Ya se cayó el arbolito donde dormía el pavo real

Por: 

Víctor Caballero Martin

Ya se cayó el arbolito donde dormía el pavo real
Ahora dormirá en el suelo
Ahora dormirá en el suelo
Ahora dormirá en el suelo
como cualquier animal 

Tremendo golpe el que ha sufrido Vladimir Cerrón y su partido Perú Libre a manos del pueblo peruano. En las elecciones del domingo 2 de octubre, el pueblo decidió. Digo, decidió castigar seriamente a Perú Libre en todo el Perú, no solo porque no alcanzó una votación respetable ahí donde presentó candidatos sino porque su sectarismo e incompetencia no pudo presentar candidatos en diferentes regiones y municipios.

Veamos. 

De las 25 regiones, Perú Libre no presentó candidatos en 14 regiones. Y ahí donde presentó candidatos los resultados fueron desastrosos:

  • En las regiones del Centro, no presentó candidatos en Huancavelica, Huánuco y Junín. En la región Pasco solo obtuvo el 2.27% de los votos emitidos.
  • En las regiones del Sur, no presentó listas en Apurímac, Ayacucho e Ica; en las otras regiones los resultados fueron: Cusco 6%, Arequipa 2.75%, Puno 4.18%, Tacna 2.04% y Moquegua 5.81%
  • En las regiones del oriente, no presentaron candidatos en las regiones de Amazonas, San Martín y Loreto; en las otras regiones obtuvieron: Ucayali 11.65% y Madre de Dios 6.14%
  • En las regiones del norte, no presentaron candidatos en Lambayeque, La Libertad y Ancash; en la región Cajamarca solo obtuvieron el 4.34%
  • En Lima y Callao, el resultado fue el siguiente: Lima, obtuvo el 2.87% y en la Región Callao no presentó candidato.

En cuanto a los resultados municipales en las regiones más importantes éstos fueron aún más desastrosos: de un total de 200 alcaldías municipales provinciales solo parece haber ganado una alcaldía provincial en Cusco. En la región Junín, base principal de Vladimir Cerrón, no obtuvo ninguna alcaldía provincial, perdió en todas. Tanto fue su desamparo que ni siquiera fue a votar.

Tremendo castigo para el que un día se presentaba cual pavo real como el único revolucionario, representante y vocero del pueblo; que desde su rama en el que se posaba agredía, desconocía y excluía a quienes no pensaban como él o no le obedecían. 

Finalmente, el pueblo, le dijo ¡No! Lo bajó de la débil rama donde se trepó cuando su partido Perú Libre, ganó las elecciones presidenciales con Pedro Castillo. Vladimir, ensoberbecido por el triunfo ajeno, pensó que era a él que el pueblo lo había elegido para dirigir sus destinos. Y dijo muy orondo: “Hemos conquistado el gobierno, pero no el poder”. Y le advirtió a

Pedro Castillo, ya presidente de la República, que su partido estaba listo para corregirlo y llamarlo al orden en caso se desvíe del camino trazado hacia la conquista del poder. 

Cual pavo real subido a su arbolito, empezó a designar ministros, logró poner a uno de sus militantes como presidente del Consejo de ministros (pintoresco personaje que pensó que los conflictos se arreglaban llegando a lomo de caballo y dando discursos), a otro como ministro de Salud (alucinado personaje que vendía pócimas milagrosas (“agua arracimada”). Y así, con ese desparpajo fue colocando a sus militantes en cuanto puesto había en los ministerios e instituciones públicas. Declaró la guerra a los llamados caviares (a los que odia con delirio) y puso en marcha su plan de contrarreforma para quitar las conquistas democrática que el pueblo había logrado para una educación de calidad, para la mejora de los derechos del movimiento femenino, y, por supuesto dio rienda suelta a su misoginia y antisemitismo.

Estaba tan afiebrado de vanidad que en un momento se creyó convertido en Lenin llegando a la estación Finlandia para dar curso a la insurrección bolchevique y tomar por asalto el Palacio de Invierno. Sus discursos de esos días pretendían reproducir las tesis que Lenin había establecido en ese periodo de inicios de la revolución rusa. Los copió sin escrúpulos, pensó que el triunfo electoral era el primer paso de la revolución socialista en el Perú; consideraba que Pedro Castillo era, por arte de birlibirloque, el nuevo Kerensky de la revolución de febrero del 1917, y que, por tanto, él era el Lenin que conquistaría pronto el poder.

¡Pobre! No se percató que sus militantes querían trabajo en cualquier puesto del Estado no importaba si estaban calificados o no. Tan enceguecido estaba que pensaba que los parlamentarios electos (eran 37), se comportarían como la fracción bolchevique en la Duma y que sus directivas se acataban con disciplina ¡Pobre! Ni cuenta se dio (o no quiso) que esa bancada estaba rota desde antes de las elecciones, y que pronto, muy pronto se partieron en cuatro bancadas, y que algunos se pasaron sin mayores escrúpulos a las bancadas de la ultraderecha. Ahora son 16 parlamentarios que deambulan en el Congreso votando disciplinadamente con la bancada de las derechas para imponer la contrarreforma conservadora.

En total, en todo el país, Perú Libre ha obtenido resultados desastrosos. En porcentajes reales, sus candidatos no han pasado la valla del 5% de los votos totales. El pueblo ya decidió. Y decidió tumbarse ese arbolito donde dormía ese pavo real ridículo. Ahora va a tener que seguir purgando su pena por corrupción por el uso de fondos públicos, y seguirá enfrentando los nuevos casos de corrupción por asociación ilícita para delinquir.