de análisis tradicionales utilizaban las estadísticas de voto de elecciones anteriores y los historiales de compra de los consumidores para tratar de predecir las creencias políticas y el comportamiento de votación.
Pero “ese tipo de registros eran inútiles para determinar si un votante en particular era, por ejemplo, un introvertido neurótico, un religioso extrovertido, un liberal imparcial o un fanático de lo oculto. Esos fueron algunos de los rasgos psicológicos que, según Analytica, proporcionarían un medio excepcionalmente poderoso para diseñar mensajes políticos” (2).
Entonces, lo que ha cambiado es que quienes obtienen “nuestra data” ahora saben cómo pensamos, cuáles son nuestros miedos y nuestras alegrías, nuestras metas, a quienes percibimos como amigos y a quienes como enemigos, hasta donde somos, o no, tolerantes a “los otros” y qué es lo que estamos dispuestos a hacer para alcanzar tal o cual objetivo. Lo saben porque nos conocen. La data que tienen de nosotros nos desnuda ante “ellos”.
Claro, la data que puedan tener no altera los contenidos de la realidad. La existencia o no de empleos, de seguridad social, de atención de la salud, de pensiones y esperanza de movilidad social. Eso está allí. Pero el conocimiento de la data ayuda a moldear tu realidad pues puede leer las mentes de los electores y tratar de cambiar tus percepciones, así como moldear el discurso del candidato hacia ese objetivo.
El año pasado se estrenó en Netflix el documental “Nada es privado”, donde se nos dice que la “data personal” es ahora el recurso más valioso del mundo. Y Cambridge Analytica lo ha usado para hacernos ver el mundo como ellos ven: dicen que tienen 5,000 datos personales (sí, 5,000) de cada votante en EEUU. Nos encontramos en plena era de la guerra de la información, de los “fake news”, de las “verdades alternativas”.
¿Google y Facebook se han convertido en los peones o lo socios de ese nuevo poder es la versión 4.0 del 1984 de George Orwell –menos autoritaria en apariencia, pero igual de autoritaria en los hechos-? ¿Ya llegamos allí? Pensamos que no. Pero debemos defender el derecho a que nuestra información sea solo nuestra, porque estamos hablando de derechos humanos. El Internet puede ser un arma democrática pues permite la conexión al más amplio nivel ciudadano. Pero también se puede volver contra nosotros porque, quizá, nada es lo que parece.
Regreso un momento al “método antiguo” y la derrota de Clinton. ¿Saben qué? El documental de Netflix dice que el uso de la data de Facebook fue muy influyente en el resultado de las elecciones en…… Michigan, Wisconsin y Pennsylvania. Lo que, quizá, me lleve a escribir otro artículo. Quién sabe.
¿Estarán ya en el Perú los que conocen los “likes” y las inclinaciones de millones de peruanos y peruanas? Será que ya conocen nuestros secretos quienes “terruquean”, lanzan jabones y hablan de masturbación con tornillos? No, para nada. No lo creemos. Pero, ojo, prohibamos que sepan nuestros secretos, cuidemos nuestra data, discutamos sobre eso, incluido en el nuevo Congreso, porque los “Cambridge Analytica” criollos pueden llegar en cualquier momento.
(1) The High Stakes of Living Online, https://www.nytimes.com/2019/08/06/opinion/cambridge-analytica-data.html
(2) How Trump Consultants Exploited the Facebook Data of Millions https://www.nytimes.com/2018/03/17/us/politics/cambridge-analytica-trump...
Añadir nuevo comentario