Algunos elementos de análisis de las elecciones en Estados Unidos

Por: 

Sergio Rodríguez Gelfenstein

Las próximas elecciones en Estados Unidos deben ser vistas en el marco de algunos hechos que señalan cambios importantes en la dinámica política y que de no ser considerados, podrían generar confusión en el análisis, toda vez que  se está produciendo un solapamiento de ideas o corrientes de pensamiento. Este escenario obliga a entender a Estados Unidos -de forma cada vez más necesaria- como un actor heterogéneo en el que coexisten diversas fuerzas contradictorias que defienden intereses diversos.

Esto se manifiesta, por ejemplo, en asuntos como libertad de expresión y funcionamiento de los medios de comunicación y prensa en el que se están produciendo cambios muy profundos que tienen enorme influencia en las elecciones. Así mismo, influye en los debates sobre el comportamiento de los medios de comunicación que son asumidos hoy por los demócratas liberales como si fuera un precepto inamovible de su propuesta. Por ello, los medios dan espacio a demócratas en contra y a favor de la guerra tras una supuesta libertad de expresión que en realidad oculta que los medios han  perdido su condición de “entes autónomos” de cualquier control desde el momento que respaldan posiciones políticas en una u otra dirección. 

En esa medida todo el mundo en estados Unidos sabe que The New York Times favorece a los demócratas y el Washington Post a los republicanos. Es la versión estadounidense de “libertad de expresión” para encubrir que ambos soportan a facciones distintas del poder.

La asunción por parte de Trump de un discurso contra la guerra en Ucrania produce un desdoblamiento político de la sociedad, difícil de comprender porque las consignas y los mitos han construido la idea de que los demócratas han sido los sostenedores del orden liberal y los republicanos los exponentes del conservadurismo. Y pudiéndose aceptar que en algún momento del pasado eso pudo ser cierto, hoy ya no es así. De cara a las elecciones, esta situación nos obliga a un análisis más profundo de lo que está ocurriendo en Estados Unidos para entender las alianzas que se producen y comprender quien realmente asumirá el poder en el futuro próximo.

En la actualidad se está generando una superposición de fuerzas que se organizan de distintas formas en el espectro político estadounidense superando el tradicional agrupamiento bipartidista. Esto, que se manifiesta con más fuerza en el bando republicano (hoy capturado por Trump) está forjando una división entre el sector neoconservador y los aislacionistas tradicionales y nacionalistas que han puesto el interés nacional por encima del interés global. En este sentido, se podría decir que hay sectores republicanos que ya no son tan “conservadores”. Esto es una anormalidad dentro del sistema.

Durante la época de predominio del clan Bush, el control neoconservador del partido republicano y por ende del gobierno, era evidente, pero se ha ido  produciendo un cambio que ha llevado a que hoy los neoconservadores cubran el bipartidismo, llegando a una situación tal que hasta podría decirse que recientemente,  el partido demócrata se ha impregnado con mucha más fuerza de esta idea. 

Como efecto de esta tendencia, en la actualidad, hay neoconservadores (neocons) en ambos partidos. Tal propensión comenzó a verse en la época en que Barack Obama tomó el control del Partido Demócrata (PD). En un primer momento se pensó que a raíz de ello se produciría un cambio de paradigma al interior del partido azul. Por el contrario, en este período se echaron las bases para la construcción de “un solo partido” a fin de sostener el sistema o “establishment”.

El cambio viene dado porque Donald Trump no pertenece  a ese  frente neoconservador cada vez más controlado por el PD. Sin embargo, durante su administración Trump hizo una alianza con los neocons para sostener su poder cuando todavía no controlaba al Partido Republicano (PR). Todo esto conduce a dificultades para determinar una posición ideológica precisa para Trump, más allá de su condición de multimillonario.

No obstante, el ex presidente y candidato ha tenido la habilidad suficiente para tomar nota  de las crecientes carencias que en la sociedad estadounidense están afectando a sectores importantes de la población blanca rural que el PD depauperó, afectando también a negros y otras minorías. Esto es lo que explica la designación de J.D. Vance como candidato a vicepresidente.

Vance, proveniente de una familia fragmentada en un pequeño pueblo del mundo rural del noreste de Estados Unidos, muy religiosa y profundamente marginada, se ha caracterizado por exponer un discurso de rechazo a la “clase dominante “ de Estados Unidos que, -según él-  en el colmo de su fracaso, ha firmado acuerdos con México y China abiertamente negativos para Estados Unidos y favorables a esos países.

El ahora candidato republicano a vicepresidente opina que con ello de destruyó “aún más los buenos empleos de manufactura de la clase media estadounidense”. Vance también ha rechazado  la “desastrosa” invasión de Irak, sobre todo porque innecesariamente los hijos de los campesinos del noreste de Estados Unidos fueron enviados a una guerra sin sentido. 

Vance un joven político que proyecta un liderazgo para el futuro del PR (que el PD no tiene) también ha manifestado su rechazo a lo que llama la “estafa verde” de los demócratas. Mientras tanto, él –gracias a Trump- se asume como “un niño de la clase trabajadora nacido lejos de los pasillos del poder [que] puede estar en este escenario como el próximo Vicepresidente de los Estados Unidos de América”. 

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