Producida la renuncia de PPK a la Presidencia de la República conviene insistir en que no se trata solo de una crisis de gobierno, si no por la persona y las razones esgrimidas, de una crisis de régimen e incluso de estado. Kuczynski no es cualquier personaje, como nos lo recuerda Manuel Dammert desde hace más de una década, sino el articulador más importante de esa relación perversa entre economía y política que se ha denominado “capitalismo de amigotes”, en la cual para hacer los grandes negocios en el Perú había que tener amigos en los puestos claves del Estado.