Para vencer las batallas contra el miedo: el ejemplo de María Elena

Por: 

Aída García Naranjo Morales

Febrero 2018: Estamos consternados y también unidos en la reacción y defensa de Jimena y de las 11,781 niñas violadas entre el 2011 y el 2016; asumiendo que son cifras de dolor sobre las que hacemos conciencia cada vez que nos asalta la rabia, la indignación y el estupor frente a nuevos casos de horror, producto de la violencia de género que produce el sistema patriarcal. Lo más duro es que las cifras se vuelven relevantes al evidenciarse que no de casos únicos, sino más bien un patrón de abuso permanente.  

Por ellos expresamos nuestra alerta feminista y de exigencia de medidas urgentes como una política de Estado basada en la prevención, la educación sexual integral, el endurecimiento de penas: “¡las niñas no se tocan, no se violan y no se matan!”
En este mar de dolor e indignación, hay quienes recurren al uso político de estos sentimientos. Demandan la pena de muerte para los violadores y aprovechan para extender el tema a otros casos y hablan de denunciar el Pacto de San José y la Convención Americana de Derechos Humanos, sin tener en cuenta la consecuente desprotección de todos los peruanos, sin importar que nuestros derechos fundamentales en el ámbito internacional dejen de contar, apelando a la soberanía nacional.

En este contexto traemos a la memoria a María Elena Moyano,  en este febrero en que se conmemora el 26 aniversario de su condenable asesinato. Sí, también ella fue asesinada. Y su muerte también causó indignación.   
Febrero 1992: Sendero Luminoso ya había amenazado de muerte a la teniente alcaldesa de Villa El Salvador. Un día antes del atentando en su contra, María Elena Moyano encabezó una marcha por la paz contra la violencia de Sendero Luminoso. Encabezando a madres de familia y dirigentes populares, desafió a Sendero  y evitó que esta agrupación lograra una base de apoyo en Villa El Salvador.

El 14 de febrero de ese año Sendero Luminoso convocó a su llamado “paro armado”. Moyano llamó a la gente a una marcha por la paz que se realizó ese mismo día en respuesta a la violencia terrorista. Con valor, encabezó la marcha y, una vez más, condenó a los subversivos. 

No era la primera vez que ella enfrentaba a los terroristas. Desde 1984, año en que participó de la fundación y asumió la presidencia de la Federación Popular de Mujeres, combatió la violencia. No sólo defendió sus principios, también defendía la historia de Villa El Salvador. Muchos años atrás Maria Elena había llegado con su familia a esos arenales y había participado en la forja de tan paradigmático distrito.  

Como dirigente emplazó a Sendero Luminoso por sus acciones contra las organizaciones populares: “Nosotras no estamos con quienes asesinan a dirigentes populares, masacran a dirigentes de Comedores Populares y del Vaso de Leche. Estamos contra los que socavan las bases del pueblo y quieren imponerse por la fuerza y la brutalidad…” (La República, 16 de febrero de 1992)

Logró frenarlos en Villa El Salvador recorriendo cada manzana, los comités de Vasos de Leche, reforzando los Comedores populares y preocupándose por los programas de asistencia social destinados a los sectores más empobrecidos de este gigantesco distrito.
Fue cobardemente asesinada el sábado 15 de febrero de 1992. Asistió a una pollada en el local comunal del grupo 23 del sector 1 de Villa El Salvador a la que había sido invitada con mucha insistencia, le dijeron que era para recolectar fondos del comité del Vaso de Leche.

Moyano estaba acompañada de su hijo Gustavo y su sobrino Jorge. El sub oficial PNP Roger Bocanegra, que le brindaba seguridad, se quedó a 10 metros del local. A las 7 y 30 de la noche una senderista pasó delante de él y le disparó a quemarropa. Paralelamente, en el local de la pollada María Elena fue atacada. Entre los asistentes a la fiesta había cuatro senderistas. Al caer herida dijo “Mi hijo, ayúdenme por favor, ayúdenme”. Los dirigentes del sector intentaron ayudarla pero los senderistas disparaban contra todos los presentes, obligándolos a huir. Y volvieron a dispararle. Antes de salir del local, uno de los atacantes arrojó una bolsa conteniendo dos kilos de dinamita al cuerpo de la dirigente, haciéndola volar en pedazos.

Febrero 2018. Tras la violación y asesinato de Jimena aparecen cifras de horror. Nos hablan de “niñas madres”. Según el SIS, entre 2011 y 2016 este seguro registró que 11,781 niñas se hicieron madres. Lo que no añadieron es que todas y cada una de ellas fueron violadas:  8  tenían 9 años, 51 tenían 10 años, 182 tenían 11 años, 573 tenían 12 años, 2,323 tenían 13 años y 8,644 tenían 14 años. 

Estas niñas pudieron seguir siendo niñas si se les hubiese aplicado, en el tiempo que marca la ley, el aborto terapéutico. De eso tampoco se habla. La palabra aborto está tan estigmatizada que incluso se niega el derecho a su uso terapéutico, que ya contempla la ley. 
Y por otro lado, no se avanza en el tema de llevar a las aulas Educación Sexual Integral, elemento importantísimo para luchar contra la violencia sexual. Aunado a ello, sin duda, el endurecimiento de penas para sancionar a los agresores. Es decir, énfasis en elementos en verdad disuasivos y no recurrir al populismo barato que es en realidad la pena de muerte.  

17 de febrero 1992. El dolor y la indignación llevó a una muchedumbre al entierro de María Elena Moyano. Los pobladores de Villa El Salvador pidieron que termine el miedo y prevalezca la paz. Miles de pobladores junto con políticos, dirigentes de asentamientos humanos y organizaciones populares rindieron homenaje póstumo a la teniente alcaldesa del distrito. Llevaron su féretro desde la Plaza de la Solidaridad, a paso lento, en interminable cortejo, hasta el cementerio local.

Entre las miles de personas y dirigentes políticos, estuvieron el ex presidente Fernando Belaúnde Terry, el presidente de la Cámara de Senadores, Felipe Osterling, ex ministros de Estado y dirigentes de Clubes de Madres, Comedores Populares y del Vaso de Leche; todos condenando el vil asesinato.

2018. A la marcha convocada por la madre y el padre de Jimena también asistieron miles de personas. Pobladores de San Juan de Lurigancho. Familias de todo Lima. Madres, niños. También feministas.  

Miles dieron el último adiós a María Elena Moyano bajo el lema: “María Elena No ha Muerto ¡Vive!”. Yo me encontraba en México, una llamada de teléfono me dio la mala noticia.

El 20 de febrero apareció mi primera publicación como asesora de la Coordinadora Metropolitana de los Comités del Vaso de Leche, recogiendo la historia de la organización que habíamos compartido con María Elena. El libro fue presentado como un homenaje para ella. Posteriormente nuestro grupo, Tiempo Nuevo, dedicó una canción, creada por Norma Alvizuri en memoria de esta heroína. 

Han pasado 26 años. La esperanza, la lucha y el compromiso de todo mi pueblo vencieron al terror. En esta lucha, María Elena fue y sigue siendo un ejemplo de valor y entrega.

Hoy tenemos que vencer también la batalla contra el miedo generado por la violencia agravada contra las mujeres que enfrentamos en el país. Se necesita el compromiso de todos, todas; y sin lugar a dudas el papel del Estado es fundamental en esta lucha. 

 

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