Persisten las viejas disparidades ¿y el Estado dónde está?

Hace unos días, fue presentado el estudio: “Nuevo siglo, viejas disparidades: Brechas salariales de género y etnia en América Latina”, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

www.dinero.com/economia/empleo/mujeresDicho estudio busca medir¹ las brechas salariales de los agentes económicos centrando el análisis en las variables de género y origen étnico de dichos agentes. La pregunta de fondo que plantea el estudio es: ¿Cuál es el impacto generado por la variables género u origen étnico en la brecha salarial entre dos individuos con similares características?
De acuerdo al estudio, las brechas salariales étnicas son más profundas que las de género. En América Latina, una persona de origen “blanco” percibe 28% más en términos salariales que una persona de origen “étnico minoritario²” con el mismo género, edad y nivel de educación. Mientras  que un hombre percibe 17% más que una mujer, ambos con las mismas características (ver gráfico).
Gráfico: Brecha salarial por género y etnicidad (considerando el mismo género,
edad  y nivel de educación de acuerdo al caso)

Fuente: BID
Elaboración: Otra Mirada
La principal conclusión del estudio para el caso de la variable étnica es la apuesta por la educación. Esto a razón de que si igualamos los niveles de educación entre agentes de distinto origen étnico, entonces la brecha salarial se reduce de 38% a 28%. Al respecto, habría que señalar que el Perú, si bien muestra avances en cobertura educativa, no muestra alcances en la calidad de la educación. Un trabajo del profesor Adolfo Figueroa concluye que el sistema educativo tal como está planteado -y a pesar de una mayor cobertura- no es un sistema igualador del ingreso de los agentes económicos. Además, la oferta educativa que se brinda a las personas de origen “étnico minoritario” no resulta atractiva para ellos, debido a la poca utilidad que esta tiene para el espacio en el cual se desarrollan, con lo que se reducen sus incentivos para una mayor educación.
En el caso del género, si bien las mayores brechas salariales en perjuicio de las mujeres se obtienen en el rubro del autoempleo, lo cierto es que el sub-empleo y autoempleo, en una economía como la nuestra, no es exclusividad de las mujeres, sino un hecho estilizado en el mercado laboral desde fines de los ochenta y que se acentuó con la reforma de los noventa. Estas medidas se basaron en leyes como la de flexibilización laboral y el veto a la formación de sindicatos, impidiendo un marco de negociación colectiva salarial.
Finalmente, tanto para el caso étnico como el de género, las propuestas del estudio convergen a una misma conclusión: mayor participación del Estado a través de una política social  que enfatice el tema educativo y que permita una igualdad de oportunidades laborales para las mujeres. Se requiere de una mayor presencia efectiva del Estado para empezar a reducir las viejas disparidades del país y obtener un marco institucional que nos lleve a una verdadera igualdad en las oportunidades de los agentes, sin ningún tipo de restricción ya sea étnica o de género.

¹ Para mayor detalle del método econométrico revisar: Heckman James, Hidehiko Ichimura, Todd Petra (1997), “Matching as an econometric evaluation estimator”, The Review of Economic Studies
² A pesar de ser la mayoría en algunos países considerados en el estudio, la variable “étnica- minoritaria” fue definida como las personas que en las encuestas de hogares se identificaron como indígenas, afro-descendientes o que hablan una lengua indígena. Hay que dejar en claro lo cuestionable de dicha definición.

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