¿Chabacanería o genocidio?
Luego de que el Presidente de Bolivia, Evo Morales, se refiriera a su homólogo peruano, Alan García, como “colega chabacano” los medios de comunicación no han hecho sino eco de dicho intercambio de calificativos. Sin embargo, el tema de fondo ha quedado en un segundo plano, pues respecto del asilo que el gobierno peruano ha brindado a ciertos personajes polémicos bolivianos no hemos escuchado, sino muy poco. ¿A quién asila el Presidente García?
Los ex ministros bolivianos asilados, Jorge Torres Obleas, Mirtha Quevedo y Javier Torres, forman parte del último gabinete ministerial del gobierno del ex Presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada1. Pero, resulta que estos tres ex funcionarios tienen un juicio pendiente por la responsabilidad en la muerte de más de 65 personas en la represión militar ocurrida entre el 20 de setiembre y el 16 de octubre del año 2003 contra la multitudinaria manifestación del pueblo boliviano por la pretendida entrega de su gas a manos privadas y su posterior exportación a Chile. A raíz de esta masacre cayó el gobierno de Sánchez de Lozada y se iniciaron procesos penales, mucho antes de que Evo Morales fuera Presidente, por crímenes contra la humanidad al ex Presidente y a todos los miembros del gabinete por haber autorizado, vía Decreto Supremo, la represión.
El juicio por el cargo que se les imputa estaba previsto para el próximo 18 de mayo; vale decir, para esta semana. Sin embargo, estos ex funcionarios escaparon de dicho proceso viniendo al Perú y pidiendo un asilo que les fue concedido. El Presidente García sabía muy bien a quiénes estaba asilando y el impacto que ello causaría no solo en el país boliviano, sino en América Latina en general.
Para entender mejor la torpeza gubernamental imaginémonos por un instante ¿qué hubiera significado para el Perú que Chile hubiera negado la extradición de Fujimori y, por el contrario, le hubiera concedido asilo político? Indudablemente, hubiera sido un sopapo a nuestra dignidad como país y una burla a los derechos humanos.
Ahora bien, esta decisión no es un “accidente” de la política exterior peruana, corresponde más bien a la línea trazada por García de torpedear todo aquello que signifique integración regional y privilegiar las relaciones con Estados Unidos y sus aliados en la región, como son Colombia de Alvaro Uribe y México de Felipe Calderón. Todo esto, en desmedro de la relación histórica que el Perú tiene con Bolivia y la necesidad estratégica de mantenerlo como un firme aliado frente a las contingencias geopolíticas que pudieran ocurrir.
1 Sánchez de Lozada se encuentra asilado en los Estados Unidos desde el año 2003 y Bolivia ha solicitado su extradición el año pasado sin éxito hasta el momento.
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