Reflexiones sobre la movilización de la CONFEMIN
Victor Caballero M.
El anuncio de Máximo Franco Bécquer, presidente CONFEMIN, el sábado 25 en la noche, de levantar su movilización nacional para convocar una nueva protesta el 3 de noviembre, es la expresión de su derrota: su mal liderazgo y su mala evaluación sobre sus aliados y sus propias bases.

Desde un inicio, la convocatoria de la movilización el 14 de octubre no tuvo claridad de objetivos ni seguridad de su capacidad de convocatoria, ni de una ruta para salir airoso del conflicto. Postergó su inicio para el 20 de octubre, y luego lo redujo a cuatro días, pensando que en ese tiempo iba a lograr su objetivo de ampliación del REINFO. En el camino dejó de lado la aprobación de la Ley MAPE, además de los otros puntos: derogatoria de normas que excluyeron del REINFO a 51 mil mineros informales, la flexibilización de comercialización de explosivos, entre otros.
Extraña estrategia
Para empezar, su plataforma o pliego de reclamos nunca fue presentada a la PCM o MINEM: no propusieron diálogo, ni mesas técnicas, pese a que su pliego debía pasar por ambas instancias del Ejecutivo. Para continuar, volvieron a poner como el escenario de su lucha el Congreso de la República, y ahí, nuevamente fueron “ninguneados”.
¿Cómo explicar esta cadena de desatinos de parte de la dirigencia de la CONFEMIN?
Hay varios factores que la explican. Veamos:
- Hace unos meses estaban seguros de que podían conseguir que el Congreso aprobara su propuesta de Ley MAPE con el respaldo de Renovación Popular y de Avanza País, partidos a los que la dirigencia de CONFEMIN se había afiliado; creían, además, que con el apoyo de parlamentarios de izquierda lograrían su objetivo. No fue así. El Congreso no debatió su propuesta porque en las bancadas ya existía una decisión de postergar indefinidamente este debate. Pudo más la presión de los grupos de interés de la gran minería para bloquear todo intento de poner en debate esta norma.
- Era evidente una crisis de liderazgo en los gremios de la minería informal. Se había producido un desgaste de la medida de fuerza: bloqueos de carretera, toma de calles, plazas, presiones al Congreso y oficinas públicas. Acciones de protestas tan prolongadas, finalmente terminaron agotando estas medidas de fuerza. Ya no contaban con respaldo de otros gremios, y la propia ciudadanía ya era indiferente a la lucha de los mineros informales. Gremios como la FENAMARPE habían anunciado que no se plegarían a la movilización de la CONFEMIN porque tenían otro tema: el Censo de la Minería Informal.
- No se percataron de que el proceso de formalización minera que venía ejecutando la DGFM ya había logrado que un buen número de mineros alcanzaran su formalización. Tampoco se percataron (o no quisieron reconocer) que en algunas zonas titulares de derechos mineros estaban decididos a formalizar pactos con los mineros dentro de sus concesiones para firmar acuerdos para iniciar sus operaciones extractivas.
- Los operativos de interdicción puestos en marcha en los últimos meses estaban golpeando seriamente bases de la CONFEMIN, motivo por el cual quedaron inmovilizados, sin capacidad de movilización.
Nuevos escenarios
Probablemente el 3 de noviembre, Máximo Franco Bécquer intente una última posibilidad de lograr algo para sus bases, ya no la ley MAPE, sino la ampliación del REINFO para cinco años más. Es poco probable que lo logre.
Lo que sí es probable es el consenso de ampliación de la formalización. El plazo final señalado para el 31 de diciembre probablemente será ampliado, pero ya no bajo la figura del REINFO, sino bajo otra más aceptable tanto por los titulares de derecho minero como por los mineros informales.
Para lo cual, lo más indicado es tener una propuesta adecuada para que el trabajo de la DGFM reciba el respaldo del sector, y del Ejecutivo, por cierto.
