Alianza Lima: 121 años de historia y gloria
Enrique Fernández-Maldonado
El club más popular del fútbol peruano, Alianza Lima, cumplió 121 años. Y lo hizo en un momento único, especial e inolvidable para la institución y sus hinchas: en apenas meses, paso de perder momentáneamente la categoría a conseguir el máximo título del fútbol nacional. Y por partida doble: tanto en el campeonato profesional femenino como en el masculino. ¡La gloria a dos bandas! Una épica que los aliancistas –y toda la afición futbolística– recordaran por largo tiempo. Una celebración que coincide con un escenario sorprendente y paradigmático, reflejo de algunos de los aspectos más expresivos (y sentidos) de nuestra cultura e identidad aliancista.
Ilustraciones: Piero Quijano
Tanta historia no ha sido en vano. Es conocido y ponderado el aporte de “los íntimos” de La Victoria al fútbol peruano. Ya sea forjando en sus canteras a quienes fueron máximos ídolos de emblemáticos seleccionados nacionales (desde Alejandro Villanueva y Juan Valdivieso en la casi hazaña olímpica de 1936, hasta Teófilo Cubillas y Paolo Guerrero, goleadores peruanos en los Mundiales y Copas Américas, respectivamente), como en la forja de un estilo de juego característico del fútbol “a la peruana”: el toque fino, quimboso y regatero, atrevido y picaron que la gente goza y conoce como “chocolate”.
Pero Alianza Lima es más que un club de fútbol y una marca registrada. Con el correr de los años, el equipo de barrio (surgido en las caballerizas del Stud Alianza y fundado por una docena de adolescentes en un solar del jirón Cotabambas) ganó prontamente adeptos y simpatizantes, convirtiéndose en el club con la mayor hinchada en el país. Pero no sería sino hasta la segunda mitad del siglo xx que se consolidó como una institución moderna, popular y convocante, que además de lo deportivo, apostó por el desarrollo de la comunidad victoriana (limeña y peruana en general); foco de iniciativas, esfuerzos y voluntades con clara proyección social y humana.
¿Qué hace particular a un club deportivo? ¿Qué distingue a sus hinchas de los hinchas de otros equipos? En el caso de Alianza Lima, la cuestión de la identidad es un asunto rico y complejo. A lo largo de su existencia la composición de sus seguidores se ha extendido y “democratizado” como ningún otro club del medio. Actualmente la hinchada blanquiazul destaca por su diversidad social y cultural. Si en sus orígenes los primeros miembros de Alianza provenían de una clase media emergente, capitalina, hijos de inmigrantes extranjeros y andinos, con el pasar del tiempo lo que se conoció como aliancismo transitó de lo afroperuano (dominante desde su segunda y tercera década de vida), hacia la nación mestiza, chola e incluso blanquiñosa (en el equipo de los Lavalle, Gómez Sánchez y Gonzales Ganosa, destacaron también los Tomassini, Pizarro y Forsyth), configurando, en ese sentido, un segmento multiétnico y policlasista que encuentra en el aliancismo un sentido “intimo” de pertenencia.
Desde un punto de vista subjetivo, el aliancismo ha destacado también por una estética y visión particular del mundo. No se trata de ser determinista ni excluyente, pero la cultura blanquiazul siempre se ha caracterizado por su vínculo con el arte popular, la jarana criolla y al misticismo obrero. Y en esa simbiosis dialéctica –entre lo deportivo, la religiosidad y la bohemia–, el aliancismo ha inspirado y albergado expresiones artísticas de gran valía y nivel. Gracias a este “sentimiento blanquiazul” es que hoy podemos disfrutar las estrofas que dedicó Felipe Plingo a las figuras del Alianza auroral; las décimas de Nicomedes Santa Cruz, los valses de Lucha Reyes o los textos de Cesar Miró, teñidos de genuino aliancismo. Para no hablar de los “poemas” de Cesar Cueto, usando una definición metafórica y poco ortodoxa de la belleza y lo sublime en el fútbol.
Ilustraciones: Piero Quijano
Quizá lo que más define al Alianza Lima es el temple de sus hinchas. El corazón que moviliza al pueblo blanquiazul. Un estado anímico que, estando siempre latente, afloró con ímpetu e intensidad en los momentos más críticos del club. Y que le ha permitido, precisamente, remontar derrotas y fatalidades, levantarse y recuperarse. Sucedió en 1987, cuando la tragedia de Ventanilla –que se llevó a una generación talentosa y en franca proyección– nos confrontó con el dolor de la perdida inexplicable. O como en el periodo yermo de palmares y títulos deportivos, entre los 80 y 90, en que nos hicimos hinchas. Y más recientemente, con la casi perdida de categoría, revertida mediante fallo arbitral; consecuencia directa de una serie de decisiones (y circunstancias) que fueron determinantes para tocar fondo. Pero que, al mismo tiempo, quebró la inercia y el conformismo en que se había caído. Más que eso: nos llevó a campeonar, inapelablemente.
Hoy Alianza Lima celebra un aniversario más; pero lo hace esta vez con el espíritu alegre y festivo que no tuvimos en el aciago año de la pandemia. Los aliancistas miramos el futuro con optimismo e ilusión, pues ya se demostró –primera lección aprendida– que el trabajo serio, humilde y comprometido de sus miembros y jugadores, es la forma más segura de alcanzar las metas y logros asumidos. Sucedió el 2021 y ocurrirá cada vez que nos lo propongamos. La fanaticada blanquiazul así lo espera, y seguirá alentando para que eso suceda. Como siempre. Como toda la vida.
¡Feliz aniversario Alianza Lima!