América Latina: el desafío de convergencia en la integración
José F. Cornejo
El futuro de los distintos procesos de integración latinoamericano está en cuestión. Era evidente que la proliferación de organismos creados en los pasados 40 años en la región, daría como resultado la paradoja de una alta intensidad institucional inversamente proporcional a la realidad de nuestro comercio intrarregional. Es decir que, a pesar de los años y los diferentes organismos de integración creados, nuestras relaciones comerciales intrarregionales sigue siendo una de las más débiles a nivel internacional.
Las diferentes estrategias de incorporación al mercado mundial en la región, entre los países de la Alianza del Pacifico que optaron por los TLCs y lo que se denominó un “regionalismo abierto”, y los países del Mercosur, que apuestan a menores niveles de apertura comercial para defender mercados internos y un proceso de industrialización regional, parecían caminar por senderos que se bifurcan, con pocas posibilidades de una convergencia entre ambos bloques. Sin embargo en las pasadas semanas, hemos asistido a dos diálogos sobre la integración regional entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, el más reciente en Santiago de Chile el pasado 24 de noviembre, organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. ¿Por qué este giro tan brusco y la búsqueda de acercamientos en lo que parecía proyectos irreconciliables?
Tal vez una pista de respuesta la podamos encontrar en las recientes declaraciones del Ministro de Economía argentino Axel Kicillof que en una conferencia ante empresarios de su país advirtió de la gravedad de la crisis económica internacional. En su exposición, Kicillof dio su interpretación de lo que ocurre en otras partes del mundo a partir de su participación en Australia de la reunión del G-20. “Existe una diferencia sustancial con el modo en que se nos informa a los argentinos. Nos enteramos de lo que pasa de una manera sucinta e incompleta”, sostuvo, y advirtió que la información que llega al país está “distorsionada”. “Lo que pasa en otras partes del planeta es indiscutible, y es que en el planeta está transcurriendo una crisis económica que para unos es la primera y para otros es la segunda más importante del capitalismo”. Creo no equivocarme, si la forma como nuestros medios de comunicación informan sobre la crisis mundial, no se diferencia mucho de la que critica el Ministro Kicillof en Argentina.
Estamos ante una nueva fase de la crisis internacional que no se resolvió con las medidas de reactivación que se propusieron desde el 2009 y que nos pasará factura a todos los países de la región. La caída de los precios del petróleo significará un golpe duro a las arcas fiscales de los países productores de la región, al punto que el diario financiero colombiano “Portafolio”, alertaba que esta caída brusca del precio del petróleo es el ingrediente que faltaba para crear una tormenta perfecta por la que deberán navegar nuestras economías durante el 2015.
En el documento de la Cepal: “La Alianza del Pacífico y el Mercosur: hacia la convergencia en la diversidad” presentado como contribución al debate del seminario realizado en Santiago de Chile, se ratifica la interpretación presentada por el Ministro Kicillof sobre la grave situación de la economía mundial. La Cepal afirma que en el mediano plazo, se prevé que la desaceleración de la economía mundial continúe y que no se recuperen los niveles de crecimiento alcanzados antes de la crisis ni en el período inmediatamente posterior a ésta. Este contexto internacional seguirá afectando el desempeño de América Latina y el Caribe, y en especial de los países de América del Sur por su alta dependencia de los precios internacionales de las materias primas.
Ante este impacto negativo de la crisis externa sobre nuestras economías, la Cepal subraya que mientras que hay un incremento de la participación de los países en desarrollo en la economía mundial, la contribución de la región se mantiene estancada, siendo básicamente el protagonismo de las economías asiáticas y en particular de China. Pero junto a este estancamiento en nuestra participación en la economía mundial, el elemento más peligroso es que nuestra contribución en innovaciones tecnológicas y registro de patentes está disminuyendo. Es decir que, mientras las solicitudes de registro de patentes de China han pasado de 3,8% el año 2000 a 27,8% el 2012, la de América Latina ha pasado en ese mismo período de 3,5% a 2,5%. Esto muestra claramente que pese a las diferencias en los modelos de inserción en la economía mundial entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, la región está estancada en un modelo primario exportador, perdiendo además, la carrera en la innovación tecnológica que está rediseñando el funcionamiento de la economía planetaria en el siglo XXI.
Es por ello positivo de que se hayan superado las divisiones que querían enfrentar a la Alianza del Pacífico y el Mercosur como bloques ideológicos irreconciliables y se busquen puntos de consenso para ver como avanzamos conjuntamente en el panorama internacional. Esperemos que esta búsqueda de convergencias no se realice demasiado tarde y quedemos nuevamente rezagados como región en la escena internacional.
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