China se consolida como la primera economía del mundo

Por: 

Alejandro Narváez Liceras(*)

En un artículo relativamente reciente me referí al rápido desarrollo económico de China y cuáles eran los motores de su arrollador progreso. Según las estimaciones de Bloomberg Economics (abril 2024) utilizando los pronósticos del Fondo Monetario Internacional sobre Perspectivas Económicas Globales, China es la primera economía del mundo. Para los cálculos efectuados, Bloomberg ha usado el Producto Bruto Interno (PBI) nominal en dólares. Anteriormente, midiendo el PBI en Paridad del Poder Adquisitivo (PPA), que toma en cuenta las diferencias del costo de vida, el gigante asiático ya era la primera economía en 2016 (véase Informe de PwC: “Una mirada al futuro: el mundo al 2050”. 

Actualmente, China representa el 21.1% del PBI mundial, mientras que la suma de todos los países del G7 (economías más desarrolladas) alcanzan apenas un PBI de 19.3%. La contribución de China a la economía mundial es prácticamente el doble de Estados Unidos (11.9%).  Por otro lado, se espera que en los próximos 6 años (2024 -2029) el 75% del crecimiento global se concentre en 20 países y más de la mitad en 4 de ellos (China, India, Estados Unidos e Indonesia). India en el mismo periodo tendría una participación de 14.1% gracias a su crecimiento demográfico que viene impulsando gran parte de su economía (véase cuadro 1). Por su parte, Canadá e Italia (miembros del G7) tendrán una contribución menor al 1% muy por debajo que países más pobres como Egipto o Bangladesh.

A pesar del empeño de occidente por retrasar el avance del gigante asiático con medidas proteccionistas (incremento de aranceles, sanciones económicas, guerra comercial, conflictos geopolíticos, etc.), los chinos han superado con creces a todos los países. China se ha convertido en la economía más grande del planeta. Nos guste o no, ha llegado el cambio del régimen económico mundial y como dice el gurú de las finanzas Ray Dalio (2022), en su libro “El Nuevo Orden Mundial”,” asistimos al declive de un viejo imperio Estados Unidos y al ascenso de China como nueva potencia económica dominante”.  

El columnista de “The Washington Post”, David Ignacio en su reciente artículo (26 de abril 2024), señala como principales causas del declive acelerado de Estados Unidos: la adicción al lujo y la decadencia, la incapacidad para seguir el ritmo de las demandas tecnológicas, la burocracia “osificada”, la pérdida de la virtud cívica, el esfuerzo militar excesivo, élites egoístas y en guerra, prácticas ambientales insostenibles. Añade otros factores internos como la caída de la productividad, una población envejecida, un sistema político polarizado y un entorno de información cada vez más corrupto.

Algunas claves del éxito chino

Tras las reformas de finales de los años 1970 que abrieron su economía al mundo, el crecimiento   del PBI chino fue en promedio 10% anual durante tres décadas. Esta extraordinaria expansión se convirtió en un imán para el capital extranjero y le dio mayor influencia en el escenario mundial.  Las grandes empresas de otros países deseaban tener una estrategia para China y estar allí presente con sus negocios. 

Para alcanzar los altos niveles de crecimiento China contaba con tres factores clave: el tamaño de su fuerza laboral, su stock de capital (fabricas, infraestructura de transportes, redes de comunicación, etc.) y, por último, sus altos niveles de productividad. No obstante, todo ello, no habría sido posible sin el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh) cuya fortaleza ha sido su capacidad de adaptarse a los cambios continuos del mundo desde la Gran Marcha que lidero Mao Zedong hasta los tiempos actuales.

Con el objetivo de convertirse en el centro de la economía mundial y líder tecnológi global al año 2049, cuando se cumplan 100 años de la creación de la República Popular China, se lanzó en el 2015 el plan ecostratégico “Made in China 2025 (MIC 2025)”, que viene a ser un amplio marco político destinado a elevar la base manufacturera del país, desde las industrias intensivas en mano de obra hasta las industrias de alta tecnología intensivas en conocimiento. El plan se centra en 10 grandes sectores clave tales como robótica, equipamiento eroespacial, biomeadicina, trenes de alta velocidad, nuevas tecnologías de información, entre otros, todos ellos bajo la batuta del Ministerio de Industria y Tecnologías de la Información (MITI).

En el XIX congreso del PCCh (octubre 2017), el presiente Xi Jinping fijó un calendario de retos dividido en dos fases: en la primera fase (2020 – 2035), el objetivo principal del país es consolidar los cimientos de una economía moderna y en la segunda fase (2035 – 2050), China debe adquirir una posición central en el sistema internacional.

El gobierno chino, consciente de que la innovación tecnológica se ha convertido en el principal campo de batalla a escala global, aprobó en el 2020 un nuevo plan estratégico “China Standards 2035”, cuyo objetivo es alcanzar la autosuficiencia tecnológica y que China fije los nuevos estándares globales para la nueva generación de tecnologías. En el plan quinquenal 2021 -2025, ya se anunciaba una campaña para convertir a China en una superpotencia manufacturera. China estaba decidida a liderar la cuarta revolución industrial.

Por otro lado, los planes como «Made in China 2025» y «China Standards 2035» reflejan los esfuerzos de un país que por sí solo, ya representa el 20% de la inversión mundial en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), y que gradúa cada año a 1.5 millones de científicos e ingenieros, más que Estados Unidos, Japón y Alemania juntos. Empresas como China Mobile, Tencent, Alibaba, Baidu, Xiaomi, Huawei, CATL, BYD, entre otras, se han convertido en gigantes mundiales que dedican entorno al 15% de sus ingresos anuales a la creación de nuevos conocimientos.

La Organización Mundial de Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés) en su último Informe referido a los Indicadores Mundiales de Propiedad Intelectual 2023, revela la abrumadora superioridad de los chinos sobre el resto del mundo.  Por ejemplo, en el año 2022 se presentaron 3,457,400 solicitudes de patentes en el mundo. China presento el 46.84% del total (1,619,298 solicitudes), Estados Unidos el 17.2% (594,340 solicitudes) y Japón el 8.4% (289,530 solicitudes).

Brechas de desigualdad

No obstante, el rápido crecimiento económico y las reformas promovidas por el gobierno chino, crearon ultra ricos con demasiada rapidez y en poco tiempo.  De las 500 personas más ricas del mundo en el Índice de Multimillonarios de Bloomberg, 81 son chinos con una fortuna combinada de 1.1 billones de dólares. Sólo es superado por Estados Unidos, donde 162 multimillonarios poseen un total de 3,4 billones de dólares. También hay miles de multimillonarios que no llegan al top 500. Según otro ranking, la Hurun Global Rich 2021, China cuenta con más de 1,000 multimillonarios, la mayor cantidad del mundo. Este inusitado auge de multimillonarios ha causado elevados niveles de desigualdad en la sociedad china que puede ser un factor desencadenante de conflictos sociales como ocurre en otros países. 

La prosperidad común nuevo principio rector 

El Informe político del presidente Xi Jinping   en el XX Congreso del PCCh (2022) introduce un nuevo desafío: la «modernización socialista al estilo chino” en dos etapas: el primer período, de 2020 a 2035, será el de la «modernización socialista», y el segundo, de 2035 a 2049, el de la “prosperidad común socialista”. Estos plazos no son nuevos, ya que estuvieron presentes en el informe del XIX Congreso.  Un elemento clave de esta modernización al estilo chino es la llamada «prosperidad común”, un concepto que se citó por primera vez en el 19 congreso del partido de 2017. Según el presidente chino, “La modernización china es una modernización en términos de prosperidad común de todo el pueblo. La prosperidad común es la exigencia esencial del socialismo con peculiaridades chinas”. Este proceso es conocido como la chinización (zinización) del marxismo, entendida como la adaptación del marxismo a las condiciones y particularidades del país. 

Claramente, es un desafío hacia una sociedad más igualitaria y cohesionada socialmente, unida por la prosperidad común. Es decir, el objetivo es reducir las brechas de riqueza en el país y que el poder económico acumulado a lo largo de las últimas décadas deje de ser asimétrico. La idea es atajar las profundas desigualdades que se crearon con el auge de la economía en muy poco tiempo.  Los chinos son conscientes de que la pobreza y la desigualdad son fuentes de conflictos e inestabilidad social. 

Algunas conclusiones

•  El modelo de crecimiento económico chino, demuestra que no hay un sólo camino para el desarrollo de los países. Los logros alcanzados por el gigante asiático, constituyen un ejemplo de progreso a tener en cuenta por otras naciones atrapadas en el atraso a pesar de sus enormes recursos naturales. 
•  El gobierno chino ha sabido promover intensamente el triángulo, “economía, educación y ciencia”. Para ello, no escatiman esfuerzos ni recursos. Los resultados arrolladores en el registro de patentes, marcas y diseño industrial, y su ubicación en la cima de las evaluaciones PISA, son pruebas de ello. Estos logros son evidencias indiscutibles de que el liderazgo científico, inevitablemente se traduce en liderazgo industrial y económico.
•  A pesar de los pronósticos catastrofistas de algunos analistas de occidente acerca del futuro de la economía China, lo cierto es que su crecimiento sigue imparable y cada vez se vuelve más poderosa que el resto de las economías.  La cifra de crecimiento del año pasado de 5.2% y el proyectado para el 2024 de 5%, son muestras de su actividad económica vigorosa.
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(*) Es actualmente profesor principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y director del Instituto Internacional de Economía y Empresa.